“Pues ustedes, que sobresalen en todo: en fe, en facilidad de palabra, en conocimientos, en buena disposición para servir y en amor que aprendieron de nosotros, igualmente deben sobresalir en esta obra de caridad.” 2 Corintios 8,7
Dwight L. Moody fue un conocido evangelista y editor estadounidense. “En una ocasión Moody reunió a un grupo de industriales y comerciantes cristianos para hablarles de los problemas financieros de una campaña de evangelización. ‘Vamos a hacer una reunión de oración ahora mismo’, dijo uno de ellos piadosamente, ‘para pedir al Señor que mande los medios’. ‘No’, dijo Moody con energía; ‘lo que hay que hacer es levantar una ofrenda ahora mismo’.” Uno de los grandes inconvenientes que se suscita al momento de la atención y mantenimiento de la obra del Señor es el económico. Nos desvelamos pensando en una y otra manera de sostener la tarea, y, muchas veces, olvidamos que la solución está en nosotros mismos. “Se cuenta que una iglesia tenía serios problemas de filtraciones en su techo. La feligresía estaba muy preocupada por el tema. Cierto domingo, luego de la predica, el pastor anunció: tengo una buena y una mala noticia con respecto al techo de nuestro templo. Como es usual la gente quiso saber antes que nada acerca de la primera. Pues bien, respondió el pastor, ya tenemos la plata para el arreglo del techo. La feligresía prorrumpió en gritos de júbilo, luego de los cuales alguien pregunto: ¿y cuál es la mala? Que la plata esta en nuestros bolsillos, respondió el clérigo.” La exhortación del apóstol es clara, si sobresalimos en fe, en buena disposición para servir y en amor, igualmente debemos sobresalir en obras de caridad.