lunes, 30 de marzo de 2020

Una mujer derrama perfume sobre Jesús

“…llegó una mujer que llevaba un frasco de alabastro lleno de perfume de nardo puro… Rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús.” Marcos 14,3


Escribe la poetisa Dolores Aleixandre: “Mi hora se acerca Abba, como el momento de un alumbramiento y como una mujer cuando llega su hora, me siento angustiado hasta que se cumpla. …la fragancia del perfume ha invadido la casa y lo impregna todo. …al mirar el frasco hecho mil pedazos sobre el suelo, he comprendido la parábola silenciosa que Tú me narras esta noche: En aquel frasco vacío y roto, está toda mi existencia, convocada al vaciamiento y a la muerte. Pero junto a él está también tu promesa: Ese perfume derramado y libre que vas a entregar en mí cuando llegue mi hora, y que va a convertirse, para gloria tuya, en la vida y la alegría del mundo.” Jesús está próximo a su muerte. Se acerca la hora de dolor y sufrimiento, la hora de la cruz. Ya su ministerio va llegando a su fin. Ya está por ser cumplimentado lo que la profecía ha anunciado. Él, que ha venido a traer la buena noticia de la salvación, a mostrarnos como es la alegría de una vida vivida con sentido, está por ser crucificado. Sabe que ese es su signo, que la resurrección sólo es posible luego del tránsito por la cruz. Y, camino a ello, quien ha desandado el desierto; quien ha obrado milagros y señales; quien es manantial de agua fresca, roca firme para afirmarse; este, el Cristo, es ungido con perfume. Aquel que ha sido tantas veces consuelo, recibe el consuelo del nardo sobre si derramado.

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