“…vive en la fe y el amor…” 2 Timoteo 1,13
Escribe Anthony de Mello: “Un hombre, que se pasaba el día leyendo la Biblia y rezando, pregunto a Dios si era el más santo. Dios le respondió que había alguien que era más santo que él. El hombre se decidió observar a este, que según Dios, era más santo. Era un pobre leñador que se pasó el día cortando leña, dando gracias a Dios por el trabajo y la comida, y que, en un momento, ayudo a otro a arreglar su carreta. De regreso a casa el hombre reclamó a Dios: ¿Cómo puede ser que ese sea más santo? Es un pobre ignorante que jamás leyó la Biblia. ¡Lo único que hizo es pasarse el día cortando leña! Dios le ordenó entonces que para probar su fidelidad, llenase un plato con leche, y recorriese las calles del pueblo sin derramar nada. Nuestro hombre obedeció al instante. Al terminar, esperó con satisfacción un reconocimiento, pero Dios sin decir nada le preguntó: ¿Cuántas veces te acordaste de mí mientras caminabas? ¿Cómo iba a tener tiempo de pensar?, respondió. Estuve concentrado en no derramar ni una gota de leche. ¿Así quieres ser el más santo? Ese pobre campesino trabajó todo el día, sin embargo tuvo tiempo para mí y para el otro. En cambio tú, no te acordaste ni una vez de mí, ni viste a ese niño que te pidió una moneda ni a la anciana que tropezó en la calle. Si quieres ser santo, debes aprender a cumplir con tus obligaciones diarias, sin dejarte absorber por ellas, dándote tiempo para mí y para los que te rodean y necesitan de ti.”
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