martes, 22 de diciembre de 2020

sábado, 21 de noviembre de 2020

La práctica de la justicia

 “La justicia es el orgullo de una nación; el pecado es su vergüenza.” Proverbios 14,34

Francis Nathan Peloubet, clérigo, autor y editor, dijo cierta vez: “Hay un largo escrito de advertencias colocado firmemente en la pared de cada pecador. Por algún tiempo, este escrito puede ser invisible, como la escritura llamada ‘simpática’, que no se puede ver hasta poner el papel en contacto con el fuego o con ciertas substancias químicas; pero ese escrito está grabado en donde los ojos del pecador lo verán algún día, y está allí como una amonestación para el arrepentimiento. Igualmente, las leyes eternas de Dios, y su providencia, son como una mano gigante que escribe el desastre de cada nación que no quiere ser justa. Sería muy bueno que esas naciones pudieran ver el manuscrito y leer con atención lo que allí se dice.” La justicia, sabemos, es uno de los atributos del Reino. Justicia que es producto del amor y hacedora de la paz. Cuando esta no existe es porque el amor se ausenta y, consecuentemente, se ausenta la justicia. Allí es entonces que entra el pecado al mundo, interrumpiendo las plenas relaciones entre los hombres, y, las relaciones de los hombres con Dios. Por eso, toda nación que se precie de ser cristiana debe abogar incansablemente por la consecución de la justicia, teniendo como marco la justicia de Dios cuyo testimonio hallamos en su Palabra. Lo contrario de esto es la injusticia, la vergüenza del pecado, la práctica del desamor. No podemos construir un mundo solidario y justo sin esos gestos de amor que hagan posible una sociedad más humana, más fraterna, fundada en el amor y la misericordia del Dios altísimo. 

viernes, 20 de noviembre de 2020

Carbones en la hoguera

 “No dejemos de asistir a nuestras reuniones, como hacen algunos, sino animémonos unos a otros; y tanto más cuanto que vemos que el día del Señor se acerca.” Hebreos 10,25

“Un feligrés en particular era la preocupación del pastor. En vano le hablaba con amor para ayudarlo a participar fielmente de los cultos. Pero todo parecía en vano. Un día, al visitarlo, lo halló sentado ante el fuego del hogar, calentándose. El pastor, después de saludarlo, se sentó junto a él; y tomando las tenazas se dedicó a tomar los carbones de la hoguera para ponerlos separados unos de otros. El miembro de la iglesia dejó que el pastor hiciera eso y no le dijo nada. El pastor preguntó: ¿Qué les sucederá ahora, separados cómo están? Se apagarán, contestó el miembro. Siguió un momento de silencio. Al fin el hombre habló: Soy uno de estos carbones, ¿verdad, pastor? Exactamente, respondió el pastor. Entonces aquel hermano dijo: Vamos a orar a Dios, pastor, para que no lo sea más desde este día. Y desde aquel día este miembro negligente se mostró más fiel a su comunidad, a su iglesia, y a su Señor.” Todo aquel que ha sido bautizado y recibido como miembro de una congregación es de vital importancia para la conformación, testimonio y compromiso de la iglesia de Jesucristo. Por eso se hace imprescindible sostener a nuestras comunidades no solo con nuestras ofrendas sino, también, con nuestra participación cultica activa. El culto es el centro de nuestras comunidades de fe y, a su vez, es el punto de encuentro que, como hermanos y hermanas, tenemos para profundizar la comunión y el diálogo fraterno. Dios nos bendiga en plenitud. Amén. 

jueves, 19 de noviembre de 2020

¡Ojo con la soberbia!

 “…mientras el rey se paseaba por la terraza de su palacio…, dijo: ¡Miren qué grande es Babilonia! Yo, con mi gran poder, la edifiqué…, para dejar muestras de mi grandeza. Todavía estaba hablando… cuando se oyó una voz del cielo, que decía: Oye esto, rey Nabucodonosor. Tu reino ya no te pertenece; serás separado de la gente y vivirás con los animales;… hasta que reconozcas que el Dios altísimo tiene poder sobre todas las naciones…, y que es él quien pone como gobernante a quien él quiere. En ese mismo instante se cumplió la sentencia anunciada, y Nabucodonosor fue separado de la gente; comió hierba…, y el rocío empapó su cuerpo, hasta que el pelo y las uñas le crecieron como si fueran plumas y garras de águila.” 

Daniel 4,29-33

“Un hombre se jactaba de que no había nada que pudiese sujetar su voluntad a Dios y que le impidiera proceder como él quisiera. Un domingo, mientras sus vecinos iban al culto, él se quedó en casa trabajando, para demostrar así que él hacía lo que quería. Pero durante su trabajo le ocurrió un accidente que le ocasionó la pérdida total de un ojo y le dañó gravemente el otro. Durante el tiempo que tuvo que permanecer en casa para atenderse, reflexionó sobre su estado físico y reconoció lo peligroso de él. Por el peligro en que había estado su cuerpo, comprendió el peligro en que se hallaba su alma, si no se humillaba y arrepentía de sus pecados delante del Señor. Así lo hizo, y desde entonces pudo dar alabanza al Señor por su gracia y misericordia, y por haberle hecho reconocer su soberbia por medio de aquel accidente.”  

jueves, 22 de octubre de 2020

Las obras de caridad

“Pues ustedes, que sobresalen en todo: en fe, en facilidad de palabra, en conocimientos, en buena disposición para servir y en amor que aprendieron de nosotros, igualmente deben sobresalir en esta obra de caridad.” 2 Corintios 8,7

Dwight L. Moody fue un conocido evangelista y editor estadounidense. “En una ocasión Moody reunió a un grupo de industriales y comerciantes cristianos para hablarles de los problemas financieros de una campaña de evangelización. ‘Vamos a hacer una reunión de oración ahora mismo’, dijo uno de ellos piadosamente, ‘para pedir al Señor que mande los medios’. ‘No’, dijo Moody con energía; ‘lo que hay que hacer es levantar una ofrenda ahora mismo’.” Uno de los grandes inconvenientes que se suscita al momento de la atención y mantenimiento de la obra del Señor es el económico. Nos desvelamos pensando en una y otra manera de sostener la tarea, y, muchas veces, olvidamos que la solución está en nosotros mismos. “Se cuenta que una iglesia tenía serios problemas de filtraciones en su techo. La feligresía estaba muy preocupada por el tema. Cierto domingo, luego de la predica, el pastor anunció: tengo una buena y una mala noticia con respecto al techo de nuestro templo. Como es usual la gente quiso saber antes que nada acerca de la primera. Pues bien, respondió el pastor, ya tenemos la plata para el arreglo del techo. La feligresía prorrumpió en gritos de júbilo, luego de los cuales alguien pregunto: ¿y cuál es la mala? Que la plata esta en nuestros bolsillos, respondió el clérigo.” La exhortación del apóstol es clara, si sobresalimos en fe, en buena disposición para servir y en amor, igualmente debemos sobresalir en obras de caridad. 

martes, 20 de octubre de 2020

Cuida tu lengua

“…la lengua; es una parte muy pequeña del cuerpo,… capaz de grandes cosas. ¡Qué bosque tan grande puede quemarse por causa de un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego. Es un mundo de maldad…, que contamina a toda la persona. …hace arder todo el curso de la vida. El hombre es capaz de dominar toda clase de fieras, de aves, de serpientes y de animales del mar, y los ha dominado; pero nadie ha podido dominar la lengua. Es un mal que no se deja dominar y que está lleno de veneno mortal. Con la lengua, lo mismo bendecimos a nuestro Señor y Padre, que maldecimos a los hombres creados por Dios… De la misma boca salen bendiciones y maldiciones.” 

Santiago 3,5-10

Charles Spurgeon fue un pastor bautista reconocido por sus prédicas, tanto que es llamado ‘el príncipe de los predicadores’.  “En cierta ocasión lucía una larga y vistosa corbata de aquellas que estaban de moda en la época en que llenaba los templos y salones de espectáculos más grandes de Londres. Después de la predicación, se le acercó una señora que era conocida de él: de esas que son muy devotas; pero cuya mayor preocupación es descubrir los defectos del prójimo. Señor Spurgeon, le dijo, he traído mis tijeras; pues deseo acortarle esa corbata que es muy mundana y demasiado larga para un predicador del evangelio. Corte como quiera, señora, fue la respuesta. Pero antes permítame usar sus tijeras para cortar algo que usted lleva, una cosa que es demasiado larga, y que produce grave daño a su testimonio cristiano. La mujer sorprendida, no se opuso en absoluto. Entonces Spurgeon, sonriendo, le dijo: Saque la lengua, señora.” 

jueves, 15 de octubre de 2020

Poner en práctica el Evangelio

“Pero no basta con oír el mensaje; hay que ponerlo en práctica, pues de lo contrario se estarían engañando ustedes mismos. El que solamente oye el mensaje, y no lo practica, es como el hombre que se mira la cara en un espejo: se ve a sí mismo, pero en cuanto da la vuelta se olvida de cómo es. Pero el que no olvida lo que oye, sino que se fija atentamente en la ley perfecta de la libertad, y permanece firme cumpliendo lo que ella manda, será feliz en lo que hace.” Santiago 1,22-25

Cierta vez, “cuando una anciana salía de la iglesia, una amiga la encontró y le preguntó: ¿Ya terminó el sermón? No, respondió la anciana, ya lo predicaron, pero no se ha terminado. Ahora voy a hacer mi parte del sermón, a vivirlo. Cuando una congregación, por pequeña que sea reacciona de manera tal por causa del Evangelio de Jesucristo, el beneficio es incalculable.” Muchas veces ocurre que alabamos las bondades de una buena predicación. Ya sea por la expresividad y efusividad de quien predica, o, por su carisma, nos extasiamos en aquello que escuchamos olvidando que: 

1. A quien debemos oír es al Evangelio, y, 

2. Aquello que el Evangelio proclama debe ser puesto por obra. 

La escucha atenta de la Palabra debe llevarnos a la acción concreta como testimonio de aquello que hemos oído. El apóstol es sumamente claro en este sentido: “…no basta con oír el mensaje; hay que ponerlo en práctica…” Sabemos que, si realmente creemos en la Palabra de Dios, esta debe ser puesta por práctica una y otra vez todos los días de nuestras vidas. Dios bendiga nuestro testimonio. Amén. 

miércoles, 14 de octubre de 2020

Para un camino de santidad

“Oh Dios, examíname, reconoce mi corazón; ponme a prueba, reconoce mis pensamientos; mira si voy por el camino del mal, y guíame por el camino eterno.” Salmo 139,23-24

“Juan Wesley, iniciador del movimiento metodista, dijo que el hombre más santo lo era porque diariamente se examinaba para saber si su proceder estaba de acuerdo con los planes de Dios, para lo cual se hacía las siguientes preguntas: 

1. ¿Desperté espiritualmente y tuve cuidado de guardar mi mente de pensamientos errantes, cuando me levanté esta mañana? 

2. ¿Me he acercado a Dios en oración o he dado lugar a la pereza y a la desidia espiritual? 

3. ¿Se ha debilitado mi fe por no haber velado, o ha sido avivada por haberla puesto en actividad hoy? 

4. ¿He andado hoy por fe, y he procurado ver a Dios en todas las cosas? 

5. ¿Me he negado a mí mismo al usar palabras y al expresar pensamientos poco bondadosos? ¿Me he debilitado espiritualmente al ver que prefieren a otros en mi lugar? 

6. ¿He aprovechado mi tiempo precioso, mis fuerzas y mis oportunidades según la luz que Dios me ha dado? 

7. ¿He guardado mi corazón en un ambiente de gracia, de modo que haya sacado provecho? 

8. ¿Qué he hecho hoy por los cuerpos y por las almas de los santos? 

9. ¿He derrochado cualquier cosa por agradarme a mí mismo, cuando podía haber guardado el dinero para la casa de Dios? 

10. ¿He gobernado bien mi lengua, recordando que en la multitud de palabras no falta pecado? 

11. ¿En cuántas ocasiones me he negado a mí mismo hoy? 

12. ¿Mi vida y mis palabras han honrado el evangelio de Cristo?”

martes, 13 de octubre de 2020

viernes, 2 de octubre de 2020

Oración que es poder

“No dejen ustedes de orar: rueguen y pidan a Dios siempre, guiados por el Espíritu. Manténganse alerta, sin desanimarse, y oren por todo el pueblo santo. Oren también por mí, para que Dios me dé las palabras que debo decir, y para que pueda hablar con valor y dar así a conocer el designio secreto de Dios, contenido en el evangelio.” Efesios 6,18-19

Se cuenta que cierta vez “un pastor visitaba a una anciana que era miembro de su congregación. Dicha anciana había estado inválida durante mucho tiempo. Lamento mucho haber llegado a esta hora, le dijo; pero he tenido que recorrer todo el pueblo antes de venir. Yo también, señor pastor, acabo de recorrer todo el pueblo. ¿Cómo es posible? Usted no puede moverse de la cama. ¡Ah, contestó la viejecita; mi alma no está atada a la cama, y así todos los días recorro el pueblo con mis oraciones, sin moverme de aquí!” La oración es el diálogo fecundo que me abre no solo a Dios sino también a mis hermanos y hermanas. Oración que es acción puesto que nos pone en marcha hacia aquel que sufre. Oración que es poder, manifestación visible del invisible e invencible Espíritu del Señor. La oración es una de las acciones más productivas que un creyente puede tener, pues no hay límites para la oración. Por eso la exhortación del apóstol, no dejen ustedes de orar: rueguen y pidan a Dios siempre. Orar por todo el pueblo santo, y, también, por quien ha de ministrar la Palabra. Oración que es petición, pero también agradecimiento. Oración que es siempre presencia viva del Cristo resucitado en medio de la comunidad de fe reunida. 

miércoles, 30 de septiembre de 2020

Calma tras la tormenta

“El monte Sión es un montón de ruinas; en él van y vienen las zorras.” Lamentaciones 5,18

“Al aproximarse a Jerusalén dos rabinos vieron una zorra que corría en el monte Sión. Uno de los rabinos, llamado Josué, se puso a llorar; pero el otro llamado Eleazar, se rió. ¿Por qué te ríes?, preguntó el que lloraba. ¿Y por qué lloras?, preguntó el que reía. Lloro, dijo el primero, porque veo el cumplimiento de lo que dice el libro de las Lamentaciones, pues el monte Sión está desolado y las zorras corren por él. Pues por la misma causa estoy riéndome, contestó el rabino Eleazar, pues cuando con mis propios ojos veo que Dios ha cumplido sus amenazas al pie de la letra, aumenta mi seguridad de que ninguna de sus promesas dejará de cumplirse: porque siempre está más dispuesto a manifestar su misericordia que a manifestar su severidad.” Un mismo acontecimiento, dos miradas que lo interpretan. Un mismo problema, una dificultad, dos respuestas. Muchas veces ocurre que frente a los acontecimientos difíciles, ante los problemas que nos rodean y angustian, surge la posibilidad de una respuesta negativa y otra positiva. Ante un mismo hecho, ante una misma zorra que corre por delante, dos interpretaciones contrapuestas. Surge el llanto, pero, también, la risa. La zorra es señal visible que aquello que ha sido profetizado está pronto a cumplirse, pero, a su vez, más allá de esa señal que en apariencia es destrucción y muerte, se levanta enhiesta la esperanza: Las promesas de Dios no dejarán de cumplirse, ahora bien, Él siempre está más dispuesto a manifestar su misericordia que a manifestar su severidad. Siempre sobreviene la calma tras la tormenta. 

lunes, 28 de septiembre de 2020

¿Qué tipo de espiga somos?

“Pero Dios nos ayuda más con su bondad, pues la Escritura dice: Dios se opone a los orgullosos, pero trata con bondad a los humildes.” Santiago 4,6

“Iba un labrador a visitar sus campos para ver si estaban en sazón la cosecha. Había llevado consigo a su pequeña hija, Luisita. Mira, papá, dijo la niña sin experiencia, cómo algunas de las cañas de trigo tienen la cabeza erguida y altiva; sin duda serán las mejores y las más distinguidas: esas otras de su alrededor, que la bajan casi hasta la tierra, serán seguramente las peores. El padre cogió algunas espigas y dijo: Mira bien, hija mía: ¿ves estas espigas que con tanta altivez levantan la cabeza? Pues están enteramente vacías. Al contrario, estas otras que la doblan con tanta modestia, están llenas de hermosos granos. El sabio y el bueno son humildes: la soberbia es propia del ignorante y del malo.” Frente a la vida, y frente aquellos que nos rodean, tenemos la posibilidad de actuar y relacionarnos ya sea con humildad o con soberbia. Del resultado de nuestra actitud dependerá si hemos sabido dar muchos o pocos frutos. No por más erguidos y altivos que permanezcamos ello redundará en beneficio. Al contrario, a menudo ocurre que la soberbia nos impide ver lo que ocurre y sucede a nuestro lado. En cambio, siendo humildes y generosos, abriendo nuestros brazos y corazones hacia aquellos que nos rodean, esto permite al grano ser fecundo. Por eso, la manifestación del Reino de Dios encuentra terreno propicio en los corazones de aquellos que se vacían de sí mismos para ser llenos de su bondad y misericordia. Entonces, hermanos, ¿cómo se encuentran hoy nuestras espigas? 

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Manantial de agua viva

“El último día de la fiesta era el más importante. Aquel día Jesús, puesto de pie, dijo con voz fuerte: Si alguien tiene sed, venga a mí, y el que cree en mí, que beba. Como dice la Escritura, del interior de aquél correrán ríos de agua viva.” Juan 7,37-38

Se cuenta que “recorriendo los caminos del país de Gales iba un ateo, el señor Hone; iba a pie y al caer la tarde sintióse cansado y sediento. Se detuvo a la puerta de una choza donde una niña estaba sentada leyendo un libro. Le pidió el viajero agua; la niña le contestó que si gustaba pasar su madre le daría también un vaso de leche. Entró el señor Hone en aquel humilde hogar donde descansó un rato y satisfizo su sed. Al salir vio que la niña había reasumido la lectura, y le preguntó: ¿Estás preparando tu tarea pequeña? No señor,  contestó la niña, estoy leyendo la Biblia. Bueno ¿te impusieron de tarea que leyeras unos capítulos? Señor, para mí no es tarea leer la Biblia, es un placer. Esta breve plática tuvo tal efecto en el ánimo del señor Hone, que se propuso leer él también la Biblia, convirtiéndose en uno de los más ardientes defensores de las sublimes verdades que ella enseña.” En nuestro tránsito por el desierto de la vida, a menudo sobreviene la sed más abrasadora. Cansados y sedientos sentimos nuestras fuerzas desfallecer y, pareciera, no obtener solución a nuestros pesares. Es allí donde brota de la roca enhiesta que es Jesucristo el manantial de agua viva, testimonio del cual hallamos en la Biblia. Agua que, sabemos, es capaz de saciar nuestra sed más profunda. 

martes, 22 de septiembre de 2020

La torre del arrepentimiento

“…Juan pasó por todos los lugares junto al río Jordán, diciendo a la gente que ellos debían volverse a Dios y ser bautizados, para que Dios les perdonara sus pecados.” Lucas 3,3

En las cercanías de Hoddam Castle, Dumfrieshire (Escocia), había una torre llamada La Torre del Arrepentimiento. Se refiere que en cierta ocasión un barón inglés, al caminar cerca de ese castillo, vio a un pastorcito que estaba tendido sobre el césped y leyendo atentamente la Biblia. ¿Qué estás leyendo, muchacho?, preguntó el transeúnte. La Biblia, señor, respondió el niño. ¡La Biblia! Tú debes ser más sabio que el cura párroco. ¿Puedes decirme cuál es el camino para ir al cielo? En seguida el pastorcito, sin desconcertarse por el tono burlón de aquel hombre, repuso: Sí señor, puedo: usted debe tomar el camino hacia aquella torre. El barón se dio cuenta de que el niño había aprendido muy bien la lección de su libro, y después de pronunciar una insolencia siguió su camino en silencio. Lector: ¿Ya has estado en La Torre del arrepentimiento? Si no..., pues ya sabes: debes entrar en ella...” La exhortación del profeta es clara: Hay que volverse a Dios en busca del perdón. Recibir el bautismo como señal de ello. Esto requiere un profundo examen de conciencia. El poder pensar cómo estamos, cual es nuestra condición. Y, cada vez que examinamos nuestras vidas, ver aquellas actitudes que nos separan de Dios y del hermano, y, así, arrepentirse de las mismas. La Biblia, Palabra de Dios, es la guía que nos permite conocer y vislumbrar nuestro yerro. La humildad, la condición que permite aceptar nuestra condición y encaminar nuestros pasos hacia el perdón de Dios. 

sábado, 19 de septiembre de 2020

El alfiler y la aguja

“No dejen de amarse unos a otros como hermanos.” Hebreos 13,1

Cierta vez: “Un alfiler y una aguja encontrándose en una cesta de labores y no teniendo nada qué hacer, empezaron a reñir, como suele suceder entre gentes ociosas, entablándose la siguiente disputa: ¿De qué utilidad eres tú? Dijo el alfiler a la aguja; y ¿cómo piensas pasar la vida sin cabeza? Y a ti, respondió la aguja en tono agudo, ¿de qué te sirve la cabeza si no tienes ojo?  ¿Y de qué te sirve un ojo si siempre tienes algo en él? Pues yo, con algo en mi ojo, puedo hacer mucho más que tú. Sí; pero tu vida será muy corta, pues depende de tu hilo. Mientras hablaban así el alfiler y la aguja, entró una niña deseando coser, tomó la aguja y echó mano a la obra por algunos momentos; pero tuvo la mala suerte de que se rompiera el ojo de la aguja. Después cogió el alfiler, y atándole el hilo a la cabeza procuró acabar su labor; pero tal fue la fuerza empleada que le arrancó la cabeza y disgustada lo echó con la aguja en la cesta y se fue. Con que aquí estamos de nuevo, se dijeron, parece que el infortunio nos ha hecho comprender nuestra pequeñez; no tenemos ya motivo para reñir. ¡Cómo nos asemejamos a los seres humanos que disputan acerca de sus dones y aptitudes hasta que los pierden, y luego... echados en el polvo, como nosotros, descubren que son hermanos!” A todos tarde o temprano nos sobrevienen las aflicciones. Cuando esto ocurre, es bueno pensarse prójimo, cercano. Eso permitirá aliviar la pena, el dolor, hermanados en la esperanza.  

jueves, 17 de septiembre de 2020

Las dos ranas

 “En todo esto tengan en cuenta el tiempo en que vivimos, y sepan que ya es hora de despertarnos del sueño. Porque nuestra salvación está más cerca ahora que al principio, cuando creímos en el mensaje.” Romanos 13,11

Se cuenta que: “Dos ranas, una optimista y otra pesimista, cayeron al mismo tiempo en dos vasijas que contenían leche. La rana pesimista dice: No puedo salir de este cacharro, porque las paredes son muy lisas. No puedo respirar en la leche, voy a asfixiarme, estoy perdida. Y, en efecto, se asfixia y muere. La rana optimista no sabe tampoco qué hacer; pero como es optimista trata de hacer algo y se agita en todos sentidos. Como se está moviendo continuamente, bate la leche con tanto vigor que ésta se transforma en mantequilla. La rana entonces se sienta sobre la mantequilla y puede respirar libremente. Esto prueba que quien posee un carácter optimista hace siempre algo, aun cuando no sepa qué hacer para salir en una situación difícil; pero sigue luchando y confiando en Dios y él es poderoso para hacernos más que vencedores.” La iglesia, cuerpo de Cristo pueblo del Señor, vive anhelando la venida y definitiva presencia del Reino. Pero, esta espera, más allá de las circunstancias que la rodeen, debe ser una espera activa, dinámica. Más allá de las dificultades y las pruebas que la vida nos vaya poniendo por delante, confiar en que el Dios todopoderoso estará presente en todo momento y lugar e irá dando respuestas a cada una de las vicisitudes que vivamos. Por eso la exhortación a despertar del sueño, a quitarnos la modorra y la pereza, a allanar el camino de Aquel que viene. 

sábado, 13 de junio de 2020

Poniendo en práctica los mandatos del Señor

“La muerte de David se acercaba por momentos, así que David ordenó a su hijo Salomón: Voy a emprender el último viaje, como todo el mundo. Ten valor y pórtate como un hombre. Cumple las ordenanzas del Señor tu Dios, haciendo su voluntad y cumpliendo sus leyes, mandamientos, decretos y mandatos, según están escritos en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y dondequiera que vayas.” 1 Reyes 2,1-3


“Un cristiano de la península de Corea visitó a uno de los misioneros que allí estaban, y le dijo que había aprendido el Sermón del Monte y deseaba repetirlo delante de él. Enseguida aquel cristiano repitió, palabra por palabra, sin que le faltara una sola, los tres capítulos que componen el mencionado sermón. Cuando terminó, el misionero dijo a ese cristiano que era necesario poner por obra las enseñanzas del sermón; a lo que aquel creyente replicó: ‘Así lo aprendí: Procuraba yo aprenderlo, todo de una vez, y las palabras se me iban. Entonces aprendí de memoria un versículo, salí en busca de alguno de mis vecinos y en él practique las enseñanzas de ese versículo; y se me quedaron bien las palabras. Entonces procuré aprender de esa manera todo el sermón, y así lo aprendí’.” David ve cercana la hora de su muerte, antes de su partida tiene tiempo para un último gesto. Ha elegido a Salomón como su sucesor, ahora entonces le exhorta mantenerse firme en el cumplimiento de las ordenanzas y mandatos del Señor. También nosotros, como testimonio de nuestra fe, debemos mantenernos firmes en los mandamientos; y, la mejor forma de cumplirlos es poniendo en práctica lo que allí se nos pide. 

viernes, 12 de junio de 2020

Palabra dada, palabra sagrada

“…Juro por el Señor, que me ha librado de toda angustia…”
1 Reyes 1,29


Se cuenta que cierto día, “dos ranas, una optimista y otra pesimista, cayeron al mismo tiempo en dos vasijas que contenían leche. La rana pesimista exclamó: No puedo salir de este cacharro, porque las paredes son muy lisas. No puedo respirar en la leche, voy a asfixiarme, estoy perdida. Y, en efecto, ocurrió que se asfixio y murió. La rana optimista no sabía tampoco qué hacer; pero como era optimista trato de hacer algo y se agito en todos sentidos. Como se estaba moviendo continuamente, batió la leche con tanto vigor que ésta se transformó en manteca. La rana entonces se sentó sobre la manteca y pudo respirar libremente. Esta breve fábula nos prueba que quien posee un carácter optimista hace siempre algo para poder salir de una situación difícil; sigue luchando y confiando en Dios y Él es tan poderoso que es capaz de hacernos ‘más que vencedores’.” El rey David tuvo muchas pruebas y dificultades a lo largo de su vida. Y, ahora, próxima la hora de su muerte da testimonio a favor de ese Dios que lo había conducido hasta allí librando y sosteniéndolo en cada momento de angustia. El testimonio es tan fuerte, que juramenta ante Salomón cumplir ante ese Dios con aquello con lo cual se había comprometido. Muchas veces en nuestras vidas, nos cuesta cumplir con la palabra empeñada. Ante la menor dificultad, rogamos para que el Señor nos asista, prometiendo y comprometiéndonos con esto o aquello. Promesa que es olvidada cuando el mal trance pasa. Ojala podamos mantener nuestras muchas promesas hasta el final tal como lo hizo David.  

jueves, 11 de junio de 2020

Una madre intercede por su hijo

“Betsabé se inclinó ante el rey hasta tocar el suelo con la frente, y el rey le preguntó: ¿Qué te pasa? Ella le respondió: Su Majestad me juró por el Señor su Dios, que mi hijo Salomón reinaría después de Su Majestad, y que subiría al trono.” 1 Reyes 1,16-17


Juan Rulfo, al inicio de su célebre Pedro Páramo, escribe: “Vine…porque me dijeron que acá vivía mi padre… Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. No dejes de ir a visitarlo, me recomendó. …No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro…” Así es el amor de toda madre, pedir, exigir, por aquello que considera lo mejor para sus hijos. La cita bíblica de 1 Reyes que precede este escrito, forma parte de un relato más amplio que nos cuenta la historia de Salomón siendo entronizado rey en Israel, convirtiéndose así en el tercer y último monarca del reino unido. El relato pone de manifiesto la actitud de una madre, Betsabé, que ante la proximidad de la muerte del rey le recuerda a éste la promesa hecha acerca de que su hijo Salomón sería su sucesor. Betsabé se presenta ante el rey como cualquier otro súbdito del reino abogando e intercediendo por el interés que la moviliza. Lo hace con mucha diplomacia, inclinándose y hasta reverenciando a David, demostrándole así su respeto como rey. Como la mayoría de las madres que suelen interceder a favor de sus hijos, la moviliza aquello que considera justo: Su hijo tiene el derecho de ser privilegiado con la elección. Por esto, obra a favor del sentimiento que anida en su corazón. Terca, tozuda, confiada, amorosamente. 

miércoles, 10 de junio de 2020

La caña de bambú

“…pido a Dios que tu participación en la misma fe te lleve a conocer todo el bien que podemos realizar por amor a Cristo.” Filemón 6


“Érase una vez un jardín en cuyo centro había un esbelto bambú que era el más bello y estimado de todos sus árboles. Un día, se aproximó pensativo el jardinero y, con sentimiento de profunda veneración el bambú inclinó su imponente cabeza. Entonces el jardinero le dijo: Querido bambú, necesito de ti. El bambú respondió: Señor, aquí estoy para hacer tu voluntad. El dueño entonces deshojó, arrancó, partió a trozos la caña de bambú y la vació por dentro. Hecho esto, unió unos trozos con otros y los extendió a lo largo de un árido campo desde una fuente cercana hasta el lugar donde tenía sus cultivos. El dueño acostó cuidadosamente en el suelo a su querido bambú; puso uno de los extremos de la caña en la fuente y el otro extremo en sus campos. Las aguas cristalinas se precipitaron alegres a través del cuerpo vaciado del bambú. Corrieron sobre los campos resecos que tanto habían suplicado por ellas. Allí se sembró trigo y maíz y también se cultivó una huerta. Los días pasaron y los sembrados brotaron; y todo el árido campo se convirtió en una maravillosa alfombra verde. El majestuoso bambú se transformó así en una gran bendición para toda aquella región. En su despojo, en su entrega, se volvió un canal del cual su Señor se sirvió para hacer fecundas muchas tierras. Y muchos hombres y mujeres encontraron, gracias al bambú, la vida; y fueron felices gracias a ese tallo podado, deshojado, cortado, arrancado, partido y vaciado de sí mismo.”

martes, 9 de junio de 2020

La rosa más bella

“…Dios nuestro Salvador mostró su bondad y su amor por la humanidad… por pura misericordia nos salvó… dándonos nueva vida por el Espíritu Santo. …para que… tengamos la esperanza de recibir en herencia la vida eterna.” Tito 3,4-5.7


“En el rosal se abrió una bellísima rosa cuyo dueño insistió en cortar. ¿Qué será de mí?, pensó la rosa. La esposa del dueño del jardín la llevo hasta la iglesia y se la entregó al anciano sacerdote. El sacerdote sonrió mientras decía: ¡Bonita rosa! Es digna de Él. La rosa no alcanzó a entender quién era Él. El sacerdote se encaminó al presbiterio. Subió las gradas del mismo, y junto a la custodia donde estaba Él, colocó la rosa. Esa noche hubo una gran ceremonia litúrgica con mucho incienso. La rosa entonces comprendió que estaba a los pies del Maestro, del Creador que modeló las flores, encendió las estrellas y creó las almas. Pasaron seis días y la rosa sintió que una languidez mortal le invadía hasta el fondo de su ser. Era la rosa más bella, pero también tenía el más bello destino. ¿Qué otro final podría haber soñado para sí misma? Y entregando su amor y su vida, fue deshojando lentamente sus pétalos, uno a uno, a los pies del Supremo, su Creador, su Señor. La vida de todos y cada uno de nosotros en un regalo de Dios. La podemos usar de muchos modos, de todos los modos posibles, el más bello es, cuando dejándolo todo, nos dedicamos a estar siempre en su presencia. Con el paso de los años nos iremos consumiendo y deshojando, hasta el momento en el que Él nos llame para permanecer siempre unidos.”

lunes, 8 de junio de 2020

Las tres monedas de oro

“Pues Dios ha mostrado su bondad, al ofrecer la salvación a toda la humanidad.” Tito 2,11


“Un hombre muy acaudalado anunció que cualquier persona que pasara necesidad acudiera la víspera de la Navidad a su palacio y recibiría ayuda. Llegó el día señalado y multitud de personas acudieron al palacio para recoger su regalo. El hombre les anunció: Cuando entren en la casa, unos sirvientes les acompañarán a una gran habitación. Sobre una mesa encontrarán monedas de oro, y sobre otra, muchas Biblias. Vayan pasando de uno en uno y elijan lo que más necesiten: Una moneda de oro o una Biblia. ¡Sólo pueden tomar una cosa! La gente fue entrando a la habitación, y sin pensarlo dos veces, todos se dirigían a la mesa con el oro. Cuando estaban a punto de cerrar las puertas exteriores del palacio, un pobre hombre entró nervioso a la habitación, miró ambas mesas y sin dudarlo se acercó a la que contenía las Biblias y tomó una de ella. Luego abandonó contento el palacio pensando: Comida siempre podré conseguir, pero una Biblia para conocer más a Jesús, no lo creo. Estaba atravesando las rejas exteriores del palacio cuando desde lejos, el señor de la casa y los sirvientes lo oyeron cantar alabanzas a Dios mientras daba saltos con gozo. Los sirvientes, un tanto extrañados, llamaron la atención del señor: ¡Parece que ha enloquecido! Pobre hombre, ahora tendrá mucho para leer, pero enseguida estará con el estómago vacío. A lo que el hombre les respondió: Ustedes están muy equivocados. Dentro de cada una de las Biblias había puesto tres monedas de oro. Sólo este hombre supo elegir lo que era mejor para su vida.” 

domingo, 7 de junio de 2020

Vayan pues a las naciones

“Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.” Mateo 28,19-20


Hace una semana celebramos la fiesta de la iglesia.  Este acontecimiento indica el final de la misión de Jesús y el comienzo de la misión de los apóstoles.  Es en esta perspectiva, que leemos en el Evangelio como Jesús resucitado se aparece por última vez a sus apóstoles y les encomienda dicha misión. La iglesia entonces, se convierte ahora en el vivo testimonio de la obra redentora de Cristo.  Se trata entonces de una misión que compete a todos los discípulos en todo tiempo y lugar. Es Jesús mismo quien nos envía al mundo a ser testigos de su obra.  Es en Él, que Dios anuncia su triunfo por sobre el pecado y la muerte.  Este es el mensaje que como iglesia debemos compartir.  Así como los cristianos reunidos en Pentecostés no eligieron ni el tiempo ni el lugar para vivir su fe, tampoco nosotros elegimos este lugar, este tiempo.  Es en el día a día donde debemos dar testimonio de la presencia de Cristo.  Quienes nos rodean esperan, al igual que aquellos habitantes de Galilea, que el Jesús hecho Cristo se les presente y les cambie la vida.  La diferencia es que hoy la tarea es nuestra.  Aquí somos nosotros quien debemos dejarnos impulsar por el Espíritu para hacer posible la realidad de que en Cristo hay vida plena y salvación eterna.   Aquí, ahora, siempre.  

sábado, 6 de junio de 2020

Un mensaje importante

“Dios, que no miente, prometió esta vida desde la eternidad, y ahora, a su debido tiempo, ha dado a conocer su mensaje por medio de la predicación que me ha sido confiada por mandato de Dios nuestro Salvador.” Tito 1,2-3


“Me acuerdo un día en que después del desayuno, mi tata me agarró y me llevó para el corral. Con cara de muy serio, me subió al caballo y me entregó un papel en el que había algo escrito. Me dijo que debía ir a la casa del tío Marcos y entregarle ese mensaje, que era muy importante. Envolvió el papel en un pañuelo grande y me lo anudó al pecho, debajo del poncho. Me dio a mí un beso y una palmada en las ancas al caballo para que empezase a trotar. Cuando llegué, el tío estaba limpiando el establo de los caballos. Con el corazón latiéndome apresuradamente llegué hasta él, le di un beso y le entregué el mensaje de mi tata. Se ve que me había estado esperando porque no puso cara de sorpresa al verme, ni preguntó por el contenido del papel. Él también tenía cara de preocupado. Al leer el mensaje, sonrió y me dio una palmadita en el hombro. Sin decir más me despedí y volví para casa. El tata me estaba esperando en la tranquera y se alegró al verme acercarme por el camino. Al llegar me dio un abrazo bien fuerte. Su cara se mostraba tranquila y serena. Esa fue suficiente recompensa para mí. Nunca supe lo que decía aquel mensaje, pero yo sabía que era algo importante para mi tata, y eso bastaba para que también fuera algo importante para mí.”

viernes, 5 de junio de 2020

Una pequeña vela

“…de modo que pude llevar a cabo la predicación del mensaje de salvación…” 2 Timoteo 4,17


“Una pequeña vela descubrió qué ese hilito negro y finito que sobresalía de su cabeza servía para ser encendida. Aunque no entendía de qué se trataba, comenzó a soñar con ser encendida. Hasta que por fin un día, la Luz verdadera que ilumina a todo hombre, llegó con su presencia contagiosa y la encendió. Y nuestra vela se sintió feliz por haber recibido la luz que vence a las tinieblas. Se dio cuenta de que haber recibido la luz constituía también una fuerte exigencia. Tomó conciencia de que para que la luz perdurara en ella, tenía que alimentarla desde el interior, a través de un diario derretirse, de un permanente consumirse. Entonces su alegría cobró una dimensión más profunda, pues entendió que su misión era consumirse al servicio de la luz y aceptó con fuerte conciencia su nueva vocación. Se dio cuenta de que en el mundo existen muchas corrientes de aire que buscan apagar la luz. Y a la exigencia que había aceptado de alimentar la luz desde el interior, se unió la llamada a defender la luz de ciertas corrientes de aire que circulan por el mundo. Su luz le permitió mirar más fácilmente a su alrededor y alcanzó a darse cuenta de que existían muchas velas apagadas. Y se preguntó muy preocupada: ¿Podré yo encender otras velas? Y, pensando, descubrió también su vocación de apóstol. Cuando presentía que se acercaba el final, porque se había consumido totalmente al servicio de la luz, dijo con voz muy fuerte y con profunda expresión de satisfacción en su rostro: ¡Cristo está vivo en mí!” 

jueves, 4 de junio de 2020

Convence, reprende y anima

“Delante de Dios y de Cristo Jesús, que vendrá glorioso como Rey a juzgar a los vivos y a los muertos, te encargo mucho que prediques el mensaje, y que insistas cuando sea oportuno y aun cuando no lo sea. Convence, reprende y anima, enseñando con toda paciencia.”
2 Timoteo 4,1-2


“Dice una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron, y uno le dio una bofetada al otro. El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena: Hoy, mi mejor amigo me pegó una bofetada en el rostro. Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra: Hoy, mi mejor amigo me salvo la vida. Intrigado, el amigo preguntó: ¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra? Sonriendo, el otro amigo respondió: Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra donde ningún viento en todo el mundo podrá borrarlo.” El mensaje que se ha de predicar es este que ha de quedar grabado profundamente en la piedra. Este mensaje, es aquel que ha de ser predicado con el ejemplo más que con palabras; pues, muchas veces ocurre que las palabras son como granos de arena dispersadas por el viento. Después de todo, serán nuestras acciones las que han de ser juzgadas llegado el tiempo. 

miércoles, 3 de junio de 2020

Un paquete de galletas

“Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud…”
2 Timoteo 3,16


“Una chica estaba esperando su vuelo en un gran aeropuerto. Como tenía mucho tiempo decidió comprar un libro y un paquete de galletas, para descansar y leer en alguna sala del aeropuerto. Se acababa de sentar cuando también lo hizo un hombre, dejando un asiento de por medio, que abrió una revista y empezó a leer; quedando entre ellos las galletas. Cuando ella tomó la primera galleta, el hombre también tomó una. Ella se sintió indignada, pero no dijo nada; aunque pensó: ¡Qué descarado! Pero la cosa no quedó ahí. Cada vez que ella tomaba una galleta, el hombre también tomaba una. Aquello la iba indignando tanto que no conseguía concentrarse ni reaccionar. Cuando quedaba sólo una galleta, pensó: ¿qué hará ahora? Y entonces el hombre, que pareció adivinarle el pensamiento, dividió la última galleta y dejó una mitad para ella. ¡Ah, no!, aquello ya era demasiado; por lo que cerró su libro, recogió sus cosas y salió hacia el sector de embarque. Una vez en el avión y más calmada, al mirar dentro de su bolso se quedó dura: ¡Allí estaba su paquete de galletas, intacto! ¡Qué vergüenza! Sólo entonces se dio cuenta de su error.” ¡Cuántas veces en nuestras comunidades de fe, o en nuestras propias vidas, malinterpretamos algunos gestos o palabras! Y, ocurre que, al malinterpretarlas solemos cometer errores de los cuales tardíamente nos arrepentimos. La Palabra de Dios se hace presente allí, en esas situaciones, para enseñarnos y educarnos para poder degustar así de las muchas galletas que nos son ofrecidas.  

martes, 2 de junio de 2020

Tu vida es un reflejo de ti

“…debes saber que en los tiempos últimos vendrán días difíciles.”
2 Timoteo 3,1


“Un niño y su padre están caminando en las montañas, de repente, el hijo se cae, se lastima y grita, ¡Ay! Para su sorpresa oye una voz repitiendo en algún lugar de la montaña ¡Ay! Con curiosidad el niño grita: ¿quién está ahí?, recibe como respuesta: ¿quién está ahí? Enojado por la respuesta el niño grita: ¡cobarde! y recibe como respuesta: ¡cobarde! El niño mira a su padre y le pregunta, ¿qué sucede? El padre sonriendo le dice: Hijo mío, presta atención, y grita a la montaña: ¡te admiro!, y la voz le responde: ¡te admiro!, de nuevo el hombre grita: eres un campeón, y la voz le responde: eres un campeón. El niño, asombrado, no entiende, el padre le explica: La gente lo llama eco, pero en realidad es la vida, te devuelve todo lo que dices y haces. Nuestra vida es solamente un reflejo de nuestras acciones; si deseas más amor en el mundo, crea más amor a tu alrededor; si deseas felicidad, da felicidad a los que te rodean; si quieres una sonrisa en el alma, da una sonrisa al alma de los que conoces. Esta relación se aplica a todos los aspectos de la vida, la vida te dará de regreso exactamente aquello que tú le has dado. Tu vida no es una coincidencia, es un reflejo de ti. Si no te gusta lo que recibes de vuelta, revisa muy bien lo que estás dando.” ¿Y tú?, en estos tiempos tan difíciles que estamos viviendo. Tiempos cargados de tanta angustia e inseguridad, y, que, parecen los últimos: ¿Qué estás recibiendo de la vida? 

lunes, 1 de junio de 2020

¡Que todo lo que respira alabe al Señor!

“¡Alaben a Dios en su santuario! ¡Alábenlo en su majestuosa bóveda celeste! ¡Alábenlo por sus hechos poderosos! ¡Alábenlo por su grandeza infinita! ¡Alábenlo con toques de trompeta! ¡Alábenlo con arpa y salterio! ¡Alábenlo danzando al son de panderos! ¡Alábenlo con flautas e instrumentos de cuerda! ¡Alábenlo con platillos sonoros! ¡Alábenlo con platillos vibrantes! ¡Que todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya!” Salmo 150


Comparto con ustedes la reescritura del Salmo 150 que hiciera Ernesto Cardenal, recientemente fallecido. El poema se titula: ‘El cosmos es su santuario’, y dice:

“Alabad al Señor en el cosmos
Su santuario
de un radio de 100.000 millones de años luz
Alabadle por las estrellas
y los espacios interestelares
alabadle por las galaxias
y los espacios intergalácticos 
alabadle por los átomos
y los vacíos interatómicos
Alabadle con el violín y la flauta
y con el saxofón
alabadle con los clarinetes y el corno
con cornetas y trombones
con cornetines y trompetas
alabadle con violas y violoncelos
con pianos y pianolas
alabadle con blues y jazz
y con orquestas sinfónicas
con los espirituales de los negros
y la 5a de Beethoven
como guitarra y marimbas
alabadle con tocadiscos
y cintas magnetofónicas
Todo lo que respira alabe al Señor
toda célula viva
Aleluya”

La música forma parte inalterable de nuestras vidas. Se dice que cada día vivido por nosotros y nosotras tiene su melodía. Los Salmos son testimonio hechos oración, y, también, canción. El Salterio termina con este himno, el cual es una alabanza continua a los prodigios del Señor. En este sentido, toda nuestra vida debiera serlo: Una continua alabanza a nuestro buen Dios, que, en Cristo, es sustentador y dador de vida. Plenitud de vida. 

domingo, 31 de mayo de 2020

La fiesta del Espíritu

“Al llegar la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, los discípulos se habían reunido con las puertas cerradas por miedo a las autoridades judías. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo: ¡Paz a ustedes! Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. Luego Jesús les dijo otra vez: ¡Paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. Y sopló sobre ellos, y les dijo: Reciban el Espíritu Santo. A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.” Juan 20,19-23


Hoy celebramos Pentecostés, la fiesta del Espíritu Santo. Espíritu que hace presente al Cristo resucitado en medio de la comunidad de fe reunida. Comunidad de fe que recibe la paz y es librada del miedo y el encierro. Espíritu que es viento, como el viento que mandó Dios sobre el Mar Rojo para secarlo y hacer pasar a los israelitas por en medio del mar, liberándolos de la esclavitud del faraón y de Egipto; o como ese otro viento que el mismo Dios hizo soplar sobre un montón de huesos áridos para traerlos a la vida, según nos refiere el profeta Ezequiel. Espíritu que habita en medio nuestro por la fe y el amor, y, como viento impetuoso, moviliza a la comunidad adormecida en el camino fecundo del testimonio y compromiso. Testimonio a favor del Evangelio. Compromiso para con el Reino. Viento que es Espíritu. Espíritu que posibilita el perdón, por eso da vida, porque es vida y todo lo alienta y todo lo anima. 

sábado, 30 de mayo de 2020

Buscar con el corazón

“…busca la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con todos los que con un corazón limpio invocan al Señor.” 2 Timoteo 2,22


Escribe Antoine de Saint-Exupéry en ‘El Principito’: “No era un agujero excavado en la arena. Era un pozo rústico, como el de un poblado. ¿Qué hacía ahí, en medio del desierto? Los hombres se encierran en los trenes pero no saben lo que buscan. No merece la pena, dijo el principito. El niño intentó mover la cuerda para izar el cubo. La polea chirrió como una veleta oxidada. Escucha cómo canta el pozo. Le hemos despertado y canta. Trae, yo te ayudaré, dije mientras movía la cuerda y escuchaba cantar a la polea. Dame de beber, tengo sed de esta agua, dijo el principito. Entonces entendí lo que había buscado. No era el alimento en sí, sino el resultado de esa caminata bajo las estrellas y del esfuerzo de mis brazos por izar el cubo. Era el agua buena para el corazón, un regalo. En tu tierra los hombres cultivan cinco mil rosas juntas pero no encuentran la que buscan, dijo el principito. Y sin embargo, lo que buscan podría estar en una sola rosa o en un poco de agua de un pozo. Seguramente, dije. Pero no saben buscar porque buscan con los ojos que son ciegos y no con el corazón que sí ve.” Buscar con el corazón. Buscar la justicia, la fe, el amor y la paz. Buscar aquello invisible que Dios hace presente y visible en Cristo. Buscarlo en el camino. En lo cotidiano y simple. Buscarlo junto al otro, la otra; encaminando los pasos hacia nuestro Norte, camino al Reino. 

viernes, 29 de mayo de 2020

Entregar el corazón no duele

“Y tú, hijo mío, saca fuerzas de la bondad que Dios te ha mostrado por medio de Cristo Jesús.” 2 Timoteo 2,1


“Cierto joven proclamó que él poseía el corazón más hermoso de todos. La multitud se congregó a su alrededor y todos coincidieron en que era el más hermoso corazón, pues no se observaba en él ni un solo rasguño. El joven se sintió orgulloso. Un anciano salió de entre la gente y dijo: No mientas. Tu corazón no es tan hermoso como el mío. Sorprendidos, todos miraron el corazón del viejo y vieron que, aunque latía con mucha fuerza, estaba cubierto de cicatrices, en algunos sitios había trozos irregulares que no correspondían y en otros había incluso huecos sin rellenar. El joven se echó a reír y dijo: Estas bromeando. Comparar tu corazón con el mío no tiene sentido. ¡El mío es perfecto! Es cierto, contestó el anciano, el tuyo luce perfecto. Pero no lo es. Mira, cada cicatriz del mío es una persona a la cual entregué todo mi amor. A veces arranqué trozos para entregarlos y, muchos me regalaron un pedazo del suyo que coloqué como pude en el espacio que quedó vacío. De ahí su irregularidad. En ocasiones di trocitos de mi corazón y no me ofrecieron ninguno a cambio. Por eso, sus huecos. El joven permaneció en silencio, se arrancó un trozo de corazón y se lo entregó. El anciano lo colocó en su corazón como pudo. Después arrancó un trozo del suyo y con él tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección. Su corazón ya no era perfecto, pero era mucho más hermoso que antes.” 

jueves, 28 de mayo de 2020

Un plato lleno de leche

“…vive en la fe y el amor…” 2 Timoteo 1,13


Escribe Anthony de Mello: “Un hombre, que se pasaba el día leyendo la Biblia y rezando, pregunto a Dios si era el más santo. Dios le respondió que había alguien que era más santo que él. El hombre se decidió observar a este, que según Dios, era más santo. Era un pobre leñador que se pasó el día cortando leña, dando gracias a Dios por el trabajo y la comida, y que, en un momento, ayudo a otro a arreglar su carreta. De regreso a casa el hombre reclamó a Dios: ¿Cómo puede ser que ese sea más santo? Es un pobre ignorante que jamás leyó la Biblia. ¡Lo único que hizo es pasarse el día cortando leña! Dios le ordenó entonces que para probar su fidelidad, llenase un plato con leche, y recorriese las calles del pueblo sin derramar nada. Nuestro hombre obedeció al instante. Al terminar, esperó con satisfacción un reconocimiento, pero Dios sin decir nada le preguntó: ¿Cuántas veces te acordaste de mí mientras caminabas? ¿Cómo iba a tener tiempo de pensar?, respondió. Estuve concentrado en no derramar ni una gota de leche. ¿Así quieres ser el más santo? Ese pobre campesino trabajó todo el día, sin embargo tuvo tiempo para mí y para el otro. En cambio tú, no te acordaste ni una vez de mí, ni viste a ese niño que te pidió una moneda ni a la anciana que tropezó en la calle. Si quieres ser santo, debes aprender a cumplir con tus obligaciones diarias, sin dejarte absorber por ellas, dándote tiempo para mí y para los que te rodean y necesitan de ti.”

miércoles, 27 de mayo de 2020

La siembra de melones

“…te recomiendo que avives el fuego del don que Dios te dio…”
2 Timoteo 1,6


Comparto otro escrito de Mamerto Menapace: “Era un apasionado de los melones. Año tras año, con mucho esmero preparaba la tierra, para sembrar las más diversas variedades de melones. Un día, le trajeron un melón que, por fuera, no parecía diferente a los que ya había conocido. Pero al probarlo, su sabor lo cautivó. Era el melón más dulce que había probado en su vida. Una sola particularidad tenían estos melones: no tenían semillas. ¿Cómo sembrar estos deliciosos melones si no tenían semillas? Tras darle muchas vueltas al asunto, encontró la solución: ya que los melones no tenían semillas, bastaría con realizar todo el procedimiento de la siembra, pero sin semillas. Total, si las semillas no eran importantes a la hora de saborear el melón, tampoco habrían de serlo a la hora de sembrarlos. Como todos los años, con mucho esmero, preparó el terreno removiendo la tierra y trazando con geométrica disposición los surcos. Tomó una bolsa vacía, y metiendo la mano en ella, fue sacando puñados vacíos que esparció por los surcos, dispersándolos con precisión. Así recorrió uno a uno los surcos, realizando el gesto de arrojar las inexistentes semillas en todo el terreno. Cuando terminó, cubrió los surcos con delicadeza y los regó. Día tras día repitió la tarea del regado, cuidando de utilizar el agua más pura y en la medida exacta. Pero pasaron los días, y nada ocurrió. El terreno no produjo ni siquiera el más mínimo yuyito. Entonces comprendió, que no bastaba con realizar ritualmente todos los gestos y movimientos de la siembra, si faltaba lo más importante: las semillas.”

martes, 26 de mayo de 2020

Las riquezas inciertas

“A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas…” 1 Timoteo 6,17


Escribe Mamerto Menapace: “No habrá tenido mucho. Pero lo que tenía era muy suyo, porque de tanto llevarlo encima había terminado por sentir indispensables todas esas realidades. Al llegar a la orilla de ese río, la opción le resultó dura. Esa realidad del río que atravesaba como un tajo su camino, le exigía una decisión dolorosa. No es que no quisiera atravesarlo; ¡si para eso se había puesto en camino! Lo duro no estaba en vadearlo; sino en que para vadearlo debía tomar una actitud nueva frente a todas sus cosas; frente a todo lo que era suyo; frente a todo lo que se le había adherido. Despacio se quitó el poncho y lo tendió en el suelo. Se sacó las botas y las colocó en el centro. Luego el facón, el pañuelo, la faja y el chambergo. A cada pilcha que entregaba, el hombre se iba empobreciendo. Ató las cuatro puntas del poncho que contenía todo los suyo. Lo voleó tres veces como un lazo para darle impulso y lo tiró por encima de la correntada para que fuera a caer a la otra orilla. De este modo colocaba lo suyo allí donde él mismo debía llegar. Hacía que se le adelantara para esperarlo en la meta. Y allí quedó él, en la orilla de acá, liberado de todo para poder vadear mejor ese río y urgido a vadearlo para poder encontrarse con todo lo suyo, que lo había precedido. Porque nada se ha de perder de lo que el Padre nos ha dado.”

lunes, 25 de mayo de 2020

La buena batalla de la fe

“Pelea la buena batalla de la fe…” 1 Timoteo 6,12


“Un día caminaba por el campo, cuando vi a un anciano, que estaba cavando un pozo. Intrigado, me acerqué a él para preguntarle qué estaba haciendo. A mí siempre me gustaron las nueces, me contestó. Hoy llegaron a mis manos las nueces más exquisitas que probé en mi vida, así que decidí plantar una de ellas. Me entristecí al pensar que ese pobre hombre  jamás llegaría a probar una de esas nueces. Disculpe, amigo, le dije. Para que un nogal dé frutos deben pasar muchísimos años, y dada su edad, es muy probable que cuando este arbolito de sus primeras nueces, usted ya haya muerto hace mucho. ¿No ha pensado que tal vez sería más provechoso para usted sembrar tomates, o melones o sandías, que le darán frutos que usted sí podrá saborear? El hombre me miró un instante en silencio, durante el cual, no supe si sentirme muy sagaz por mi observación o muy estúpido. Tras unos segundos que me parecieron horas, finalmente me contestó: Toda mi vida me deleité saboreando nueces, cosechadas de árboles cuyos sembradores probablemente jamás llegaron a probar. Cuando de nueces se trata, no le corresponde a quien siembra ver los frutos. Por eso, como yo pude comer nueces gracias a personas generosas que pensaron en mí al plantarlas, yo también planto hoy mi nogal, sin preocuparme de si veré o no sus frutos. Sé que estas nueces no serán para mí, pero tal vez tus hijos o mis nietos las saborearán algún día. Y entonces me sentí muy pequeñito y egoísta por pensar sólo en mí. Desde ese día, me dediqué a plantar nogales.”  

domingo, 24 de mayo de 2020

Cuídalos con el poder de tu nombre

“A los que escogiste del mundo para dármelos, les he hecho saber quién eres. Eran tuyos, y tú me los diste, y han hecho caso de tu palabra.  Yo te ruego por ellos… Yo no voy a seguir en el mundo, pero ellos sí van a seguir en el mundo, mientras que yo me voy para estar contigo. Padre santo, cuídalos con el poder de tu nombre, el nombre que me has dado…” Juan 17,6.9.11


Jesús está próximo al martirio, antes de eso tiene un gesto de profunda misericordia para con sus discípulos: Intercede por aquellos a los cuales se dispone a dejar solos ante el mundo. A estos que les han sido dado, les reveló el amor que Dios tiene para con el mundo, amor que se manifiesta en su propio envío para procurarle la salvación.  Estos han recibido el mensaje y lo han guardado fielmente. Han llegado a reconocer que todo lo que Dios le ha dado proviene efectivamente de Él, y, este conocimiento, les ha venido por haber recibido con fe las palabras de Jesús. Ahora deberán testimoniar al mundo esta buena nueva, y lo harán de hacer solos. Por eso el ruego del maestro: Cuídalos con el poder de tu nombre. Jesús no pide para que los discípulos sean librados de este mundo sino todo lo contrario. Sabe que, quien cree, debe vivir su fe entre las dificultades y los tropiezos de la vida.  Por eso ruega, para que ese grupo de fieles testigos pueda estar preparado y ser fortalecido para manifestar plenamente su gloria como Señor y Salvador; visibilizando al mundo, en cada gesto, en cada palabra, el rostro misericordioso y amoroso de Dios. Amén. 

sábado, 23 de mayo de 2020

Un cofre muy preciado

“Y claro está que la religión es una fuente de gran riqueza, pero sólo para el que se contenta con lo que tiene.” 1 Timoteo 6,6


“Una mujer con poca suerte fue la última en enterarse que el poderoso mago iba a repartir sus tesoros.  Vaya, ya no tengo nada más que este cofre, dijo, pero como es muy valioso no pensaba dárselo a nadie. Sin embargo, tú pareces buena, si lo cuidas podrás quedártelo y usarlo como quieras. La joven se alegró de haber tenido suerte por primera vez, y comenzó a empujar el cofre hasta su casa. Como era un cofre muy pesado, pronto se cansó, así que lo abrió para sacar lo que hubiera dentro. Pero dentro no había nada. Furiosa, pensó que todo había sido una broma. Se lamentó por su mala suerte, pues había prometido cuidar un enorme cofre vacío y sin valor. Cansada y desanimada, no dudó en dejárselo a una pareja que se cruzó en su camino. Al ver que les ofrecía su gran cofre se llenaron de alegría. Comprendieron que la mujer no era capaz de admirar la belleza del cofre, y se lo quedaron encantados. El viaje fue duro y pesado, pero ellos sabían que no era un cofre vulgar y corriente, y no les importó hacer un gran esfuerzo. En su casa lo cuidaron y limpiaron. Tanto lo pulieron, que descubrieron lo que siempre les había dicho su corazón: El cofre era un gran tesoro, pues todo él estaba hecho de oro y piedras preciosas. Solo una persona fue incapaz de verlo: La pobre mujer, para quien aquel cofre nunca perdió el aspecto de una enorme y pesada caja vacía.”  

viernes, 22 de mayo de 2020

Somos figuras geométricas

“Te encargo delante de Dios… que sigas estas reglas sin hacer discriminaciones ni tener preferencias.” 1 Timoteo 5,21


“Erase un país de figuras geométricas llamado Figurlandia. Se llamaba así porque sus habitantes eran triángulos, cuadrados, rectángulos, rombos, y demás figuras geométricas. La mayoría eran círculos, pero estos no veían círculos en el mundo, sino figuras geométricas, cada una con su forma, su fortaleza, su debilidad, su forma de ser, pensar y sentir. No se consideraban normales ni perfectos. Y querían un mundo en el que todo el mundo estuviese unido. ¿Cómo hacemos para incluirles en nuestra sociedad?, preguntó uno. Es sencillo, respondió alguien: Tomaremos unas tijeras y les cortaremos los picos hasta que sean círculos. ¿Pero no les hará daño?, cuestionó otro. Eso debe doler. ¡No me parece bien obligarles a ser círculos a toda costa! Lo mejor sería aceptarles tal y como son. Que estén dentro de nuestra sociedad sin obligarles a cambiar. ¡Nadie es una figura perfecta en este mundo! Cada cual tiene sus puntos fuertes y sus puntos débiles, y en unión podemos aprender todos de todos. Nosotros podemos hacer uso de nuestra constitución para formar ruedas que sirven para llevar grandes cargas, los cuadrados pueden hacer pilares y paredes que sostengan y formen edificios, los triángulos y los rectángulos pueden ser  flechas que nos guíen el camino, con los pentágonos y hexágonos se construyen balones que sirven para jugar al fútbol, y ¡miren!, los balones son esferas, mucho más redondas y hermosas que los círculos. Así pues, dejaron de hablar de discapacidades y minusvalías, para dar paso a la diversidad funcional, pues cada cual, según como es, tiene sus capacidades y puede valer para diferentes cosas.”