“De la misma manera, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que el Hijo del hombre ya está a la puerta.” Marcos 13,29
Jesús, el Hijo del hombre, transforma plenamente el mundo y la realidad de nuestra vida, porque él es lo nuevo que viene en nombre de Dios e irrumpe en la historia humana. Jesús, es el Hijo del hombre que llega lleno de gloria y poder, y, quien nos dice: estén preparados. Así como cuando reverdece la higuera es porque el verano está próximo, así ahora ya hay señales de que está a punto de irrumpir el Hijo del hombre, el Cristo de Dios. ¿Y cuál es esa señal? Un cambio total y absoluto. Para nuestra comunidad, la sociedad, nuestra vida concreta. Jesús ha venido a destruir un orden: el orden establecido por el pecado y el egoísmo. Por eso se nos invita a dirigir los ojos hacia arriba, porque llega quien que nos alumbrará para siempre con su vida nueva. A derribar estas murallas en nuestras vidas que nos oprimen para dar paso a Jesús el Cristo que nos redimirá para siempre. La invitación es a poder abrir bien los ojos. Ya llega Cristo con su palabra transformadora, y no podemos permanecer dormidos, ciegos, sordos o mudos. Asumamos la vida con responsabilidad. Este es el tiempo en que como cristianos y cristianas tenemos la oportunidad de anunciar y proclamar la restauración de un mundo que se deshace. Es el tiempo de reconstruir nuestra historia con una visión evangélica más profunda e intensa. El nuestro es un tiempo corto. Pero es lo suficientemente largo como para vivir aquí y ahora los nuevos tiempos del Hijo de Dios. Amén.
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