martes, 7 de abril de 2020

La negación del apóstol

“Pedro estaba abajo, en el patio. En esto llegó una de las sirvientas del sumo sacerdote; y al ver a Pedro, que se estaba calentando junto al fuego, se quedó mirándolo y le dijo: Tú también andabas con Jesús, el de Nazaret. Pedro lo negó, diciendo: No lo conozco, ni sé de qué estás hablando. Y salió fuera, a la entrada. Entonces cantó un gallo. La sirvienta vio otra vez a Pedro y comenzó a decir a los demás: Éste es uno de ellos. Pero él volvió a negarlo. Poco después, los que estaban allí dijeron de nuevo a Pedro: Seguro que tú eres uno de ellos, pues también eres de Galilea. Entonces Pedro comenzó a jurar y perjurar, diciendo: ¡No conozco a ese hombre de quien ustedes están hablando! En aquel mismo momento cantó el gallo por segunda vez, y Pedro se acordó de que Jesús le había dicho: Antes que cante el gallo por segunda vez, me negarás tres veces. Y se echó a llorar.” 
Marcos 14,66-72


La cita precedente me hizo recordar un poema de Francisco de Quevedo titulado: Poema a la negación de Pedro a Jesús. Comienza dedicándolo precisamente “A San Pedro, cuando negó a Cristo, Señor nuestro”, y, escribe: 
“¿Adónde, Pedro, están las valentías
Que los pasados días
Dijisteis al Señor? ¿Dónde los fuertes
miembros para sufrir con él mil muertes
pues sola una mujer, una portera,
os hace acobardar desa manera?
A Dios negasteis; luego os cantó el gallo,
y otro gallo os cantara a no negarlo;
pero que el gallo cante
por vos, cobarde Pedro, no os espante:
que no es cosa muy nueva o peregrina
ver el gallo cantar por la gallina.” 

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