“Anda a ver a la hormiga, perezoso; fíjate en lo que hace, y aprende la lección: aunque no tiene quien la mande ni quien le diga lo que ha de hacer, asegura su comida en el verano, la almacena durante la cosecha.” Proverbios 6,6-8
Comparto un poema alusivo al tema de David Jorge Cirigliano: “A muchos molesta ¡es solo una hormiga! Su ejemplo, ¿agrede a los que están arriba? ¡Si ella sólo quiere trabajo y comida!, por eso anda siempre… de noche… de día. Cuando ve que es útil, se hace solidaria con cualquier vecina, le alivia su carga… no espera propina… ¡No especula nunca! …es solo una hormiga. Ella vive expuesta a los pisotones de grandes señores que viven arriba… pero igual persiste, aunque su dolor, ya sea rutina. ¡Ojalá los hombres fuesen como hormigas!, haciendo posible trabajar la tierra sin privar a nadie de hogar y comida, enterrando odios que tanto lastiman, donde se comience cada nuevo día, siendo solidarios. ¡Como un don de vida!” De lo profundo de la tierra surge el brote que será cosecha producto de las manos que han abierto el surco para depositar allí la semilla. Brote que es trigo, maíz, cebada, pan llevado a la mesa, pan que se comparte y alimenta, pan amable. Sudor que recorre el rostro del labriego, dejando surcos, dejando huellas, fecundas huellas. Como sudor recorre el cuerpo de aquel o aquella que trabaja. Sudor que es sangre y lágrima, sudor digno del que con sus manos va levantando puentes y no barreras. Sudor compartido conjugado en vida, como el pan sobre la mesa, como la esperanza presta que hace cierta la noche que dará paso al día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario