viernes, 10 de abril de 2020

Todo se ha cumplido

“Jesús bebió el vino agrio, y dijo: Todo está cumplido. Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu.” Juan 19,30


Todo se ha cumplido en esa cruz. Esa cruz que carga con el peso de un hombre, Jesús. Un peso que es tu propio peso. Quizás el peso de esa enfermedad que apareció de pronto, sin sospechas, y te va consumiendo rápidamente.  Quizás la carga de esa otra enfermedad que desde hace tiempo, lentamente, te va ganando y ya no soportas.  Quizás sea tu preocupación por esa joven adolescente casi niña que carga con un embarazo no deseado.  O por ese joven niño que parece encontrar respuestas a sus preguntas en el alcohol y el vicio. Quizás tienes que soportar las largas e interminables colas, ante la guardia en los hospitales, ante la caja para el pago de jubilación en los bancos, ante los trámites en las oficinas de tu obra social.  Quizás la preocupación por tu hijo o por tu hija al momento de tomar decisiones: Que si estudio, que si trabajo, que si espero un tiempo.  Quizás tú, joven, cuando ya las decisiones en tu vida comienzan a tener incidencia sobre ti y no encuentras salida a los problemas que te acosan.  Soportas el peso de responsabilidades para las cuales quizás sientes que no estás preparado.  Quizás pensar en lo que venga después de esto. Quizás… Tal vez te parezca que ya nada tiene sentido.  Tal vez pienses que abres el surco en la tierra sólo para ver crecer la gramilla.  Tal vez sientas que la carga de tu trabajo ya es demasiado para ti.  Que nada vale la pena.  Que nada vale tu esfuerzo.  Que nada vale…  

No hay comentarios:

Publicar un comentario