miércoles, 29 de abril de 2020

Intentaré ser fresa

“Pórtense más bien como siervos de Dios.” 1 Pedro 2,16


Se cuenta que cierta vez “un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo. El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino. Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa. La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces encontró una planta, una Fresa, floreciendo y más fresca que nunca. El rey preguntó: ¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío? No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresas. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel momento me dije: Intentaré ser Fresa de la mejor manera que pueda.” Muchas veces ocurre que siendo robles anhelamos ser pino, o, siendo pino ser vid, o, en lugar de vid florecer como rosas. Y, esas muchas veces, olvidamos que hemos sido plantado fresas. Y así es como nos perdemos: Intentando ser otros, buscando servirnos antes que ser siervos de Dios. Olvidamos el servicio, el abrirnos a los y las demás alegrando la vista y el paladar. Impidiendo que nuestra fragancia pueda percibirse a la distancia. Y toda aquella vitamina presente en nuestras vidas, son sepultadas cuando intentamos ser robles / pinos / vides / rosas. Así ocurre también cuando, ¡cuántas veces!, en lugar de servir queremos ser servidos; cuando desoímos la invitación y el llamado en lugar de intentar ser fresa de la mejor manera que podamos.    

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