“La muerte de David se acercaba por momentos, así que David ordenó a su hijo Salomón: Voy a emprender el último viaje, como todo el mundo. Ten valor y pórtate como un hombre. Cumple las ordenanzas del Señor tu Dios, haciendo su voluntad y cumpliendo sus leyes, mandamientos, decretos y mandatos, según están escritos en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y dondequiera que vayas.” 1 Reyes 2,1-3
“Un cristiano de la península de Corea visitó a uno de los misioneros que allí estaban, y le dijo que había aprendido el Sermón del Monte y deseaba repetirlo delante de él. Enseguida aquel cristiano repitió, palabra por palabra, sin que le faltara una sola, los tres capítulos que componen el mencionado sermón. Cuando terminó, el misionero dijo a ese cristiano que era necesario poner por obra las enseñanzas del sermón; a lo que aquel creyente replicó: ‘Así lo aprendí: Procuraba yo aprenderlo, todo de una vez, y las palabras se me iban. Entonces aprendí de memoria un versículo, salí en busca de alguno de mis vecinos y en él practique las enseñanzas de ese versículo; y se me quedaron bien las palabras. Entonces procuré aprender de esa manera todo el sermón, y así lo aprendí’.” David ve cercana la hora de su muerte, antes de su partida tiene tiempo para un último gesto. Ha elegido a Salomón como su sucesor, ahora entonces le exhorta mantenerse firme en el cumplimiento de las ordenanzas y mandatos del Señor. También nosotros, como testimonio de nuestra fe, debemos mantenernos firmes en los mandamientos; y, la mejor forma de cumplirlos es poniendo en práctica lo que allí se nos pide.