“Ahora no podemos verlo, sino que vivimos sostenidos por la fe…”
2 Corintios 5,7
“Se cuenta que cierto día en una sala pública de una aldea, un escéptico estaba arengando a los presentes acerca de los absurdos de la fe cristiana. Citando algunos pasajes bíblicos tales como: “Yo y mi padre somos uno”, “yo en ellos y tú en mí”, y, “hay tres personas en un Dios”; buscaba crear polémica con sus oyentes. No encontrando en sus oyentes nadie dispuesto a seguirle la corriente y aplaudir su arenga, se volvió hacia un caballero y, con un improperio, le dijo: ¿Cree usted semejante cosas? A lo cual el caballero respondió: Dígame usted cómo arde esa vela. ¡Vaya!, contesto, pues la estearina, el algodón y el aire atmosférico producen la luz. Entonces, continúo el buen hombre, todos ellos constituyen una luz, ¿no es así? Sí, respondió el otro. ¿Me dirá usted cómo están los unos en los otros, y sin embargo no son sino una luz? El incrédulo se quedó en silencio por un momento, y después rápidamente dijo: No, no puedo. Pero, ¿lo cree usted? El interpelado no pudo decir que no. Los oyentes, entonces, se rieron en el acto de su tontería, luego de lo cual cambió la conversación.” Muchas veces, en cuestiones de fe, hay mucho escepticismo con respecto a sus doctrinas. La unidad del Padre con el Hijo, o, la presencia de Jesús el Cristo en medio nuestro, o, el dogma Trinitario, quizás sean preceptos bíblicos difíciles de entender de buenas a primeras. Sin embargo, cuando nos abrimos a la realidad que nos rodea y dejamos que el Espíritu Santo actúe nos vemos entonces sostenidos por la fe.
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