lunes, 20 de abril de 2020

La vasija agrietada

“Por lo tanto, mis queridos hermanos, sigan firmes y constantes, trabajando siempre más y más en la obra del Señor; porque ustedes saben que no es en vano el trabajo que hacen en unión con el Señor.”
1 Corintios 15,58


Cuenta una fábula hindú: “Un cargador de agua tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía una grieta, mientras que la otra era perfecta y entregaba el agua completa al final del largo camino a pie desde el arroyo. Cuando llegaba, la vasija rota solo contenía la mitad del agua. Desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada porque solo podía conseguir la mitad de lo que se suponía debía hacer. Un día le habló al aguador diciéndole: Estoy avergonzada de mi misma y me quiero disculpar contigo. ¿Por qué?, le preguntó el aguador. Porque debido a mis grietas, solo obtienes la mitad del valor de lo que deberías. El aguador se sintió muy apesadumbrado por la vasija y con gran compasión le dijo: Cuando regresemos a casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino. Siempre he sabido de tus grietas y quise obtener ventaja de ello, sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde tú vas y todos los días tú las has regado. Sin ser exactamente cómo eres, no hubiera tenido flores sobre mi mesa. Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas, pero si le permitimos a Dios utilizar nuestras grietas podremos decorar no solo las nuestras sino muchas otras mesas.”

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