Durante todo el culto escuchábamos la lluvia caer suavemente sobre el techo de la iglesia, lo que significaba una bendición más fuerte que las palabras y los cantos. Era Dios que se hacía presente en esa lluvia tan esperada y necesaria.
Todo el día sguió igual: gris y oscuro.
Pero no es la primera lluvia, ya han caído algunas durante el verano y se observa en toda la naturaleza.
Los campos están poniéndose verdes, el pasto está creciendo... ¡las vacas no lo pueden creer!
Si, parece que la sequía está queriendo dejarnos para traer el alivio a la gente, a la tierra, a los animales.
Si, parece que la sequía está queriendo dejarnos para traer el alivio a la gente, a la tierra, a los animales.
La lluvia está cayendo en todo el sur de las provincias de Buenos Aires y La Pampa, y agradecemos infinitamente a Dios que ha escuchado nuestros ruegos. Pero todavía falta un largo camino... el camino de la recuperación. Necesitamos muchas paciencia para seguir adelante y confianza en Dios, ya que una vez más nos ha demostrado que no se olvida de nosotros ni nos desampara. Que, como dice el Salmo 145:
"Clemente y compasivo es mi Señor,
tardo a la cólera y grande en su amor;
bueno es mi Señor para con todos,
y sus ternuras sobre todas sus obras...
... Mi Señor es justo en todos sus caminos,
en todas sus obras amoroso;
cerca está mi Señor de los que lo invocan,
de todos los que invocan con verdad".
La lluvia ha comenzado a caer, pero hay un largo camino por delante, un camino que sólo podemos caminar de la mano de nuestro Dios amoroso y fiel.
¡Que Dios los y las bendiga con una fe firme y alegre!
Estela Andersen
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