viernes, 31 de diciembre de 2021

Oración para un nuevo año

 


Para que tu amor nos guíe durante el año que se inicia con mano protectora, te lo pedimos: escúchanos, Señor. 

Para que los obstáculos y dificultades no sean motivo para perder la esperanza, te lo pedimos: escúchanos, Señor. 

Para que los acontecimientos sean signos de tu presencia liberadora, te lo pedimos: escúchanos, Señor. 

Para que crezcamos en la fe, alimentándonos con tu palabra y con el testimonio de nuestros hermanos, te lo pedimos: escúchanos, Señor. 

Para que este año nuevo sea para todos fuente de paz, esperanza, justicia y amor, te lo pedimos: escúchanos, Señor.

Para que los pueblos de la tierra encuentren el camino de la libertad, de la paz y el entendimiento, te lo pedimos: escúchanos, Señor. 

Para que el Señor guíe y fortalezca a quienes tienen la difícil misión de guiar al pueblo, te lo pedimos: escúchanos, Señor. 

¡Nada podrá separarnos del amor de Dios!

 “¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!” Romanos 8,39

Qué magnifica sentencia ésta la del apóstol: ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor! Esta es la máxima afirmación de un hecho que necesitamos saber y con el que debemos contar.  Maravillosa verdad para quienes aman a Dios.  Quizás el mayor ejemplo de esto se encuentra en la vida de Cristo mismo.  Él fue negado, traicionado, acusado falsamente, juzgado maliciosamente, siendo inocente lo encontraron culpable, fue azotado, golpeado, le escupieron, se burlaron de Él y finalmente fue crucificado.  Uno bien podría preguntarse entonces: ¿Podría resultar algo bueno de todo esto?  Ciertamente que sí, tuvo por resultado el mayor de todos los bienes, la salvación del ser humano.  He aquí nuestro asidero.  Nuestra fortaleza ante la dificultad, frente a las preocupaciones de la vida.  Dios tiene un plan para nosotros, y ese plan será cumplimentado; no por nosotros, sino por el poder de Dios manifestado en medio nuestro.  Que maravilloso su poder que se manifiesta en medio de nuestra debilidad, de nuestra fragilidad, que trae respuestas a nuestras tantas preguntas.  Que maravilloso su amor que intercede por nosotros, fortalece nuestra oración, acude a consolarnos en nuestra angustia, en nuestro dolor.  Que maravilloso creer en un Dios que conoce la intimidad de nuestras vidas desde el principio mismo de la creación.  Que se hace presente en la situación de vida de cada uno y cada una, predestinándonos a ser testigos de su reino; llamándonos a ser su pueblo santo; justificado y glorificado mediante el poder de la cruz de Jesucristo.  Quiera Dios fortificar nuestros ruegos al momento de la dificultad; quiera el poder de Dios mantenernos bajo su manto, guiados por su Santo Espíritu.  Nos tome entre sus manos y haga con nosotros conforme al plan de salvación que nos tenía destinado.  Que podamos ser testigos de su reino para que todos los hombres y las mujeres conozcan el mensaje de salvación y vengan al conocimiento de la verdad mediante nuestro testimonio.  Amén. 

miércoles, 22 de diciembre de 2021

¡Gloria a Dios en las alturas!

"Por aquel tiempo, el emperador Augusto ordenó que se hiciera un censo de todo el mundo. Este primer censo fue hecho siendo Quirinio gobernador de Siria. Todos tenían que ir a inscribirse a su propio pueblo. Por esto, José salió del pueblo de Nazaret, de la región de Galilea, y se fue a Belén, en Judea, donde había nacido el rey David, porque José era descendiente de David. Fue allá a inscribirse, junto con María, su esposa, que se encontraba encinta. Y sucedió que mientras estaban en Belén, le llegó a María el tiempo de dar a luz. Y allí nació su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en el establo, porque no había alojamiento para ellos en el mesón. Cerca de Belén había unos pastores que pasaban la noche en el campo cuidando sus ovejas. De pronto se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor brilló alrededor de ellos; y tuvieron mucho miedo. Pero el ángel les dijo: No tengan miedo, porque les traigo una buena noticia, que será motivo de gran alegría para todos: Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor. Como señal, encontrarán ustedes al niño envuelto en pañales y acostado en un establo. En aquel momento aparecieron, junto al ángel, muchos otros ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían:  ¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra entre los hombres que gozan de su favor!" Lucas 2,1-14…

Si prestamos atención al texto del Evangelio, vemos que a Jesús no se lo describe, no se lo nombra, en cambio se nos presenta a José y a María, ella embarazada, en camino a Belén, el nacimiento de su hijo a quien acostó en un pesebre. Y en un segundo momento habla de los pastores…En verdad, fue muy difícil la situación de María, ello nos enseña que aun haciendo la voluntad de Dios no tenemos la garantía de llevar una vida cómoda, se nos muestra que aún lo incómodo tiene significado en el plan de Dios. Jesús nació en un establo, los establos eran cuevas con depósitos cavados en las paredes rocosas, llamados pesebres, donde se daba de comer a los animales, allí yace Jesús, los alrededores eran oscuros y sucios, diferente a lo que presentan las tarjetas navideñas. Esa no era la atmósfera que los judíos esperaban para el nacimiento del Mesías…y sin embargo, todos se mueven y hablan a su alrededor. Él está en el centro, todo viene de Él y va hacia Él, silencioso pero capaz de dar significado a todo lo que ocurre a su alrededor y atrayendo hacia Él, en esa simplicidad, humildad y pobreza a todo el mundo. Esta es la buena noticia que volvemos a escuchar y anunciar, Jesús está aquí, en esta celebración, en medio de nosotros…no puede estar lejos de nosotros sino dentro de cada situación de nuestra vida. El niñito Jesús que podría parecer algo marginal entre los grandes acontecimientos del mundo, es signo de que con Él, en Él, todo lo pequeño en el mundo, lo débil, lo marginado, lo discriminado…está en el centro. También nosotros estamos llamados a estar como los personajes del pesebre, alrededor del Señor para honrarlo, adorarlo, abrigarlo, a semejanza de María y de los pastores que se acercan para saludarlo…estamos invitados a dejarnos atraer por Él. Estamos llamados por Jesús a tener una nueva mirada, que se sobrepase todas las preocupaciones y ansiedades de tantas cosas inútiles y pasajeras, descubriendo que Jesús quiere vivir junto a nosotros, en nuestro corazón, que viene a dar el verdadero sentido a nuestras vidas. No importa la situación que estemos atravesando Jesús nos ofrece corazones nuevos y sigue abriendo el camino hacia Dios. Qué bueno sería entonces caminar con María y José, con los pastores al encuentro de Jesús, caminar y salirle al encuentro, donde Él viene para ser el centro de nuestras vidas, él quiere iluminarnos con su luz resplandeciente, quiere traernos la paz, esa paz que sobrepasa todo entendimiento, él quiere dar un nuevo sentido a nuestras vidas, él quiere darle sentido a cada uno de tus pasos, el viene para sostenerte en tus luchas y consolarte en el dolor… Es Navidad no porque todo esté bien, es Navidad porque Jesús viene y quiere ser el centro de tu vida, el de tu familia…y sobretodo quiere descansar en ese humilde pesebre…sí, quiere encontrar ese humilde pesebre en tu corazón…si lo encuentra será navidad… Que tengas una feliz navidad…

viernes, 26 de noviembre de 2021

Las cuerdas del ring

“Es cierto que somos humanos, pero no luchamos como los hombres de este mundo. Las armas que usamos no son las del mundo, sino que son poder de Dios capaz de destruir fortalezas. Y así destruimos las acusaciones y toda altanería que pretenda impedir que se conozca a Dios. Todo pensamiento humano lo sometemos a Cristo, para que lo obedezca a él, y estamos dispuestos a castigar toda desobediencia, una vez que ustedes obedezcan perfectamente.” 2 Corintios 10,3-6 

“La historia quizá no sea cierta; pero se cuenta que un boxeador dejando las cuerdas del ring, se hizo predicador. En cierta ocasión en que se le hizo tarde para acudir a una cita cruzaba por un atajo para acortar camino, de pronto le salió el dueño y con palabras duras le insultó y lo retó a pleito, no conociendo quién era. Bien, dijo el predicador, vamos a pelear si usted gusta; pero permítame un momento, pues ha de saber que yo jamás hago algo sin antes orar. Y diciendo esto, ante la estupefacción del retador, se quitó el sombrero y comenzó a orar: Señor, tú sabes que fui boxeador, y sabes a cuántos les deshice los ojos y las narices a bofetones; tú sabes cuántas costillas quebré a golpes a mis contrincantes, y a cuántos mandé a la otra vida con sólo la fuerza de mis puños. No permitas que mate a este hombre, no dejes que se me vaya la mano y... Basta ya, le interrumpió el otro. No es necesario que luchemos, pase usted por mi terreno las veces que quiera, y sin más decir, se retiró presuroso. De más está decir que nuestro predicador pudo seguir camino tranquilamente.”  

viernes, 19 de noviembre de 2021

Cristo Rey

“Pilato volvió a entrar en el palacio, llamó a Jesús y le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Jesús le dijo: ¿Eso lo preguntas por tu cuenta, o porque otros te lo han dicho de mí? Le contestó Pilato: ¿Acaso yo soy judío? Los de tu nación y los jefes de los sacerdotes son los que te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? Jesús le contestó: Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, tendría gente a mi servicio que pelearía para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí. Le preguntó entonces Pilato: ¿Así que tú eres rey? Jesús le contestó: Tú lo has dicho: soy rey. Yo nací y vine al mundo para decir lo que es la verdad. Y todos los que pertenecen a la verdad, me escuchan.” Juan 18,33-37

Jesucristo es rey, y por eso hace de nosotros un pueblo libre. Por eso, sabemos que participamos de la realeza de Jesucristo; somos reconocidos como encargados de promocionar a la persona humana; y se nos encarga a ser fermento en la masa, llenando del espíritu de Jesucristo todas las realidades sociales. Esto es testimonio de la realeza de Cristo. Porque, si Jesucristo no fuera rey, ¿con qué derecho y autoridad, nos presentaríamos ante los demás? Por eso hablamos con decisión, a la vez que con humildad. Porque no hacemos otra cosa sino convertirnos en eco de la voz de Jesucristo, único rey Señor. Lo proclamamos a los cuatro vientos con humildad gozosa. Lo proclamaron con valentía muchos mártires modernos. Y esta fe que profesan nuestros labios, la queremos proclamar, sobre todo, con la fidelidad diaria. 

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Esperando por Tí

“Pues tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; anduve como forastero, y me dieron alojamiento. Estuve sin ropa, y ustedes me la dieron; estuve enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a verme.” Mateo 25,35-36

Un cuento de León Tolstói: “Una noche un anciano escuchó la voz de Dios que le decía: Mañana voy a visitarte. Al otro día, luego del desayuno, se puso a limpiar y ordenar todo. En eso golpeó a su puerta un hombre que estaba exhausto de tanto caminar, el anciano lo hizo pasar y le ofreció un mullido sillón para descansar. Cuando hubo descansado lo suficiente, agradeció y se fue. Al rato, golpearon nuevamente a la puerta. Era una mujer, con un bebé en brazos, que venía a pedirle comida. El anciano le dio algo de comer a ella, y calentó bastante leche para el bebé. Cuando hubieron comido lo suficiente, la mujer se levantó, agradeció y se marchó. En eso, el anciano vio a un niño de la calle, con su ropa toda rota y sucia, entonces tomó de un cajón algunas prendas, salió y se las ofreció al niño que las aceptó con una sonrisa. A la noche, cansado, se sentó y se quedó dormido. Tan dormido estaba que hasta soñó. En el sueño, Dios le decía: ¡Tres veces me recibiste! Una vez vestido de anciano, me ofreciste descanso y comida. Luego en forma de madre cansada y de bebé hambriento, y me atendiste. Por último fui como niño de la calle y me diste lo mejor. Pues todo lo que hacen por el más pequeño de mis hermanos, conmigo lo hacen.” 

viernes, 12 de noviembre de 2021

El Hijo del hombre ya está a la puerta

“De la misma manera, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que el Hijo del hombre ya está a la puerta.” Marcos 13,29

Jesús, el Hijo del hombre, transforma plenamente el mundo y la realidad de nuestra vida, porque él es lo nuevo que viene en nombre de Dios e irrumpe en la historia humana.  Jesús, es el Hijo del hombre que llega lleno de gloria y poder, y, quien nos dice: estén preparados.  Así como cuando reverdece la higuera es porque el verano está próximo, así ahora ya hay señales de que está a punto de irrumpir el Hijo del hombre, el Cristo de Dios.  ¿Y cuál es esa señal?  Un cambio total y absoluto.  Para nuestra comunidad, la sociedad, nuestra vida concreta.  Jesús ha venido a destruir un orden: el orden establecido por el pecado y el egoísmo.  Por eso se nos invita a dirigir los ojos hacia arriba, porque llega quien que nos alumbrará para siempre con su vida nueva.  A derribar estas murallas en nuestras vidas que nos oprimen para dar paso a Jesús el Cristo que nos redimirá para siempre.  La invitación es a poder  abrir bien los ojos.  Ya llega Cristo con su palabra transformadora, y no podemos permanecer dormidos, ciegos, sordos o mudos.  Asumamos la vida con responsabilidad.  Este es el tiempo en que como cristianos y cristianas tenemos la oportunidad de anunciar y proclamar la restauración de un mundo que se deshace.  Es el tiempo de reconstruir nuestra historia con una visión evangélica más profunda e intensa.  El nuestro es un tiempo corto.  Pero es lo suficientemente largo como para vivir aquí y ahora los nuevos tiempos del Hijo de Dios. Amén. 

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Los reconocerán por sus acciones

“Así, todo árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol malo da fruto malo. El árbol bueno no puede dar fruto malo, ni el árbol malo dar fruto bueno. Todo árbol que no da buen fruto, se corta y se echa al fuego. De modo que ustedes los reconocerán por sus acciones.” 

Mateo 7,17-20

“Cierto hombre que vendía leña a sus vecinos los defraudaba cortando las piezas como diez centímetros menos largas de lo que debían ser. Un día circuló el rumor de que este leñador había comenzado a participar activamente de su iglesia y convertido en un verdadero creyente. Nadie creía el informe. Decían que ese tipo no cambiaría. Sin embargo, un hombre, para satisfacer su curiosidad, fue a una tienda donde aquel leñador había entregado un montón de leña. Midió las piezas y descubrió que medían como diez centímetros más de lo que debían. Luego el hombre volvió al grupo que discutían el asunto, y les dijo: Es cierto. Yo sé que el leñador se convirtió. ¿Cómo lo sabe usted?, le preguntaron. Porque acabo de medir la leña que él cortó ayer y todos los palos miden más de un metro de largo.” Sabemos que debiera proclamarse el Evangelio de Jesús más con el ejemplo que con la palabra, pero que difícil parece a veces. Para quien no cree es muy posible que haya dos alternativas, bueno o malo según lo que decida, ahora bien, para quien cree la única alternativa posible es el buen gesto, la buena acción. Del único modo que podremos ser reconocidos como hijos e hijas de Dios es a través de nuestras acciones, esto es, dando testimonio a través de nuestros buenos frutos.  

viernes, 5 de noviembre de 2021

Dar en la necesidad

“…pues todos dan de lo que les sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir.” Marcos 12,44

“Los manteles blancos y los centros de mesa daban al salón un aspecto festivo conforme se llevaban a cabo los preparativos para la fiesta navideña de nuestra familia. Mientras esperábamos, noté una mesa donde había un frasco vacío con una etiqueta que decía: Para la Navidad de una familia necesitada, y pedí en oración que para el final de la fiesta el frasco estuviera lleno. Al hacer los preparativos para la fiesta, nos habíamos enterado que el esposo de mi prima se había quedado sin trabajo hacía ya más de un año. La fuente principal de ingresos de la familia provenía de repartir periódicos, lo que requería que empezaran a trabajar a las cuatro de la mañana todos los días. La mayor parte de su ingreso se utilizaba para pagar las necesidades básicas, lo cual dejaba poco para las cosas que deseaban. La familia de mi prima fue una de las primeras en llegar. Los observé mientras se dirigían hacia las mesas, para lo cual pasaron junto al frasco de Navidad. Al acercarse, el esposo de mi prima se detuvo para leer lo que decía la etiqueta del frasco y, sin vacilar, sacó su billetera, sustrajo unos billetes y los puso en el envase, sin saber quién era la familia necesitada. Habíamos tenido la esperanza de darle a su familia algo esa noche, lo cual hicimos después; pero al haber hecho una donación en su momento de necesidad nos demostró que, en lo que se refería a lo que más importaba, él ya era un hombre rico.” 

miércoles, 3 de noviembre de 2021

¡En qué vivienda habita la honradez!

“…por eso procuramos hacer lo bueno, no sólo delante del Señor sino también delante de los hombres.” 2 Corintios 8,21

Tobías George Smollett, fue médico, escritor, traductor, historiador y periodista británico. Su obra incluye novelas, libros de historia, traducciones y ensayo político. Se cuenta que cierto día “un mendigo le pidió una limosna, y este le dio por equivocación una moneda que tenía mucho valor. El pobre pensó que el doctor le había dado eso por equivocación y lo siguió para devolverle la moneda. Luego el doctor Smollett se la devolvió, con otra como premio por su honradez, diciéndole: ¡En qué vivienda habita la honradez!” La integridad y honestidad ante todo. El buen comportamiento ante los demás como testimonio de nuestra fe. Nada significa nuestra profesión de fe sino la demostramos en los actos y gestos cotidianos. Podemos tener sabiduría e inteligencia. Podemos tener facilidad de palabra y elocuencia. Pero, si en el trato para con los demás no testimoniamos en lo concreto aquello que decimos creer, nada sirve. No se trata tanto de compartir una limosna o un mendrugo o aquello que sea que demos (o recibamos) sino que lo hagamos con alegría y profunda convicción. El ser honrado, no solo parecerlo, debiera ser una de las primeras marcas distintivas del creyente. Como está escrito en la carta de Santiago 2,18 “Tú tienes fe, y yo tengo hechos. Muéstrame tu fe sin hechos; yo, en cambio, te mostraré mi fe con mis hechos.” Si con nuestras acciones no mostramos lo que proclamamos más a la corta que a la larga dejaremos de ser creíbles. Qué bueno sería que también de nosotros se diga: ¡En qué vivienda habita la honradez!

viernes, 29 de octubre de 2021

El gratuito don de vida

“Pero ahora, sin la ley, Dios ha mostrado de qué manera nos hace justos, y esto lo confirman la misma ley y los profetas: por medio de la fe en Jesucristo, Dios hace justos a todos los que creen.” 

Romanos 3,21-22

Pensemos un momento en el mejor regalo que hayamos recibido en nuestras vidas.  En ese regalo que ansiábamos tanto y del cual ahora disfrutamos.  Lo mas lógico sería que nos mostremos agradecidos por ese regalo, tan agradecidos que deberíamos corresponder de alguna manera a eso que hemos recibido.  Y de eso se trata nuestra fe.  La palabra Gracia viene de una palabra del latín que es gratia y que significa gratis.  Que de más esta decir es la palabra que más nos gusta oír en ésta nuestra sociedad de consumo. Y así es nomás.  El don de Vida y Vida eterna que nos hace Dios en Jesucristo es gratis, por eso es un regalo y por eso a su vez deberíamos mostrarnos agradecidos.  Por eso es importante responder a ese amor de Dios, a esa aceptación, buscando en nuestra vida y en este nuestro mundo realizar la voluntad de Dios, cada día, todos los días. Seguir a Jesús, saber quién es y qué significa es tener una sobreabundancia de vida.  Sólo cuando vivimos con y en Cristo, la vida se convierte en algo que vale la pena vivir. El amor de Dios se ha manifestado gratuitamente en medio nuestro.  El símbolo máximo de este amor es la cruz.  Es allí donde la sangre derramada de Jesucristo hace posible nuestro perdón.  Si hemos recibo el perdón y el lavamiento de nuestros pecados sin merecerlo, ¿cómo hemos de responder por ello?  

miércoles, 27 de octubre de 2021

Simplemente servidores

“A fin de cuentas, ¿qué es Apolo?, ¿qué es Pablo? Simplemente servidores, por medio de los cuales ustedes han llegado a la fe. Cada uno de nosotros hizo el trabajo que el Señor le señaló: yo sembré y Apolo regó, pero Dios es quien hizo crecer lo sembrado. De manera que ni el que siembra ni el que riega son nada, sino que Dios lo es todo, pues él es quien hace crecer lo sembrado. Los que siembran y los que riegan son iguales, aunque Dios pagará a cada uno según su trabajo. Somos compañeros de trabajo al servicio de Dios, y ustedes son un sembrado y una construcción que pertenecen a Dios. Yo fui el maestro albañil al cual Dios en su bondad encargó poner los fundamentos, y otro está construyendo sobre ellos.” 1 Corintios 3,5-10 

“Un extranjero se detuvo para observar cómo trabajaban algunos canteros. A tres de ellos hizo la misma pregunta: ¿Qué hace usted, señor? El primero le contestó: Estoy cortando una piedra. El segundo dijo: Estoy trabajando para ganar mi sueldo de quince pesos al día. El tercero, con entusiasmo contestó: Estoy ayudando a edificar un templo donde la gente podrá adorar a Dios. Si todos estos tres obreros recibieron igual sueldo, ¿cuál recibió la mejor recompensa?” Todo lo que hacemos para la edificación del Reino, en testimonio y compromiso evangélico, ya de por sí tiene la recompensa más hermosa que podamos tener que es obrar y hacer a favor de la buena nueva que Jesucristo tiene para con el mundo entero. Simples servidores, eso somos, y, tan solo con eso, debería bastarnos. Herramientas útiles en manos de este orfebre que todo lo ha creado.  

viernes, 22 de octubre de 2021

Ver con los ojos del corazón

“El ciego arrojó su capa, y dando un salto se acercó a Jesús,  que le preguntó: ¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó: Maestro, quiero recobrar la vista. Jesús le dijo: Puedes irte; por tu fe has sido sanado. En aquel mismo instante el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús por el camino.” Marcos 10,50-52

“Había una vez un hombre que a causa de una guerra en la que había peleado, había perdido la vista. Para poder subsistir y continuar con su vida, desarrolló una gran habilidad y destreza con sus manos, lo que le permitió destacarse como un prestigioso artesano. Sin embargo, su trabajo no le permitía más que asegurarse el mínimo sustento, por lo que la pobreza era una constante en su vida y en la de su familia. Cierta Navidad quiso obsequiarle algo a su hijo de cinco años, quien nunca había conocido más juguetes que los restos y desechos del taller de su padre con los que fantaseaba reinos y aventuras. Su papá tuvo entonces la idea de fabricarle, con sus propias manos un hermoso calidoscopio como alguno que él supo tener en su niñez. En secreto y por las noches fue recolectando piedras de diversos tipos que trituraba en decenas de partes, pedazos de espejos, vidrios, metales y maderitas. Al cabo de la cena de nochebuena pudo, finalmente imaginar a partir de la voz del pequeño, la sonrisa de su hijo al recibir el precioso regalo. El corazón del niño estaba lleno de emoción por el regalo que había recibido de las manos rugosas de su padre ciego, bajo las formas de aquel maravilloso juguete que él jamás había conocido...”

miércoles, 20 de octubre de 2021

El trabajo que dignifica

“¡Basta ya de dormir, perezoso! ¡Basta ya de estar acostado! Mientras tú sueñas y cabeceas, y te cruzas de brazos para dormir mejor, la pobreza vendrá y te atacará como un vagabundo armado.” Proverbios 6,9-11

Se cuenta que “una madre trabajó y sufrió mucho para criar a su numerosa familia. Uno de los hijos llegó a ser gerente de una gran empresa. Cuando la madre quedó viuda ese hijo la invitó a vivir en la casa de él: Proveyó para ella un hermoso departamento y le asignó algunos sirvientes para que la cuidaran. Después de algunas semanas notaron que la madre salía a compras y se quedaba fuera de la casa todo el día. Notaron que siempre pedía al chofer que la dejara en cierta esquina a las ocho de la mañana y la recogiera a las cuatro de la tarde, tres días de cada semana y siempre los mismos días. Descubrieron que ella había conseguido trabajo como ama de casa. La madre explicó a su hijo que no quiso ofenderlo, pero que en verdad no estaba contenta al no tener ningún trabajo qué hacer.” El trabajo, cuando podemos tenerlo, no solo nos dignifica como personas sino que de alguna manera nos hace partícipes y coautores de la obra creadora de Dios. Lamentablemente vivimos tiempos muy complejos donde, si tenemos trabajo, casi siempre son precarizados o mal remunerados. Sin embargo, no por ello debemos cejar en el empeño y en la búsqueda de aquel oficio o profesión que no solo nos satisfaga sino que también permita nuestro sustento. Poder llevar el pan a la mesa como producto de nuestro esfuerzo ciertamente es algo invalorable, tanto así que no tiene precio. 

viernes, 15 de octubre de 2021

Dispuestos a servir

“…el que quiera ser grande entre ustedes, deberá servir a los demás,  y el que entre ustedes quiera ser el primero, deberá ser el esclavo de los demás. Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir…” Marcos 10,43-45

Escribió el padre jesuita Félix Jiménez: “Había una vez un jefe que era muy orgulloso. Un día se paseaba por la ciudad diciendo: Soy el más grande. No hay otro como yo. Pero una anciana le dijo: Pues yo conozco a uno que es verdaderamente grande. Venga a mi casa. Al entrar el jefe en la casa, vio a la anciana y a un niñito gateando junto a ella. ¿Dónde está ese gran jefe del que me hablaste? La anciana cogió en sus brazos al bebé y le dijo: Éste es el grande del que le hablé. El gran jefe enfadado le gritó a la anciana: ¿Qué es esto? No intentes engañarme. Esto no es más que un bebé. El niño asustado comenzó a llorar. El jefe se conmovió. No quería asustarle. Arrodillado, se quitó las plumas de águila y halcón que llevaba en el pelo y acarició las mejillas del niño. Se quitó sus collares que hicieron de sonajero a los oídos del niño. Poco a poco el niño dejó de llorar y comenzó a escuchar y mirar. La anciana sonriendo le dijo: Se  da  cuenta  que,  incluso  usted,  que  es  el  gran  jefe,  tuvo  que  dejar  de  hablar  y  tuvo  que convertirse  en  su  servidor.  Dios  no  le  hizo  grande  a  usted,  para  que pudiera presumir de su grandeza, sino para que pudiera ayudar a los que no son tan fuertes como usted.”

miércoles, 13 de octubre de 2021

Como las hormigas

“Anda a ver a la hormiga, perezoso; fíjate en lo que hace, y aprende la lección: aunque no tiene quien la mande ni quien le diga lo que ha de hacer, asegura su comida en el verano, la almacena durante la cosecha.” Proverbios 6,6-8

Comparto un poema alusivo al tema de David Jorge Cirigliano: “A muchos molesta ¡es solo una hormiga! Su ejemplo, ¿agrede a los que están arriba? ¡Si ella sólo quiere trabajo y comida!, por eso anda siempre… de noche… de día. Cuando ve que es útil, se hace solidaria con cualquier vecina, le alivia su carga… no espera propina… ¡No especula nunca! …es solo una hormiga. Ella vive expuesta a los pisotones de grandes señores que viven arriba… pero igual persiste, aunque su dolor, ya sea rutina. ¡Ojalá los hombres fuesen como hormigas!, haciendo posible trabajar la tierra sin privar a nadie de hogar y comida, enterrando odios que tanto lastiman, donde se comience cada nuevo día, siendo solidarios. ¡Como un don de vida!” De lo profundo de la tierra surge el brote que será cosecha producto de las manos que han abierto el surco para depositar allí la semilla. Brote que es trigo, maíz, cebada, pan llevado a la mesa, pan que se comparte y alimenta, pan amable. Sudor que recorre el rostro del labriego, dejando surcos, dejando huellas, fecundas huellas. Como sudor recorre el cuerpo de aquel o aquella que trabaja. Sudor que es sangre y lágrima, sudor digno del que con sus manos va levantando puentes y no barreras. Sudor compartido conjugado en vida, como el pan sobre la mesa, como la esperanza presta que hace cierta la noche que dará paso al día. 

viernes, 8 de octubre de 2021

Riquezas en el cielo

“Jesús lo miró con cariño, y le contestó: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme. El hombre se afligió al oír esto; y se fue triste, porque era muy rico. Jesús miró entonces alrededor, y dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil va a ser para los ricos entrar en el reino de Dios!” Marcos 10,21-23

“Cierta vez, un contador especializado en el tema de impuestos, conversaba con una persona muy religiosa para determinar cuánto debía pagar al gobierno en concepto de impuestos. ¿Qué bienes posee usted?, preguntó el asesor impositivo. ¡Gracias a Dios, soy muy rico!, respondió el ministro. Hágame entonces una lista de sus posesiones, añadió el contador. Bien, tengo vida eterna; una mansión en el cielo; una paz que sobrepasa todo entendimiento, un gozo profundo; un amor divino que nunca me falla, una familia. Estos son todos mis bienes. Y después que mencionó todas esas posesiones el contador le dijo: Por esos bienes no se pagan impuestos.” El bien por el que debemos luchar día y noche es el reino de Dios, el reino de justicia, de amor y de paz; reino de libertad, en el que la persona humana vale por sí misma y no por lo que tiene.  El problema no es si tenemos mucho o poco sino el lugar que el dinero ocupa en nuestra vida.  Si queremos ser discípulos auténticos, probémoslo con algo concreto.  Si decimos que hemos optado por Jesús y el reino de Dios, renunciemos a algo por esto nuevo que hemos elegido, pues el evangelio sustituye al verbo tener por el verbo compartir. 

miércoles, 6 de octubre de 2021

Amor y misericordia de Dios

“Pero si hacen discriminaciones entre una persona y otra, cometen pecado y son culpables ante la ley de Dios.  Porque si una persona obedece toda la ley, pero falla en un solo mandato, resulta culpable frente a todos los mandatos de la ley.  Pues el mismo Dios que dijo: No cometas adulterio, dijo también: No mates. Así que, si uno no comete adulterio, pero mata, ya ha violado la ley.” Santiago 2,9-11.


“Se dice que en una ocasión el Duque de Wellington se disponía a participar de la Cena del Señor, y se arrodilló. En esos momentos un labriego hizo lo mismo junto al gran personaje. Entonces un diácono, de los encargados de distribuir los elementos de la Cena, se acercó al labriego y le dijo que se alejara del Duque; pero éste al darse cuenta de tal orden, puso uno de sus brazos en un hombro del campesino y le dijo con voz suave: Hermano, permanezca donde está, pues somos iguales en la mesa del Señor.” Si hay algo que caracteriza justamente a nuestra iglesia es que todos y todas, sin importar cuál sea su condición, están especialmente invitados e invitadas a tomar la Santa Cena. El mandato del apóstol es no hacer discriminación alguna, pues todos y todas somos pecadoras y pecadores al incumplir aunque mas no sea un solo mandato recibido. El sabernos pecadores no solo nos pone en igualdad de condiciones frente al hermano, la hermana, sino que también permite ante todo recibir el perdón de Dios como algo que nos viene como consecuencia de su amor y su misericordia. El amor es, debe ser siempre, aquello que nos motive en cada una de nuestras relaciones

miércoles, 29 de septiembre de 2021

Apartarse de todo mal

“Apártense de toda clase de mal.” 1 Tesalonicenses 5,22.


“Se dice que donde se deja entrar el pecado como suplicante, se queda como tirano. Una leyenda árabe dice que cierto molinero un día fue sorprendido por un camello que metió la cabeza por la puerta de la tienda en que estaba durmiendo, y que le dijo: Afuera hace mucho frío, permíteme meter tan sólo las narices. El árabe le dio permiso de hacerlo así; pero pronto había metido todo el cuerpo, lo cual no era muy agradable al molinero, quien comenzó a quejarse diciendo que el cuarto era muy chico para los dos. Entonces el camello respondió: Si tú estás incómodo puedes salirte; yo, por mi parte, voy a quedarme donde estoy. Hay pecados, que a manera de ese camello, sólo quieren un lugarcito en el corazón humano, y cuando se les da, se meten y ocupan todo el corazón, después no quieren salir y dicen: Aquí nos quedamos, suceda lo que suceda; no saldremos para nada.” Por eso la exhortación del apóstol es no dar cabida al pecado en nuestras vidas. Cierto es que esto no es cosa fácil, pues el pecado, la maldad, el egoísmo, el odio, los malos pensamientos y las malas acciones, están allí nomás, bien cerquita nuestro. Evitar el pecado, o en palabras de Pablo, apartarse del mal, debiera ser práctica cotidiana en nuestra vida de fe y testimonio público como cristianos y cristianas. Dejar de lado todo aquello que nos separe de Dios y rompa la relación con nuestros hermanos y nuestras hermanas debiera ser nuestro cometido cada día de nuestras vidas. Y, por encima de todo, el amor como fundamento de nuestras relaciones. 

viernes, 24 de septiembre de 2021

Orar, siempre y en todo lugar

“Oren en todo momento.” 1 Tesalonicenses 5,17

Cierta vez, “una antigua maestra de escuela llegó a estar paralítica, y dijo a Dios: ¿Cómo puedo servirte, Señor, en esta condición en que estoy imposibilitada? Y le pareció que Dios le decía: Todavía puedes orar. Entonces ella pensó que esto era su gran comisión. Desde entonces la antigua maestra de escuela se puso a orar de una manera especial: ocupaba las mañanas orando por la obra misionera que se hace en un lado del globo terráqueo; y las tardes, orando por la obra misionera que se hace en el otro lado.” Orar, siempre y en todo lugar. No hay motivo alguno para dejar de hacerlo. Especialmente aquella oración intercesora, aquella que se hace a favor de otra persona o de una situación determinada, que tan bien hace a la obra y al ministerio a favor del Reino. Se cuenta que “una joven madre jamás podrá olvidar que, lo último que vio en el momento en el que un violento terremoto sacudía a Armenia, en Colombia, fue el rostro sorprendido de su hijo de seis años cuando lo empujó para evitar que una pared cayera sobre su cuerpecito. La mujer no salía de su asombro y batallaba, minutos después, con la zozobra de saber qué había ocurrido con el menor. Alrededor una inmensa nube de polvo. A lo lejos, el sonido de las ambulancias y los vehículos de la policía. En cuestión de segundos todo estaba destruido. Años después, su hijo contaría que gracias a que su madre se interpuso a tiempo, estaba vivo. Agradecía esa decisión de la joven progenitora. Ella solo sufrió alguna que otra contusión que no pasó a mayores.”   

viernes, 17 de septiembre de 2021

Ser carbón o diamante

“Yo podría gloriarme de alguien así, pero no de mí mismo, a no ser de mis debilidades. Aunque si quisiera yo gloriarme, eso no sería ninguna locura, porque estaría diciendo la verdad; pero no lo hago, para que nadie piense que soy más de lo que aparento o de lo que digo, juzgándome por lo extraordinario de esas revelaciones.” 

2 Corintios 12,5-7a

Se cuenta que en un curso de confirmación, el pastor comentó lo siguiente ante un grupo de adolescentes: “El carbón y el diamante son del mismo material: de carbón. El carbón absorbe la luz; el diamante la refleja. Hay cristianos que son semejantes al carbón y los hay que son semejantes al diamante. Al examinar sus creencias, son iguales; pero al examinar su experiencia religiosa... y al observar su vida, sus costumbres, su utilidad en la iglesia y en la sociedad... ¡no son iguales! Uno es opaco y otro es luminoso. Cada cristiano debe examinarse para saber si es carbón o si es diamante.” Un himno que solía cantar de niño comenzaba con la siguiente estrofa: Nunca esperes el momento de una grande acción, ni que pueda lejos ir tu luz; de la vida a los pequeños actos da atención, brilla en el sitio donde estés. Como cristianos y cristianas somos llamados y llamadas a reflejar la luz de Cristo en nosotros y nosotras. Gloriarnos de nuestras debilidades para que sea el poder de Dios manifestado en Jesús el que se manifieste. Dar testimonio al mundo en lo cotidiano anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios. Comprometidos con el Evangelio de Aquel que confesamos Señor y Salvador de nuestras vidas. Ser diamantes, luminosos, testigos fieles de Cristo. 

viernes, 10 de septiembre de 2021

Con tres minutos bastan

“Delante de Dios y de Cristo Jesús, que vendrá glorioso como Rey a juzgar a los vivos y a los muertos, te encargo mucho que prediques el mensaje, y que insistas cuando sea oportuno y aun cuando no lo sea. Convence, reprende y anima, enseñando con toda paciencia.” 

2 Timoteo 4,1-2

John Wilbur Chapman, quien fue evangelista presbiteriano, y, que, generalmente viajaba con el cantante de góspel Charles Alexander, contó cierta vez la siguiente anécdota: “Se dice que al principio de la Primera Guerra Mundial un clérigo de la Iglesia de Inglaterra compareció ante Guillermo Taylor, obispo, y capellán general del ejército británico, para pedir colocación como capellán. Se dice que el obispo Taylor lo miró intensamente por un momento y sacando su reloj de bolsillo le dijo: Imagínese que yo soy un soldado moribundo, que sólo tengo tres minutos de vida, ¿qué tiene que decirme? El clérigo quedó confundido y no dijo nada. Entonces el obispo le dijo: Ahora tengo dos minutos de vida, ¿qué puede decirme para el bien de mi alma? Aun con esto, el clérigo permaneció callado. Entonces el obispo volvió a decirle: sólo tengo un minuto de vida, ¿me dirá algo? Entonces el clérigo sacó su libro de oración, pero el obispo le dijo: No saque ese libro, pues no es oportuno para esta ocasión. Y puesto que el clérigo no pudo decirle nada al soldado moribundo, fracasó en su deseo de ser capellán del ejército.” Tres minutos bastan, aun un par, aun uno. Tres minutos para tomar la mano de quien moribundo espera consuelo y fortaleza para el tránsito que ha de dar confiado en que Dios, en su Gracia, no lo dejará solo. 

viernes, 3 de septiembre de 2021

Predicarle al mundo

“Gracias a Dios que siempre nos lleva en el desfile victorioso de Cristo y que por medio de nosotros da a conocer su mensaje, el cual se esparce por todas partes como un aroma agradable. Porque nosotros somos como el olor del incienso que Cristo ofrece a Dios, y que se esparce tanto entre los que se salvan como entre los que se pierden. Para los que se pierden, este incienso resulta un aroma mortal, pero para los que se salvan, es una fragancia que les da vida. ¿Y quién está capacitado para esto? Nosotros no andamos negociando con el mensaje de Dios, como hacen muchos; al contrario, hablamos con sinceridad delante de Dios, como enviados suyos que somos y por nuestra unión con Cristo. Cuando decimos esto, ¿les parece que estamos comenzando otra vez a alabarnos a nosotros mismos? ¿O acaso tendremos que presentarles o pedirles a ustedes cartas de recomendación, como hacen algunos? Ustedes mismos son la única carta de recomendación que necesitamos: una carta escrita en nuestro corazón, la cual todos conocen y pueden leer. Y se ve claramente que ustedes son una carta escrita por Cristo mismo y entregada por nosotros; una carta que no ha sido escrita con tinta, sino con el Espíritu del Dios viviente; una carta que no ha sido grabada en tablas de piedra, sino en corazones humanos.” 
2 Corintios 2,14-3,3

“¿Cómo puede lograr tanto progreso en su iglesia?, preguntaron cierto día a un famoso pastor de Boston. He aquí su respuesta: Porque yo predico dos veces en el templo cada domingo, pero cada uno y cada una de los miembros de la iglesia predica un sermón en el mundo cada día.” 

miércoles, 25 de agosto de 2021

Aquello que Dios quiere

“Hijos, obedezcan a sus padres como agrada al Señor, porque esto es justo. El primer mandamiento que contiene una promesa es éste: Honra a tu padre y a tu madre, para que seas feliz y vivas una larga vida en la tierra. Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino más bien edúquenlos con la disciplina y la instrucción que quiere el Señor.” Efesios 6,1-4

“En cierta familia era costumbre hacer el culto familiar alrededor de la mesa del desayuno. Una mañana, con el Nuevo Testamento abierto, el padre buscó el capítulo seis de Efesios. Esa mañana en especial, todo parecía propicio para reforzar su autoridad paterna, pues leyó el conocido versículo: Hijos, obedezcan a sus padres como agrada al Señor, porque esto es justo. El hijo, de dieciséis años, estaba al otro lado de la mesa; y el padre, considerando la oportunidad demasiado buena para perderla, dijo: Hijo, este es un buen texto; escúchalo otra vez: Hijos, obedezcan a sus padres como agrada al Señor, porque esto es justo. Y prosiguió la lectura cayendo ingenuamente en el versículo siguiente: Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos. Entonces el muchacho de dieciséis años, sin pestañear ni sonreírse, dijo: Papá, ese es un buen texto; léelo otra vez por favor.” Deberíamos tener presente que la Palabra de Dios nos habla en primer lugar a cada uno y cada una de nosotras y nosotros. Estamos tentados a suponer y creer que lo que la Biblia expresa ha sido escrito para otros en lugar de pensar que lo que allí dice ha sido escrito para mí. Sería bueno, entonces, nunca perder la perspectiva de aquello que Dios quiere decirme. 

viernes, 20 de agosto de 2021

Vivir sostenidos por la fe

“Ahora no podemos verlo, sino que vivimos sostenidos por la fe…” 

2 Corintios 5,7

“Se cuenta que cierto día en una sala pública de una aldea, un escéptico estaba arengando a los presentes acerca de los absurdos de la fe cristiana. Citando algunos pasajes bíblicos tales como: “Yo y mi padre somos uno”, “yo en ellos y tú en mí”, y, “hay tres personas en un Dios”; buscaba crear polémica con sus oyentes. No encontrando en sus oyentes nadie dispuesto a seguirle la corriente y aplaudir su arenga, se volvió hacia un caballero y, con un improperio, le dijo: ¿Cree usted semejante cosas? A lo cual el caballero respondió: Dígame usted cómo arde esa vela. ¡Vaya!, contesto, pues la estearina, el algodón y el aire atmosférico producen la luz. Entonces, continúo el buen hombre, todos ellos constituyen una luz, ¿no es así? Sí, respondió el otro. ¿Me dirá usted cómo están los unos en los otros, y sin embargo no son sino una luz? El incrédulo se quedó en silencio por un momento, y después rápidamente dijo: No, no puedo. Pero, ¿lo cree usted? El interpelado no pudo decir que no. Los oyentes, entonces, se rieron en el acto de su tontería, luego de lo cual cambió la conversación.” Muchas veces, en cuestiones de fe, hay mucho escepticismo con respecto a sus doctrinas. La unidad del Padre con el Hijo, o, la presencia de Jesús el Cristo en medio nuestro, o, el dogma Trinitario, quizás sean preceptos bíblicos difíciles de entender de buenas a primeras. Sin embargo, cuando nos abrimos a la realidad que nos rodea y dejamos que el Espíritu Santo actúe nos vemos entonces sostenidos por la fe. 

sábado, 14 de agosto de 2021

El beneficio de la Palabra

“Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud, para que el hombre de Dios esté capacitado y completamente preparado para hacer toda clase de bien.” 2 Timoteo 3,16-17

“Un día, cuando Martín Lutero era estudiante, estaba en la biblioteca de su universidad buscando algunos libros, cuando tropezó con un extraño volumen que le llamó mucho la atención. Era un ejemplar de la Biblia en latín. Grande fue su asombro, porque siempre había creído que los fragmentos de la Biblia que se leen en los cultos de la iglesia a la cual él pertenecía, eran la Palabra de Dios completa. Su interés por este libro fue tan grande, que dijo que deseaba por sobre todas las riquezas, una Biblia. Poco después entró en un monasterio de frailes agustinos y el vicario general le regaló una Biblia que estudió con gran cuidado. Este estudio le facilitó el camino para su propia iluminación espiritual y para el gran trabajo de reformación que él emprendió.” Todo lo que debe saber un cristiano en cuanto a la revelación de Dios está contenido en su Palabra, la Biblia. En ella podemos encontrar no solo una guía fiel y segura tras la cual encaminar nuestros pasos, sino, también, consuelo y fortaleza al momento de la duda y la debilidad. En cada una de sus citas hallamos el testimonio de la acción de Dios a favor de una humanidad corrompida por el pecado y azotada por la maldad y por la muerte. Un Dios de misericordia y amor, revelado y manifestado en su Hijo, Cristo Jesús, para beneficio de muchos y provecho de todos. 

sábado, 7 de agosto de 2021

El amor de Dios todo lo perdona

“Así que se puso en camino y regresó a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión de él. Corrió a su encuentro, y lo recibió con abrazos y besos. El hijo le dijo: Padre mío, he pecado contra Dios y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo. Pero el padre ordenó a sus criados: Saquen pronto la mejor ropa y vístanlo; pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el becerro más gordo y mátenlo. ¡Vamos a celebrar esto con un banquete! Porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado.” Lucas 15,20-24

Se cuenta que cierto día “un caballero se encontró en una calle de una gran ciudad a un muchachito que veía a todos lados como en busca de alguien, y al parecer muy asustado. Acercándose el caballero a él le preguntó qué le ocurría; el niño le dijo que andaba en busca de su padre que se le había perdido. ¿Es tu papá un señor de tales y tales señas? Sí, señor, respondió el niño. Entonces no tengas cuidado, acabo de encontrarlo en la calle próxima y también él te anda buscando; no tardarás en encontrarlo; tú lo buscas y él te busca y tendrán que hallarse.” Al igual que el padre de la parábola, nuestro buen Dios siempre está atento a nuestro regreso; más aún, sale en nuestra búsqueda sin importar el tiempo que la misma lleve. Hasta el último instante sabemos que podemos volver la mirada, pegar la vuelta, y arrojarnos en sus brazos. El amor de Dios todo lo perdona. 

sábado, 31 de julio de 2021

Orar sin desanimarse

“Jesús les contó una parábola para enseñarles que debían orar siempre, sin desanimarse.” Lucas 18,1

Adoniram Judson, misionero que sirvió en Birmania durante casi cuarenta años, dijo, refiriéndose a la oración: “Arregla tus negocios, si es posible, de manera que puedas dedicar tranquilamente dos o tres horas del día no simplemente a ejercicios devocionales, sino a la oración secreta y a la comunión con Dios. Esfuérzate siete veces al día por alejarte de las preocupaciones mundanas y de los que te rodean, para elevar tu alma a Dios en tu retiro privado. Empieza el día levantándote a media noche y dedicando algún tiempo en el silencio y la obscuridad a esta obra sagrada. Que el alba te encuentre en esta misma preocupación, y haz otro tanto a las nueve, a las doce, a las tres, a las siete y a las nueve de la noche. Ten resolución en su causa. Haz todos los esfuerzos posibles para sostenerla. Considera que tu tiempo es corto y que no debes permitir que otros asuntos y compañías te separen de tu Dios.” Un recuerdo que me ha acompañado cada día de mi vida es el recuerdo de mi madre arrodillada al pie de su cama orando tanto a la mañana al levantarse como al anochecer al acostarse. En mayor o menor medida, en mi vida de fe, he tratado de seguir su ejemplo confiado, al igual que la viuda de la parábola, que más tarde o más temprano el Padre celestial atenderá mi plegaria. En tiempos de alegría ¡qué bueno poder agradecer por tanta dicha! En tiempos de necesidad y angustia ¡qué alivio y fortaleza saber que hay Alguien quien nos sostiene y fortalece!  

sábado, 24 de julio de 2021

Comprado con la sangre de Cristo

“Y ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí. Y la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a la muerte por mí.” Gálatas 2,20

D.L. Moody, quizás el evangelista más grande del siglo XIX, dijo cierta vez: “La gran dificultad es que la gente lo entiende todo en general, y no lo aplican a sí mismos. Supongan que un hombre viniera y me dijera: Moody, la semana pasada murió en Europa un hombre que dejó una herencia de cinco millones. Bien, le contestaría yo, no lo dudo; es cosa que ocurre con alguna frecuencia. Y ya no pensaría en ello. Pero supongan que me dice: Pero es a usted a quien ha dejado su dinero. Entonces comienzo a sentirme interesado; presto atención y pregunto: ¿A mí? Sí, usted es su heredero. Entonces quiero se me den todas las explicaciones. Del mismo modo, podemos pensar que Cristo murió por los pecadores; que murió por todos; pero no por alguno en particular. Pero cuando llego a comprender la verdad de que murió por mí, y que todas las glorias prometidas son mías, entonces es cuando comienzo a sentirme interesado.” Si uno pudiera preguntarse cuánto vale su vida, un bien podría responderse: La vida de un hombre colgado en una cruz. Así es, Cristo ha pagado con su sangre el precio por mi vida. Su amor se ha manifestado de una vez y para siempre en lo alto de esa cruz. Ese fue el gesto concreto y supremo de su amor para conmigo, y, también, para con la humanidad toda. 

sábado, 17 de julio de 2021

El poliedro ecuménico

“Hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo les ruego que todos estén siempre de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes. Vivan en armonía, pensando y sintiendo de la misma manera. 11 Digo esto, hermanos míos, porque he sabido por los de la familia de Cloe que hay discordias entre ustedes. 12 Quiero decir, que algunos de ustedes afirman: Yo soy de Pablo; otros: Yo soy de Apolo; otros: Yo soy de Cefas; y otros: Yo soy de Cristo. 13 ¿Acaso Cristo está dividido?” 1 Corintios 1,10-13a

Un poliedro es una figura sólida de tres dimensiones con caras planas, bordes rectos y esquinas agudas. Esta figura geométrica es recurrente en Francisco al momento de hablar de la unidad de los cristianos. Quizás no sea el poliedro una figura armónica o proporcional pero, he aquí lo importante,  todavía mantiene el conjunto. Más allá de los muchos Pablos, Apolos o Cefas que pueda haber contenidos en esta figura su centro y, también, la periferia que delimita su contorno sigue siendo Cristo. Es por esto que nuestra unidad en la fe tiene que ver con lo plural de quienes la conforman y con lo singular de aquello que nos contiene y nos une: Cristo Jesús. Él es, hoy y siempre, el centro de nuestra fe y nuestras vidas, motivo y propósito de nuestra unidad en la proclamación del Reino. Cada uno de nosotros y de nosotras, sin importar la confesionalidad, o, las aristas y características de cada uno, es un aporte valioso en este camino que se construye junto al otro, a la otra. Así que, pues, dejemos de intentar ser esfera y probemos más la dicha de ser poliedro. Amén. 

sábado, 10 de julio de 2021

Tiendeme tu mano, Señor

“Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: ¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué dudaste?” 

Mateo 14,31

Hay una anécdota que se refiere a Martín Lutero y dice lo siguiente: “Una vez estaba yo penosamente intranquilo por mis propios pecados, por la maldad del mundo, y por los peligros que rodeaban a la iglesia. Entonces mi esposa, vestida de luto, se acercó a donde estaba yo, y con gran sorpresa le pregunté quién había muerto. Con sus respuestas tuvimos el dialogo que sigue: ¿No sabes? ¡Dios en el cielo ha muerto! Pero, ¿cómo puedes decir semejante desatino, Catalina? ¿Cómo puede Dios morir? ¡Él es inmortal! ¿Es cierto esto? ¡Indudablemente! ¿Cómo puedes dudarlo? ¡Tan cierto como que hay Dios en el cielo, es que él nunca morirá! Y, entonces ¿por qué estás tan desalentado y abatido? Comprendí cuán sabia era mi esposa y dominé mi pensar.” También en nuestras vidas hay situaciones que causan pesar y tristeza. Otras que ocasionan temor e intranquilidad. Cuando eso ocurre nos abatimos y pareciéramos dudar del poder de Aquel que nos restaura y cobija entre sus brazos. Ya sea por nuestra propia maldad y pecado, o, por el pecado del mundo, muchas veces nuestra fe decae y perdemos el rumbo. Dudamos de todo aquello que antes era nuestra seguridad y firmeza. Suponemos en nuestro pesar que Dios ha muerto, o, al menos, nos ha abandonado. Al igual que Lutero también nosotros nos sentimos desalentados y abatidos. Es en ese preciso instante, y a causa de ello, que Jesús extiende su mano y nos sostiene, diciéndonos: ¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué dudaste? Y, seguramente, con toda ternura vuelve a enderezar nuestros pasos. 

sábado, 3 de julio de 2021

El mal que no quiero

“Me doy cuenta de que, aun queriendo hacer el bien, solamente encuentro el mal a mi alcance.” Romanos 7,21

Se cuenta que “en tiempos de persecuciones y martirios, llegó uno de los perseguidores a la casa de una mujer que había ocultado a uno de los fieles siervos y testigos de Cristo, y le preguntó: ¿En dónde está ese hereje? La mujer contesto: Abra aquel mueble y verá usted al hereje. El perseguidor abrió el mueble y sobre la ropa allí amontonada vio un espejo. ¡No hay aquí ningún hereje!, respondió encolerizado. Ah, le dijo ella, ¡observe usted el espejo y verá allí al hereje!”. Muchas veces ocurre que, en apariencia, aun queriendo hacer el bien hacemos el mal. Tentados como estamos de ver los errores ajenos jamás prestamos atención a los propios. El comentarista bíblico William Barclay escribe con respecto a esta cita: “En este pasaje Pablo está desnudando su propia alma; hablándonos de una experiencia que es de la esencia misma de la situación humana. Él sabía lo que era bueno; deseaba hacer lo que era bueno, y sin embargo no podría hacerlo. Sabía lo que era malo; lo último que hubiera querido era hacer lo malo, y sin embargo, lo hacía. Él se sentía acosado por ese sentimiento de frustración, esa capacidad para ver lo que era buena, y esa incapacidad para hacerlo; esa capacidad para reconocer lo que era malo, y esa incapacidad para contenerse de hacerlo.” El mismo sentir del apóstol es el nuestro, y, entre esos dos caminos confrontados transcurre nuestra vida. Reconocer el mal que anida en nosotros y nosotras es un buen comienzo para aceptar a Cristo, el único capaz de restaurarnos. 

sábado, 26 de junio de 2021

Llamados a lanzar redes

“Jesús pasaba por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano Andrés. Eran pescadores, y estaban echando la red al agua. Les dijo Jesús: Síganme, y yo haré que ustedes sean pescadores de hombres. Al momento dejaron sus redes y se fueron con él.” 

Marcos 1,16-18

“El pastor había predicado un sermón muy interesante acerca del discipulado. Después de esto una mujer se le acercó y le dijo: Yo soy una pobre viuda, tengo varios niños, y tengo que trabajar tejiendo todo el día. ¿Qué tiempo me queda para la tarea? El pastor la miró bondadosamente, y le dijo: ¿Quién le trae la leche? Ella contestó: El lechero. El pastor preguntó: ¿Quién le trae el pan? Ella respondió: El panadero. El pastor, sonriente, la miró y le dijo: Hermana, que Dios la ayude. La mujer se fue a su casa, y como ya era de noche se acostó; pero no pudo dormir ni olvidar esas palabras. La mañana siguiente se levantó más temprano que de costumbre, y no sacó la botella vacía. Cuando el lechero llegó y no vio dicha botella tocó en la puerta, salió la señora y con voz temblorosa le dijo al lechero: Escúcheme usted un momento por favor. Quiero hacerle una pregunta: ¿Alguna vez ha pensado en el sentido de su vida? El lechero la miró con ansiedad, y le dijo: Esa es la pregunta que he estado haciéndome las dos últimas semanas. La señora le dijo: Entre usted, y le diré algo sobre este asunto. En ese lugar y en ese momento aquella señora condujo a su lechero a Cristo, y él lo aceptó como su Señor y Salvador.” 

sábado, 19 de junio de 2021

Al contemplar la excelsa cruz

“Háblense unos a otros con salmos, himnos y cantos espirituales, y canten y alaben de todo corazón al Señor.” Efesios 5,19

Cierta vez “un muchacho que siempre asistía a los cultos, salió disgustado de los himnos escuchados durante el servicio, y le dijo a su padre: Papá, ¿por qué cantan himnos tan feos? Si no te gustan, le contestó su padre, escribe otros mejores. Isaac Watts, que así se llamaba el muchacho, no se disgustó sino que, por el contrario, ese mismo día escribió un himno y lo llevó para que lo cantaran en la iglesia. El himno gustó tanto, que rogaron al muchacho que escribiera otros, a lo cual él accedió gustoso. Escribía himnos cada vez que sentía deseos de hacerlo, y continuó escribiendo durante toda su vida. Este muchacho, a los siete años estudiaba gramática y latín; a los nueve aprendió el griego; a los diez el francés; y a los trece el hebreo. A los veinticuatro años predicó su primer sermón y continuó predicando y escribiendo himnos hasta una edad avanzada, pues murió a los setenta y cuatro años.” Uno de sus himnos más conocidos es ‘Al contemplar la excelsa cruz’, que dice: “Al contemplar la excelsa cruz en que el divino rey murió, cuantos tesoros ven la luz con gran desdén contemplo yo. No me permitas, Dios, gloriar más que en la muerte del Señor: Lo que más pueda ambicionar pronto abandono por su amor. De su cabeza, manos, pies, preciosa sangre allí corrió; corona vil de espinas fue la que Jesús por mí llevó. El mundo entero no será presente digno de ofrecer: Amor tan grande y sin igual en cambio exige todo el ser.”

sábado, 12 de junio de 2021

Hacia el suspirado puerto

“Por eso, nosotros, teniendo a nuestro alrededor tantas personas que han demostrado su fe, dejemos a un lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos enreda, y corramos con fortaleza la carrera que tenemos por delante.” Hebreos 12,1

Un autor anónimo escribió cierta vez este poema: “Como la gota que la peña horada, / cayendo levemente noche y día, / así consigue ver con alegría / la paciencia, su obra terminada. Nadie le estorba ni arrebata nada, / al perseguir su objeto con porfía; / prosigue su labor, y en Dios confía / hasta llegar al fin de la jornada. Con gotas de agua formáronse los mares / con menudas arenas, el desierto, / con minutos, períodos seculares. Con la paciencia y derrotero cierto, / el peregrino llega a sus hogares / y el navegante al suspirado puerto.” En el camino por el desierto de nuestras vidas. En el desandar los pasos tras el testimonio y el compromiso fecundo a favor del Reino. En el involucrarnos cada día en la proclamación de la Palabra. En toda tarea que la comunidad de fe emprende o realiza. Cada vez, toda vez, suelen surgir problemas y dificultades. Por eso, como creyentes en el Señor Jesucristo, debemos cultivar la paciencia para así poder dejar “a un lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos enreda” y correr “con fortaleza la carrera que tenemos por delante”. A pesar de los inconvenientes y sinsabores que puedan surgir en la prosecución del Reino, debemos confiar plenamente que es Él quien, a través de su Santo Espíritu, fructificará la obra. De nosotros y nosotras depende ponernos en marcha hacia el “suspirado puerto”

sábado, 5 de junio de 2021

El valor de las pequeñas cosas

“Cuida tu mente más que nada en el mundo, porque ella es fuente de vida.” Proverbios 4,23

Un pensamiento puede transformar nuestro entorno, cambiar el curso de los acontecimientos. Un pensamiento, por pequeño que sea, puede cambiar nuestras actitudes y la de otros. Podemos pensar el bien o el mal, y ambos, sabemos, tendrán consecuencias que se verán expresadas en nuestros actos. Por un pensamiento que emana de nuestra mente podemos crear y también destruir. Se cuenta que “el gran artista Miguel Ángel tardó mucho tiempo en dar los últimos toques a una de sus obras más famosas. Cierto amigo que lo visitaba casi todos los días le preguntaba siempre: ¿Qué has hecho hoy? A lo cual el maestro contestaba: Hoy he perfeccionado ese detalle en la mano, he mejorado la sombra en aquella arruga, he arreglado la luz en aquella parte del vestido, etcétera. Pero esas son pequeñeces, dijo un día el visitante. Ciertamente, contestó Miguel Ángel; pero la perfección se hace de pequeñeces; y la perfección no es ninguna pequeñez.” Todo el pensamiento del artista estaba puesto en esos pequeños detalles que, sabía, tendrían un valor incalculable en la obra una vez que esta estuviera finalizada. Así también cada uno de los pensamientos que emanan de nuestra mente, por pequeños que sean, obraran como consecuencia en la perfección de la tarea. En la consecución del Reino, cada gesto, cada palabra, cada acto donde podamos hacerlo presente, por pequeño que sea, hará posible allanarle el camino. Allí donde, al igual que el artista, estemos atentos a perfeccionar los pequeños detalles, a cuidar nuestra mente para que de ella manen pensamientos positivos, allí se hará presente Cristo, fuente de vida. 

sábado, 29 de mayo de 2021

El instrumento del perdón

“Dios hizo que Cristo, al derramar su sangre, fuera el instrumento del perdón. Este perdón se alcanza por la fe. Así quería Dios mostrar cómo nos hace justos: perdonando los pecados que habíamos cometido antes…” Romanos 3,25

Se cuenta que “un hombre muy rico había prestado en vida mucho dinero a varias personas. Siendo que era muy considerado, trataba con cariño a todos sus deudores y cuando se daba cuenta de que era imposible que le pagaran, ponía debajo de la cuenta su firma junto con la palabra: Perdonado. Después de su muerte, su esposa se dio cuenta que era mucho el dinero que amparaban las notas perdonadas y se dio a la tarea de cobrarlas. Tuvo que iniciar juicios legales hasta que el juez, al examinar uno de estos casos le preguntó: Señora, ¿es esta la firma de su esposo? Sí, contestó ella. De eso no hay duda. Entonces, dijo el Juez, no nada hay que obligue a estas personas a pagar cuando su esposo ha escrito la palabra perdonado.” Ciertamente nuestro buen Dios ha librado un cheque en blanco a favor de nuestras vidas. Cualquiera sea la suma o cantidad de nuestra deuda, Él, en su inmenso amor y misericordia, la ha saldado en la cruz de su Hijo Jesucristo. En la Biblia, palabra de Dios, leemos: “Así pues, ahora ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús…” (Romanos 8,1). Si este es nuestro sentir y pensar, entonces, sabemos que al pie de nuestras cuentas, y, junto a su firma, está escrita la palabra: Perdonado. Como dice el apóstol Pablo: “Dios hizo que Cristo, al derramar su sangre, fuera el instrumento del perdón.”

sábado, 22 de mayo de 2021

Señor, tu promesa está cumplida

“En aquel tiempo vivía en Jerusalén un hombre que se llamaba Simeón. Era un hombre justo y piadoso... El Espíritu Santo estaba con Simeón, y le había hecho saber que no moriría sin ver antes al Mesías... Guiado por el Espíritu Santo, Simeón fue al templo; y cuando los padres del niño Jesús lo llevaron también a él, para cumplir con lo que la ley ordenaba, Simeón lo tomó en brazos y alabó a Dios, diciendo: Ahora, Señor, tu promesa está cumplida: puedes dejar que tu siervo muera en paz. Porque ya he visto la salvación que has comenzado a realizar a la vista de todos los pueblos…” 

Lucas 2,35-32

“En un culto de oración el predicador dio el siguiente testimonio: Volábamos en un aeroplano de la ciudad de Denver, Estado de Colorado, a la de Chicago, Estado de Illinois. Por radio se le dijo al piloto que al llegar a esta ciudad no podría aterrizar porque había muchas nubes y las condiciones atmosféricas en general no eran favorables. Cuando llegamos sobre Chicago no veíamos nada, sino únicamente nubes blancas, y permanecimos media hora volando en círculos sobre la ciudad: Repentinamente el aeroplano descendió en línea recta y aterrizamos con precisión en la pista que nos correspondía. La constante comunicación entre el operador de radio del aeropuerto y el piloto, por ese medio que no veíamos ni entendíamos, hizo que pudiéramos descender en el momento y en el lugar más conveniente. Esto puede ilustrar cómo Dios se comunica con el hombre por medio del Espíritu Santo, y también puede ilustrar que podemos tener éxito en nuestra vida espiritual si obedecemos a Dios y al Espíritu Santo, como Simeón los obedeció.” 

sábado, 15 de mayo de 2021

Un vaso de leche

“Todos los que tengan sed, vengan a beber agua; los que no tengan dinero, vengan, consigan trigo de balde y coman; consigan vino y leche sin pagar nada. Vengan a mí y pongan atención, escúchenme y vivirán.” Isaías 55,1.3a

Duke K. McCall, pastor bautista estadounidense, relató cierta vez: “En la península de Corea la vida era extremadamente difícil; tanto así que en una familia un vaso de leche tenía que ser compartido por todos los niños que hubiera en ella, y eso era considerado como un lujo en la alimentación. Cada niño estaba acostumbrado a la escasez de leche, y ya sabía qué tanto debía beber cuando la tenían. Durante la guerra que hubo allí, muchos niños se extraviaron, y se dio el siguiente caso: Una enfermera de la Cruz Roja encontró a uno de esos niños, y al verlo perdido lo recogió, y dándose cuenta de que estaba hambriento, le dio un vaso de leche. El niño ansiosamente comenzó a beber; de repente dejó de hacerlo, y preguntó a la enfermera cuántos traguitos podía beber. La enfermera, conmovida y con lágrimas en los ojos, le dijo: Toda es para ti; bébela toda.” En medio del desierto de la vida, entre los cruces de caminos y la distancia. Allí donde las dificultades se hacen presentes y la sed abraza. Cuando los problemas se hacen presentes y la angustia nos supera. Cuando están hechas las preguntas y no hay cabida para las respuestas, solo el silencio. Allí la Palabra, allí la respuesta, allí el agua. Agua que sacia y satisface toda sed. Agua que limpia y purifica, agua que vivifica. Agua toda para mí, agua toda para ti. Aquí y ahora. 

viernes, 7 de mayo de 2021

¿Cumplimos los Mandamientos?

“Dios habló, y dijo todas estas palabras: Yo soy el Señor tu Dios… No tengas otros dioses aparte de mí. No te hagas ningún ídolo ni figura de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en el mar debajo de la tierra. No hagas mal uso del nombre del Señor tu Dios, pues él no dejará sin castigo al que use mal su nombre. Acuérdate del sábado, para consagrarlo al Señor. Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios. No mates. No cometas adulterio. No robes. No digas mentiras en perjuicio de tu prójimo. No codicies la casa de tu prójimo: no codicies su mujer, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que le pertenezca.” Éxodo 20, 1-4.7-8.12-17

“El editor de un periódico semanal necesitaba material para llenar una de sus columnas y, como no tenía otro por el momento, mandó que sin comentario alguno insertaran el Decálogo. Tres días después el editor recibió una carta de uno de los lectores de dicho semanario, y en ella decía: Favor de cancelar mi suscripción porque su editorial es demasiado personal en contra mía.” Todos conocemos los diez mandamientos. Quizás desde nuestra más tierna infancia forman parte de la memoria colectiva. Pero, he aquí la pregunta: ¿Los cumplimos? Pareciera que los mandamientos le hablan al otro, cuando en realidad me hablan a mí; a cada uno y cada una en particular. Cumplirlos, entonces, deben ser parte importante en nuestras vidas de fe de cada día. 

viernes, 30 de abril de 2021

Tomar conciencia de las consecuencias

“Así pues, por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado entró la muerte, y así la muerte pasó a todos porque todos pecaron.” Romanos 5,12

“Cierto día del mes de abril de 1947 en la ciudad de Texas, Estados Unidos de Norte América, ocurrió una violenta explosión, la cual fue considerada como la más grande producida hasta el momento, aparte de las explosiones atómicas que dieron fin a la Segunda Guerra Mundial. Tres barcos que contenían explosivos volaron por los aires, y la población de Texas fue inundada con flameantes desechos que destruyeron casi instantáneamente una fábrica de productos químicos valuada en diecinueve millones de dólares y produjo a su vez cientos de incendios. Hubo 551 muertos, 3.000 heridos graves, y una pérdida de cincuenta millones de dólares por los daños producidos en los edificios. Todos estos perjuicios fueron causados por la desobediencia de un estibador que, violando la prohibición expresa de fumar, fumó, y arrojó la colilla de su cigarrillo sobre alguna cosa inflamable; entonces se produjo un pequeño incendio que se comunicó a los depósitos de municiones, y después vino lo peor... la catástrofe. Todo, por la desobediencia de un solo hombre.” Muchas veces no tomamos plena conciencia que un pequeño acto puede ocasionar en nuestro entorno consecuencias irreversibles. Suele ocurrir que aquello que hacemos no sea hecho adrede o a propósito. Sin embargo, deberíamos prestar especial atención y cuidado a nuestras acciones. Tanto nuestros gestos como nuestras palabras pueden causar un daño que cause tanto dolor que sea imposible de remediar. Que podamos reflexionar precisamente en todo aquello que hacemos para así poder conocer sus consecuencias para con otros.