El domingo 19 de Mayo fue Pentecostés, el cumpleaños de la Iglesia de Cristo, por eso celebramos con todo, y con los chicos y chicas, por supuesto.
Mientras cantamos, dos niñas encendieron las velas invocando ya de esa manera la presencia del Espíritu Santo.
Más tarde los chicos y chicas entraron con diferentes elementos que utilizaríamos para la celebración, e introducimos la temática desde estas palabras:
"El
reino de Dios se extiende para crecer en el mundo como una semilla que se
convertirá en una gran planta. Desde que Dios creó el mundo, él es el gran
maestro de todo crecimiento. La naturaleza sigue su misión obedeciendo las
órdenes de Dios. Pero junto con lo bueno a la vez crece lo malo, por el pecado
que lo origina. Sin embargo lo malo tiene sus limitaciones – de la misma manera
que lo bueno puede crecer en abundancia. La fiesta de Pentecostés judía era la
fiesta de los primeros frutos, la fiesta de la recolecta y la cosecha. En los
primeros tiempos de Jesús, se celebraba como un día de acción de gracias, siete
semanas después del Pessah, eso es: siete semanas
después de Pascuas. Hoy queremos celebrar con éste culto los frutos del Espíritu.
Lo cristiano a de plantarse y de crecer ininterrumpidamente hasta la nueva
venida del Salvador."
Una niña y dos niños se adelantaron y pusieron en la mesa macetitas con tierra y plantaron semillas que después regaron.
"Queridas amigas,
queridos amigos: cosechamos lo que hemos sembrado.
Algunas – algunos siembran cosas no agradables a los ojos del Señor.
Pero nosotras y nosotros como escuela bíblica de la Iglesia nos esforzarnos a
sembrar solidaridad, justicia, honradez, paz y libertad. Hay muchas personas
que siembran honradamente con las que deseamos colaborar.
Como niñas y niños de la Escuela Bíblica queremos sembrar semillas de una
Iglesia Evangélica consciente de su comunidad."
Entonces se acercaron dos niños y una niña con plantitas con flores que también las regaron.
"El flujo de la alegría y
el afecto del Espíritu Santo es agua viva que enriquece la tierra, siempre y
cuando nuestras condiciones básicas, nuestras decisiones y nuestros compromisos
estén al servicio de un mundo más humano y justo.
Nuestra Iglesia, nuestra gente necesita hoy palabras que busquen la verdad,
necesitan personas que se animen a testimoniar públicamente y distribuir y
realizar eficazmente las tareas que a cada uno le corresponde."
Finalmente un niño se acercó a la mesa con una canasta llena de frutos de diversos colores.
"Jesús
relaciona en la parábola del sembrador el fruto con la siembre y no con la
cosecha. En los frutos reconoceremos a nuestras hermanas y nuestros hermanos y
somos reconocidos por Dios. Habrá que arrancar las ramas que no den fruto y
recortar las que den fruto."
Durante el mensaje hablamos acerca de qué significa estar llenos del Espíritu Santo o cómo es esto de que el Espíritu Santo habita en nosotros, y lo experimentamos a través de la diferencia entre un globo desinflado y uno lleno de aire, de vida.
Si dejamos que el Espíritu Santo anide dentro nuestro esto nos permite sobrevolar por encima de muchas cosas que en general nos atrapan y esclavizan a los seres humanos: los chismes, la discriminación, la envidia, el no permitir que el otro cambie, se transforme. Fue también una invitación a dejar de lado nuestras diferencias y trabajar en lo importante, que es el trabajar para el Reino de Dios, como nos lo habían mostrado los niños y niñas un rato antes.
A la hora de la celebración de la Santa Cena, una niña se acercó con el pan elaborado por ellos la tarde anterior,
y dos niños con una copa de vino y otra de jugo, ya que ¡hoy, Pentecostés, los niños y niñas estaban invitados especialmente porque son parte del Reino, porque nos enseñaron muchas cosas y porque habían preparado el pan que íbamos a partir!
"El Señor Jesús la noche
que fue entregado, tomó en sus manos el pan, lo partió y dijo este es mi cuerpo partido por Uds. Coman todos de él y háganlo en memoria mía. "
"Después de cenar tomó en
sus manos la copa, la bendijo y dijo: esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, beban todos de ella y háganlo en memoria mía."
Por la tarde hicimos la misma celebración en General San Martín.
Dos niños plantaron la semilla y le echaron agua.
Junto con una señora llevaron las plantitas con flores al altar,
y la cesta de frutas también.
Reflexionamos y jugamos con los globos, intentando imaginarnos ser esos globos que pueden mirar las cosas desde otro ángulo, por encima de nuestras vanalidades.
Los niños acercaron el pan, elaborado por ellos la tarde anterior en Alpachiri y la copa para compartir juntos la Mesa del Señor.
Tal como lo habíamos imaginado, pudimos celebrar un Pentecostés diferente, impulsados por la alegría y el entusiasmo de los niños, que nos animan a seguir sembrando y trabajando para el Reino de Dios, como testigos de Cristo, transmitiendo la esperanza de que siempre las cosas pueden cambiar, pero que es necesario también, poner de nosotros mismos para ello.
¡Feliz Pentecostés para todos y todas!
Estela Andersen