viernes, 1 de mayo de 2020

Llamadas a compartir la vida

“En cuanto a ustedes, los esposos, sean comprensivos con sus esposas. Denles el honor que les corresponde, teniendo en cuenta que ellas son más delicadas y están llamadas a compartir con ustedes la vida que Dios les dará como herencia.” 1 Pedro 3,7


Según estadísticas, el 35% de las mujeres de todo el mundo han sufrido violencia física o sexual. El 43% de las mujeres han sufrido algún tipo de violencia psicológica, y, mujeres y niñas representan el 71% de las víctimas de trata. En este tiempo de pandemia y aislamiento, hay un promedio de un femicidio por día. Según estadísticas… pero las estadísticas son frías, aunque en apariencia proclamen una realidad a gritos. Detrás de ese número frío y silencioso, alguien que sufre. Una mujer que ha sabido muchas veces en su vida de ese silencio y esa frialdad con la cual esa estadística le habla. Lo tiene tan internalizado, tan metido en su vida, en su cuerpo, en su sangre, que se le escapa la comprensión del misterio de Jesucristo. Porque en medio de esa realidad que nos habla de tantas mujeres que sufren violencia y maltrato físico, sexual y psicológico, se levanta Cristo ¡el resucitado! Permítanme compartir un poema de María López Alonso titulado ‘A mis hermanas’:
Si mis dedos,
mis pies,
mis piernas,
si mi cuello,
mis ojos,
mi cabeza,
si mis manos,
mis brazos,
mi espalda,
si mis pechos,
mi ombligo,
mi alma
fuesen capaces de sentir
las heridas y cicatrices
que todas llevamos en los cuerpos,
despedazaría las cuerdas,
las cadenas,
las sogas,
ahogaría los gritos,
los golpes,
el quejido,
repararía los daños,
las lágrimas,
la locura,
cosería los cortes,
los quiebres,
la Historia.

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