domingo, 31 de mayo de 2020

La fiesta del Espíritu

“Al llegar la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, los discípulos se habían reunido con las puertas cerradas por miedo a las autoridades judías. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo: ¡Paz a ustedes! Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. Luego Jesús les dijo otra vez: ¡Paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. Y sopló sobre ellos, y les dijo: Reciban el Espíritu Santo. A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.” Juan 20,19-23


Hoy celebramos Pentecostés, la fiesta del Espíritu Santo. Espíritu que hace presente al Cristo resucitado en medio de la comunidad de fe reunida. Comunidad de fe que recibe la paz y es librada del miedo y el encierro. Espíritu que es viento, como el viento que mandó Dios sobre el Mar Rojo para secarlo y hacer pasar a los israelitas por en medio del mar, liberándolos de la esclavitud del faraón y de Egipto; o como ese otro viento que el mismo Dios hizo soplar sobre un montón de huesos áridos para traerlos a la vida, según nos refiere el profeta Ezequiel. Espíritu que habita en medio nuestro por la fe y el amor, y, como viento impetuoso, moviliza a la comunidad adormecida en el camino fecundo del testimonio y compromiso. Testimonio a favor del Evangelio. Compromiso para con el Reino. Viento que es Espíritu. Espíritu que posibilita el perdón, por eso da vida, porque es vida y todo lo alienta y todo lo anima. 

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