miércoles, 29 de septiembre de 2021

Apartarse de todo mal

“Apártense de toda clase de mal.” 1 Tesalonicenses 5,22.


“Se dice que donde se deja entrar el pecado como suplicante, se queda como tirano. Una leyenda árabe dice que cierto molinero un día fue sorprendido por un camello que metió la cabeza por la puerta de la tienda en que estaba durmiendo, y que le dijo: Afuera hace mucho frío, permíteme meter tan sólo las narices. El árabe le dio permiso de hacerlo así; pero pronto había metido todo el cuerpo, lo cual no era muy agradable al molinero, quien comenzó a quejarse diciendo que el cuarto era muy chico para los dos. Entonces el camello respondió: Si tú estás incómodo puedes salirte; yo, por mi parte, voy a quedarme donde estoy. Hay pecados, que a manera de ese camello, sólo quieren un lugarcito en el corazón humano, y cuando se les da, se meten y ocupan todo el corazón, después no quieren salir y dicen: Aquí nos quedamos, suceda lo que suceda; no saldremos para nada.” Por eso la exhortación del apóstol es no dar cabida al pecado en nuestras vidas. Cierto es que esto no es cosa fácil, pues el pecado, la maldad, el egoísmo, el odio, los malos pensamientos y las malas acciones, están allí nomás, bien cerquita nuestro. Evitar el pecado, o en palabras de Pablo, apartarse del mal, debiera ser práctica cotidiana en nuestra vida de fe y testimonio público como cristianos y cristianas. Dejar de lado todo aquello que nos separe de Dios y rompa la relación con nuestros hermanos y nuestras hermanas debiera ser nuestro cometido cada día de nuestras vidas. Y, por encima de todo, el amor como fundamento de nuestras relaciones. 

viernes, 24 de septiembre de 2021

Orar, siempre y en todo lugar

“Oren en todo momento.” 1 Tesalonicenses 5,17

Cierta vez, “una antigua maestra de escuela llegó a estar paralítica, y dijo a Dios: ¿Cómo puedo servirte, Señor, en esta condición en que estoy imposibilitada? Y le pareció que Dios le decía: Todavía puedes orar. Entonces ella pensó que esto era su gran comisión. Desde entonces la antigua maestra de escuela se puso a orar de una manera especial: ocupaba las mañanas orando por la obra misionera que se hace en un lado del globo terráqueo; y las tardes, orando por la obra misionera que se hace en el otro lado.” Orar, siempre y en todo lugar. No hay motivo alguno para dejar de hacerlo. Especialmente aquella oración intercesora, aquella que se hace a favor de otra persona o de una situación determinada, que tan bien hace a la obra y al ministerio a favor del Reino. Se cuenta que “una joven madre jamás podrá olvidar que, lo último que vio en el momento en el que un violento terremoto sacudía a Armenia, en Colombia, fue el rostro sorprendido de su hijo de seis años cuando lo empujó para evitar que una pared cayera sobre su cuerpecito. La mujer no salía de su asombro y batallaba, minutos después, con la zozobra de saber qué había ocurrido con el menor. Alrededor una inmensa nube de polvo. A lo lejos, el sonido de las ambulancias y los vehículos de la policía. En cuestión de segundos todo estaba destruido. Años después, su hijo contaría que gracias a que su madre se interpuso a tiempo, estaba vivo. Agradecía esa decisión de la joven progenitora. Ella solo sufrió alguna que otra contusión que no pasó a mayores.”   

viernes, 17 de septiembre de 2021

Ser carbón o diamante

“Yo podría gloriarme de alguien así, pero no de mí mismo, a no ser de mis debilidades. Aunque si quisiera yo gloriarme, eso no sería ninguna locura, porque estaría diciendo la verdad; pero no lo hago, para que nadie piense que soy más de lo que aparento o de lo que digo, juzgándome por lo extraordinario de esas revelaciones.” 

2 Corintios 12,5-7a

Se cuenta que en un curso de confirmación, el pastor comentó lo siguiente ante un grupo de adolescentes: “El carbón y el diamante son del mismo material: de carbón. El carbón absorbe la luz; el diamante la refleja. Hay cristianos que son semejantes al carbón y los hay que son semejantes al diamante. Al examinar sus creencias, son iguales; pero al examinar su experiencia religiosa... y al observar su vida, sus costumbres, su utilidad en la iglesia y en la sociedad... ¡no son iguales! Uno es opaco y otro es luminoso. Cada cristiano debe examinarse para saber si es carbón o si es diamante.” Un himno que solía cantar de niño comenzaba con la siguiente estrofa: Nunca esperes el momento de una grande acción, ni que pueda lejos ir tu luz; de la vida a los pequeños actos da atención, brilla en el sitio donde estés. Como cristianos y cristianas somos llamados y llamadas a reflejar la luz de Cristo en nosotros y nosotras. Gloriarnos de nuestras debilidades para que sea el poder de Dios manifestado en Jesús el que se manifieste. Dar testimonio al mundo en lo cotidiano anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios. Comprometidos con el Evangelio de Aquel que confesamos Señor y Salvador de nuestras vidas. Ser diamantes, luminosos, testigos fieles de Cristo. 

viernes, 10 de septiembre de 2021

Con tres minutos bastan

“Delante de Dios y de Cristo Jesús, que vendrá glorioso como Rey a juzgar a los vivos y a los muertos, te encargo mucho que prediques el mensaje, y que insistas cuando sea oportuno y aun cuando no lo sea. Convence, reprende y anima, enseñando con toda paciencia.” 

2 Timoteo 4,1-2

John Wilbur Chapman, quien fue evangelista presbiteriano, y, que, generalmente viajaba con el cantante de góspel Charles Alexander, contó cierta vez la siguiente anécdota: “Se dice que al principio de la Primera Guerra Mundial un clérigo de la Iglesia de Inglaterra compareció ante Guillermo Taylor, obispo, y capellán general del ejército británico, para pedir colocación como capellán. Se dice que el obispo Taylor lo miró intensamente por un momento y sacando su reloj de bolsillo le dijo: Imagínese que yo soy un soldado moribundo, que sólo tengo tres minutos de vida, ¿qué tiene que decirme? El clérigo quedó confundido y no dijo nada. Entonces el obispo le dijo: Ahora tengo dos minutos de vida, ¿qué puede decirme para el bien de mi alma? Aun con esto, el clérigo permaneció callado. Entonces el obispo volvió a decirle: sólo tengo un minuto de vida, ¿me dirá algo? Entonces el clérigo sacó su libro de oración, pero el obispo le dijo: No saque ese libro, pues no es oportuno para esta ocasión. Y puesto que el clérigo no pudo decirle nada al soldado moribundo, fracasó en su deseo de ser capellán del ejército.” Tres minutos bastan, aun un par, aun uno. Tres minutos para tomar la mano de quien moribundo espera consuelo y fortaleza para el tránsito que ha de dar confiado en que Dios, en su Gracia, no lo dejará solo. 

viernes, 3 de septiembre de 2021

Predicarle al mundo

“Gracias a Dios que siempre nos lleva en el desfile victorioso de Cristo y que por medio de nosotros da a conocer su mensaje, el cual se esparce por todas partes como un aroma agradable. Porque nosotros somos como el olor del incienso que Cristo ofrece a Dios, y que se esparce tanto entre los que se salvan como entre los que se pierden. Para los que se pierden, este incienso resulta un aroma mortal, pero para los que se salvan, es una fragancia que les da vida. ¿Y quién está capacitado para esto? Nosotros no andamos negociando con el mensaje de Dios, como hacen muchos; al contrario, hablamos con sinceridad delante de Dios, como enviados suyos que somos y por nuestra unión con Cristo. Cuando decimos esto, ¿les parece que estamos comenzando otra vez a alabarnos a nosotros mismos? ¿O acaso tendremos que presentarles o pedirles a ustedes cartas de recomendación, como hacen algunos? Ustedes mismos son la única carta de recomendación que necesitamos: una carta escrita en nuestro corazón, la cual todos conocen y pueden leer. Y se ve claramente que ustedes son una carta escrita por Cristo mismo y entregada por nosotros; una carta que no ha sido escrita con tinta, sino con el Espíritu del Dios viviente; una carta que no ha sido grabada en tablas de piedra, sino en corazones humanos.” 
2 Corintios 2,14-3,3

“¿Cómo puede lograr tanto progreso en su iglesia?, preguntaron cierto día a un famoso pastor de Boston. He aquí su respuesta: Porque yo predico dos veces en el templo cada domingo, pero cada uno y cada una de los miembros de la iglesia predica un sermón en el mundo cada día.”