miércoles, 29 de abril de 2009

Compartiendo lo vivido: Semana Santa en el sur

Estando lejos es difícil poder imaginarse la realidad que viven otras comunidades, otros hermanos y hermanas… Para acercarnos un poquito a la realidad quise compartir con ustedes mi experiencia de celebrar la Semana Santa en la Congregación “Semillas del Sur”
Comenzamos el día jueves en Bahía Blanca en dónde la pastora Estela Andersen realizó el lavado de pies; que en la mentalidad del pueblo judío era un gesto para recibir al huésped y lo realizaban los esclavos; eso es lo que tenemos que hacer unos a otros. Ese es el mandamiento del amor que tenemos que vivir con gestos y acciones; en un mundo tan individualista está la invitación a buscar el bien de los demás. Reflexionamos también sobre la felicidad que sentimos cuando somos bien recibidos, mas allá de nuestras condiciones, lo lindo de sentir que formamos parte; que Jesús tiene un proyecto para nosotros y nos lo presenta a través de algo común; de poder recibir y servir al hermano.
El día viernes puedo decir al igual que Estela: “comenzamos el rally de Semana Santa”; un recorrido similar al que hay que hacer los días previos a la Navidad; luego del medio día partimos hacia Ströeder, un pueblo a 200 km de Bahía; fue muy impresionante para mi, que estoy acostumbrada a los campos verdes de Entre Ríos (en dónde también hace falta lluvia); ver los campos llenos de arena; observar la sequía que hay en este lugar; los animales muertos en los campos, la arena que ya empieza a aparecer sobre la ruta, los fuertes vientos que provocan más tormentas…
Cuando llegamos a Ströeder, un grupo de personas nos esperaban en la casa de Anselma Albrecht para celebrar el culto del Viernes Santo; en el cuál reflexionamos acerca de las tantas muertes injustas que ocurren a diario; muertes sin sentido, teniendo presente que Jesús murió por nosotros; y su muerte sí tenía un propósito; Él ya hizo el sacrificio por nosotros; y desde la cruz nos deja su mensaje de amor que recordamos cada vez que compartimos la Santa Cena; por medio de ella Jesús permanece con nosotros y nosotras.
Luego del culto, mientras tomábamos mate la gente expresaba su preocupación por la falta de agua, los problemas por causa de la sequía; pero a pesar de esto se los observaba felices de poder reunirse, de estar juntos, y así, de ésta manera se fortalecían los unos a los otros.
A la tardecita, continuamos viajando, 85 km más al sur, rumbo a Carmen de Patagones; otra comunidad muy afectada por la sequía; dónde necesitan confiar en que juntos, todo se hace más fácil; y de esta manera poder estar mas unidos para sobrellevar la situación. Regresamos por la noche a Bahía Blanca y el día sábado luego del medio día marchamos rumbo a Alpachiri, a 250 km de Bahía, pasando también por San Martín; y aproximándonos ya a la Pascua, tuvimos allí el culto; pasamos la noche en la iglesia de Alpachiri, y el domingo por la mañana compartiendo la alegría de la Resurrección, celebramos allí el culto con la esperanza de nacer a una vida nueva, al igual que nace cada día, dejando atrás las cosas que no nos permiten avanzar… Se escuchaba a la gente alegre diciendo ¡Felices Pascuas! compartiendo en comunidad este día tan importante. .
Al mediodía almorzamos en la casa de la flia Mitzig, y luego de compartir una rica comida, emprendimos nuevamente el viaje, ahora hacia Coronel Suárez, recorrimos hasta ahí 230 km… Mientras viajábamos charlábamos sobre las distintas realidades que existen dentro de una misma congregación; cuántas personas afectadas por la sequía, comunidades con diferentes problemas que a pesar de esto continúan firmes en su fe, reuniéndose a compartir la Palabra de Dios, al igual que en su momento lo hicieron sus abuelos.
Estoy muy contenta de poder realizar mi año de observación en esta congregación, viendo de cerca el trabajo pastoral en este lugar de nuestra Iglesia y aprendiendo que en medio del desánimo que sentimos frente a algunas situaciones, Dios está presente.
Trabajemos para que la tristeza pueda ser cambiada en alegría; y estemos convencidos que aún en medio de las dificultades cotidianas no estamos solos porque el Señor no nos abandona.

“Y si el viento arrecia y todo se nos quiere hundir y vemos todo negro y nadie se anima a seguir. Vayamos alegres, Jesús dice: no tengan miedo. Vení no te quedes, que ya volvemos a empezar.” (Vayamos alegres- canc. Sinodal Nº1)

Paula Fogel

Imágenes

Alpachiri

San Martín

Stroeder
Carmen de Patagones

miércoles, 22 de abril de 2009

¡A no tirarse a morir!

Viento y arena… es todo lo que hay. Kilómetros y kilómetros de dunas, algunos pastos secos, carcazas de vacas muertas, alambrados tapados por la arena. Los campos están desiertos, los corrales vacíos, casi ridículos, sin sentido…

Para el que no ha pasado por estos caminos antes piensa: ¿a quién se le ocurre poner una chacra tan bien acondicionada en un lugar tan inhóspito? La arena vuela por las orejas y no se puede abrir los ojos. La arena golpea la piel, la castiga, como también el corazón y la esperanza de los campesinos de aquellos lugares. Se han tenido que ir al pueblo: en el campo no se puede ni respirar, los días de viento (que son los más) el polvo inunda el interior de las casas… ya no queda nada, ni un animal para cuidar…

Todo es muy triste y afecta no sólo a los campesinos directamente, sino a toda la población de Ströeder, Carmen de Patagones, Viedma y otros poblados más pequeños.

Los abuelos pagan la escolaridad a sus nietos con la jubilación, porque los padres, los jóvenes, la fuerza de trabajo, no tienen cómo hacerlo. Las familias se han ido cerrando puertas adentro, como los productores sus tranqueras…

¿Qué decir? ¿qué hacer? Estas son las preguntas que nacen desde el corazón. ¿Cómo hablar de esperanza? ¿cómo hablar de futuro?

La tierra vuela con las esperanzas, la política del gobierno no los tiene en cuenta, porque son pocos, sus votos no cambian nada. Existe un proyecto de implementación de riego desde el río Negro similar a la del otro lado del río, pero ahí está, sólo es un proyecto, y de ahí no pasa. ¿Qué tiene que pasar para que se escuche la voz de los desesperados? ¿quién gana cuando otros están perdiendo tanto?

La desesperación es grande igual que la incertidumbre, ¿qué va a pasar mañana? ¿de qué vamos a vivir? Palabras y preguntas que nadie contesta.

La sequía… el agua que no viene… la lluvia que no cae… polvo y más polvo… tormentas de arena…

En 1 Reyes 17:7-24, el pueblo de Dios también experimenta la sequía, cuenta del torrente que se secó por falta de lluvia, de la miseria en la que cayó el país por falta de agua… y también cuenta la historia de una mujer viuda que vivía con su hijo…

Parece que la mujer estaba tan mal que su plan era amasar un pan, comerlo y echarse a dormir junto a su hijo hasta que los sorprendiera la muerte, así de oscuro veía el futuro. Vino Elías y le pide que le haga un pan con la última harina que le quedaba, para comerla entre los tres, con la promesa de Dios que:

“No se acabará la harina en la tinaja,
no se agotará el aceite en la orza
hasta el día en que Yahveh conceda
la lluvia sobre la haz de la tierra.”


Después el niño cae enfermo y muere, entonces, de la mano de Elías, Dios lo vuelve a la vida y se lo entrega en los brazos de su madre. Ella reconoce entonces la grandeza de Dios, y que Elías es un hombre de Dios.

Una historia conmovedora, en medio de una gran sequía, en donde renace la esperanza a partir de la comunión y el acompañamiento mutuo. Un modelo para llevar a la práctica en situaciones similares, un modelo, tal vez, para los habitantes de Ströeder y la comarca Patagones-Viedma…

¿Qué se puede hacer en medio de la desesperación, de la arena que vuela, de los pastos secos, de los animales muertos? ¿tirarse a morir después de haber comido el último pan?

¡De ninguna manera!

Hay cosa para hacer, hay formas de soportar hasta que “Dios conceda la lluvia sobre la haz de la tierra”. Así como Elías obligó a la mujer a compartir lo poco que tenía (el texto dice que le gritó) para sacarla del estado de depresión y de la pasividad, de la misma manera es necesario sacudir a la gente de Patagones y alrededores. Es necesario sacudir a los que están bajando los brazos y entregándose ante esta realidad tan dura, para que despierten, para sacarlos de la depresión y la pasividad.

Compartir y hablar de sus sufrimientos, ver que hay otros que están en las mismas condiciones, escuchar las experiencias de otros que no se han dejado caer, puede servir para salir adelante, para lograr aguantar.

Confiar que Dios está junto al que sufre, que está ahora entre ellos, los que están padeciendo las consecuencias de esta sequía tan prolongada, y que a pesar de los pronósticos, no le hará faltar lo necesario para la vida, y que tiene el poder de resucitar, de volver a la vida lo que estaba muerto, esa es la esperanza que los puede sostener.

Siempre hay algo para hacer, pero nunca solos, siempre en comunidad, compartiendo, apuntalándose. Bajar los brazos, y decir “ya está, no puedo más” es lo que los oportunistas esperan, y eso no lo debemos permitir.

Cuando unimos nuestras aflicciones y debilidades, y las ponemos en las manos de Dios, se transforman en fortaleza y la creatividad comienza a actuar. Confiar en el poder de Dios, confiar que a través de palabra, de la reflexión en comunidad, se sale fortalecido y renovado, es una de las claves para salir adelante.

Hay tiempos buenos y tiempos malos, el libro de Eclesiastés lo dice muy claramente: “Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo” (3:1).

Ahora es tiempo de sequía, pero la lluvia vendrá, cuando sea su tiempo. Los tiempos de Dios no son los mismos que los nuestros, por eso desesperamos. Justamente por esa razón Jesús, a través de su grupo de seguidores, nos enseña que si nos mantenemos unidos y compartimos nuestras tristezas y preocupaciones, ese tiempo pasará más rápido y mejor. Y aunque la arena vuele por las orejas y nos la sacuda lastimándonos la piel, la fe en Dios y en su protección no permitirán que nos tiremos a morir.

Estela Andersen

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Charla en Patagones

El 28 de Marzo, en la Biblioteca Municipal de Carmen de Patagones, se llevó adelante una charla sobre la Trata y Tráfico de Personas, sobre todo de Niños, Niñas y Adolescentes. La finalidad de la charla era instalar este tema en el pueblo de Carmen de Patagones y Viedma. Estuvo a cargo de la pastora Estela Andersen, quien presentó el tema, luego abrió el debate en busca de un diálogo sincero y de pensar alternativas convocantes, ya que la presencia de público fue escasa a pesar de su amplia difusión.

A pesar de ello, los participantes, lejos de debilitarse, ya están planificando una serie de cine-debates presentando nuevamente el tema, esta vez en los barrios, en los lugares en donde puedan encontrar eco.

Una de las conclusiones a las que se llegó es el temor que provoca este tema, ya que nadie es libre de ser objeto de este flagelo, que no sólo afecta a nuestro país, sino al mundo entero.