sábado, 4 de abril de 2020

La violencia genera violencia

“…uno de los que estaban allí sacó su espada y le cortó una oreja al criado del sumo sacerdote.  Y Jesús preguntó a la gente: ¿Por qué han venido ustedes con espadas y con palos a arrestarme…?”
Marcos 14,47-48


Escribe Liu Sungyuan: “Un cazador, hábil en imitar las voces de todos los animales de la selva, utilizaba su habilidad para cazarlos.  Los animales al oír su propia llamada, creían que algunos de su especie estaban allí, se acercaban sin miedo, y el cazador los abatía con sus flechas.  Nunca fallaba el método.  Un día fue a cazar ciervos y al llegar al lugar oportuno en la selva, se puso a imitar sus voces.  Antes de que pudieran llegar los ciervos, oyó la voz un lobo y, pensando que podría encontrar comida, ya que a un lobo le es fácil matar a un ciervo, acudió al instante.  El hombre se asustó al ver al lobo, pero tuvo presencia de ánimo y, para librarse de él, se puso a imitar el rugido del tigre.  En cuanto el lobo oyó, le entró miedo y desapareció a toda velocidad.  Pero entonces atraído por la voz de quien pensaba era otro tigre, llegó un tigre, y el cazador se asustó más todavía.  Para librarse del tigre imitó el bramido del oso, ya que hasta el tigre teme al oso y se aleja de él.  En efecto, el tigre se marchó inmediatamente, pero llegó un oso, y ya no hubo solución.  Al cazador se le había agotado el repertorio.  Quedó solo ante el oso, que se abalanzó sobre él y se lo comió.” Así suele ocurrir generalmente cuando a la violencia se responde con más violencia.

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