1° Domingo de Adviento:
Las lecturas compartidas fueron: Salmo 80, Isaías 28:14-17, Juan 1:9-14 y Gálatas 3:26-28, utilizado para el mensaje.
Se reflexionó sobre el capítulo viejo que transitamos y cerramos, y abrimos uno nuevo. Fuimos descubriendo lo que debíamos dejar atrás, haciendo cambios que nos molestan, perturban nuestra vida, dándonos la oscuridad del pecado... y con lo nuevo, hacia donde debemos encaminarnos.
El símbolo fue la vela, comenzando a disipar las penumbras de nuestro interior, que no nos permiten caminar... actuar.
2° Domingo de Adviento:
Las lecturas compartidas fueron: Salmo 146, Isaías 35:1-10, Mateo 11:2-11 y Romanos 15:1-9, utilizado para el mensaje.
Reflexionamos sobre nuestra solidaridad, hospitalidad, sensibilidad... La diversidad de dones que Dios nos da la debemos capitalizar en función de la construcción de una sociedad y Reino de Dios, en donde todos estamos incluidos.
El símbolo fue colocar en la corona de trabajo, corazones con el deseo de cada uno de animarse a actuar en favor del necesitado, y dejarse también ayudar en los momentos de debilidad.
3° Domingo de Adviento:
Las lecturas compartidas fueron: Salmo 85:1-2.8-13, Isaías 40:1-11, 2° Pedro 3:8-15 y Marcos 1:8, utilizado para el mensaje.
Se reflexionó en la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas, familia, comunidad de fe. Dios derrama su Espíritu Santo sobre nosotros y nos prepara, guía nuestros pasos y es el motor de nuestras vidas en la fe.
El símbolo fue una paloma con las alas hacia arriba demostrando la fuerza poderosa del Espíritu Santo. Cada participante mantuvo su diálogo interior con el Espíritu Santo agradeciendo su acción o entregándole su angustia, dolor, deseo.
4° Domingo de Adviento:
Las lecturas compartidas fueron: Salmo 66:1-9, Isaías 65:17-21, Filipenses 4:1.6-7 y Filipenses 4:4, utilizado para el mensaje.
Reflexionamos sobre la alegría del nacimiento del Niño. Alegrarse en el Señor, aprender a valorar las pequeñas y grandes bendiciones que Dios nos da a diario con la familia, el trabajo, la salud, las amistades, la comunidad de fe.
El símbolo fue una estrella. Cada participante agradecía silenciosamente las alegrías y bendiciones recibidas de nuestro Señor.
Por último, como símbolo de que nuestro Señor Jesucristo estuvo junto a nosotros en los encuentros, colocamos en el centro de la corona un corazón iluminado demostrando que su Luz ilumina nuestras vidas, dándonos sabiduría, claridad en nuestras reflexiones, y tranquilidad de no sentir soledad a pesar de ser un grupo reducido. Sin su presencia estos encuentros no hubiesen sido tan provechosos.
Blanca Rahn
No hay comentarios:
Publicar un comentario