Comenzamos el día jueves en Bahía Blanca en dónde la pastora Estela Andersen realizó el lavado de pies; que en la mentalidad del pueblo judío era un gesto para recibir al huésped y lo realizaban los esclavos; eso es lo que tenemos que hacer unos a otros. Ese es el mandamiento del amor que tenemos que vivir con gestos y acciones; en un mundo tan individualista está la invitación a buscar el bien de los demás. Reflexionamos también sobre la felicidad que sentimos cuando somos bien recibidos, mas allá de nuestras condiciones, lo lindo de sentir que formamos parte; que Jesús tiene un proyecto para nosotros y nos lo presenta a través de algo común; de poder recibir y servir al hermano.
El día viernes puedo decir al igual que Estela: “comenzamos el rally de Semana Santa”; un recorrido similar al que hay que hacer los días previos a la Navidad; luego del medio día partimos hacia Ströeder, un pueblo a 200 km de Bahía; fue muy impresionante para mi, que estoy acostumbrada a los campos verdes de Entre Ríos (en dónde también hace falta lluvia); ver los campos llenos de arena; observar la sequía que hay en este lugar; los animales muertos en los campos, la arena que ya empieza a aparecer sobre la ruta, los fuertes vientos que provocan más tormentas…
Cuando llegamos a Ströeder, un grupo de personas nos esperaban en la casa de Anselma Albrecht para celebrar el culto del Viernes Santo; en el cuál reflexionamos acerca de las tantas muertes injustas que ocurren a diario; muertes sin sentido, teniendo presente que Jesús murió por nosotros; y su muerte sí tenía un propósito; Él ya hizo el sacrificio por nosotros; y desde la cruz nos deja su mensaje de amor que recordamos cada vez que compartimos la Santa Cena; por medio de ella Jesús permanece con nosotros y nosotras.
Luego del culto, mientras tomábamos mate la gente expresaba su preocupación por la falta de agua, los problemas por causa de la sequía; pero a pesar de esto se los observaba felices de poder reunirse, de estar juntos, y así, de ésta manera se fortalecían los unos a los otros.
A la tardecita, continuamos viajando, 85 km más al sur, rumbo a Carmen de Patagones; otra comunidad muy afectada por la sequía; dónde necesitan confiar en que juntos, todo se hace más fácil; y de esta manera poder estar mas unidos para sobrellevar la situación. Regresamos por la noche a Bahía Blanca y el día sábado luego del medio día marchamos rumbo a Alpachiri, a 250 km de Bahía, pasando también por San Martín; y aproximándonos ya a la Pascua, tuvimos allí el culto; pasamos la noche en la iglesia de Alpachiri, y el domingo por la mañana compartiendo la alegría de la Resurrección, celebramos allí el culto con la esperanza de nacer a una vida nueva, al igual que nace cada día, dejando atrás las cosas que no nos permiten avanzar… Se escuchaba a la gente alegre diciendo ¡Felices Pascuas! compartiendo en comunidad este día tan importante. .
Al mediodía almorzamos en la casa de la flia Mitzig, y luego de compartir una rica comida, emprendimos nuevamente el viaje, ahora hacia Coronel Suárez, recorrimos hasta ahí 230 km… Mientras viajábamos charlábamos sobre las distintas realidades que existen dentro de una misma congregación; cuántas personas afectadas por la sequía, comunidades con diferentes problemas que a pesar de esto continúan firmes en su fe, reuniéndose a compartir la Palabra de Dios, al igual que en su momento lo hicieron sus abuelos.
Estoy muy contenta de poder realizar mi año de observación en esta congregación, viendo de cerca el trabajo pastoral en este lugar de nuestra Iglesia y aprendiendo que en medio del desánimo que sentimos frente a algunas situaciones, Dios está presente.
Trabajemos para que la tristeza pueda ser cambiada en alegría; y estemos convencidos que aún en medio de las dificultades cotidianas no estamos solos porque el Señor no nos abandona.
“Y si el viento arrecia y todo se nos quiere hundir y vemos todo negro y nadie se anima a seguir. Vayamos alegres, Jesús dice: no tengan miedo. Vení no te quedes, que ya volvemos a empezar.” (Vayamos alegres- canc. Sinodal Nº1)
Paula Fogel
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