“¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!” Romanos 8,39
Qué magnifica sentencia ésta la del apóstol: ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor! Esta es la máxima afirmación de un hecho que necesitamos saber y con el que debemos contar. Maravillosa verdad para quienes aman a Dios. Quizás el mayor ejemplo de esto se encuentra en la vida de Cristo mismo. Él fue negado, traicionado, acusado falsamente, juzgado maliciosamente, siendo inocente lo encontraron culpable, fue azotado, golpeado, le escupieron, se burlaron de Él y finalmente fue crucificado. Uno bien podría preguntarse entonces: ¿Podría resultar algo bueno de todo esto? Ciertamente que sí, tuvo por resultado el mayor de todos los bienes, la salvación del ser humano. He aquí nuestro asidero. Nuestra fortaleza ante la dificultad, frente a las preocupaciones de la vida. Dios tiene un plan para nosotros, y ese plan será cumplimentado; no por nosotros, sino por el poder de Dios manifestado en medio nuestro. Que maravilloso su poder que se manifiesta en medio de nuestra debilidad, de nuestra fragilidad, que trae respuestas a nuestras tantas preguntas. Que maravilloso su amor que intercede por nosotros, fortalece nuestra oración, acude a consolarnos en nuestra angustia, en nuestro dolor. Que maravilloso creer en un Dios que conoce la intimidad de nuestras vidas desde el principio mismo de la creación. Que se hace presente en la situación de vida de cada uno y cada una, predestinándonos a ser testigos de su reino; llamándonos a ser su pueblo santo; justificado y glorificado mediante el poder de la cruz de Jesucristo. Quiera Dios fortificar nuestros ruegos al momento de la dificultad; quiera el poder de Dios mantenernos bajo su manto, guiados por su Santo Espíritu. Nos tome entre sus manos y haga con nosotros conforme al plan de salvación que nos tenía destinado. Que podamos ser testigos de su reino para que todos los hombres y las mujeres conozcan el mensaje de salvación y vengan al conocimiento de la verdad mediante nuestro testimonio. Amén.
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