“Hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo les ruego que todos estén siempre de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes. Vivan en armonía, pensando y sintiendo de la misma manera. 11 Digo esto, hermanos míos, porque he sabido por los de la familia de Cloe que hay discordias entre ustedes. 12 Quiero decir, que algunos de ustedes afirman: Yo soy de Pablo; otros: Yo soy de Apolo; otros: Yo soy de Cefas; y otros: Yo soy de Cristo. 13 ¿Acaso Cristo está dividido?” 1 Corintios 1,10-13a
Un poliedro es una figura sólida de tres dimensiones con caras planas, bordes rectos y esquinas agudas. Esta figura geométrica es recurrente en Francisco al momento de hablar de la unidad de los cristianos. Quizás no sea el poliedro una figura armónica o proporcional pero, he aquí lo importante, todavía mantiene el conjunto. Más allá de los muchos Pablos, Apolos o Cefas que pueda haber contenidos en esta figura su centro y, también, la periferia que delimita su contorno sigue siendo Cristo. Es por esto que nuestra unidad en la fe tiene que ver con lo plural de quienes la conforman y con lo singular de aquello que nos contiene y nos une: Cristo Jesús. Él es, hoy y siempre, el centro de nuestra fe y nuestras vidas, motivo y propósito de nuestra unidad en la proclamación del Reino. Cada uno de nosotros y de nosotras, sin importar la confesionalidad, o, las aristas y características de cada uno, es un aporte valioso en este camino que se construye junto al otro, a la otra. Así que, pues, dejemos de intentar ser esfera y probemos más la dicha de ser poliedro. Amén.
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