“…la lengua; es una parte muy pequeña del cuerpo,… capaz de grandes cosas. ¡Qué bosque tan grande puede quemarse por causa de un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego. Es un mundo de maldad…, que contamina a toda la persona. …hace arder todo el curso de la vida. El hombre es capaz de dominar toda clase de fieras, de aves, de serpientes y de animales del mar, y los ha dominado; pero nadie ha podido dominar la lengua. Es un mal que no se deja dominar y que está lleno de veneno mortal. Con la lengua, lo mismo bendecimos a nuestro Señor y Padre, que maldecimos a los hombres creados por Dios… De la misma boca salen bendiciones y maldiciones.”
Santiago 3,5-10
Charles Spurgeon fue un pastor bautista reconocido por sus prédicas, tanto que es llamado ‘el príncipe de los predicadores’. “En cierta ocasión lucía una larga y vistosa corbata de aquellas que estaban de moda en la época en que llenaba los templos y salones de espectáculos más grandes de Londres. Después de la predicación, se le acercó una señora que era conocida de él: de esas que son muy devotas; pero cuya mayor preocupación es descubrir los defectos del prójimo. Señor Spurgeon, le dijo, he traído mis tijeras; pues deseo acortarle esa corbata que es muy mundana y demasiado larga para un predicador del evangelio. Corte como quiera, señora, fue la respuesta. Pero antes permítame usar sus tijeras para cortar algo que usted lleva, una cosa que es demasiado larga, y que produce grave daño a su testimonio cristiano. La mujer sorprendida, no se opuso en absoluto. Entonces Spurgeon, sonriendo, le dijo: Saque la lengua, señora.”
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