Durante todo el culto escuchábamos la lluvia caer suavemente sobre el techo de la iglesia, lo que significaba una bendición más fuerte que las palabras y los cantos. Era Dios que se hacía presente en esa lluvia tan esperada y necesaria.
Pero no es la primera lluvia, ya han caído algunas durante el verano y se observa en toda la naturaleza.
Si, parece que la sequía está queriendo dejarnos para traer el alivio a la gente, a la tierra, a los animales.
"Clemente y compasivo es mi Señor,
tardo a la cólera y grande en su amor;
bueno es mi Señor para con todos,
y sus ternuras sobre todas sus obras...
... Mi Señor es justo en todos sus caminos,
en todas sus obras amoroso;
cerca está mi Señor de los que lo invocan,
de todos los que invocan con verdad".
La lluvia ha comenzado a caer, pero hay un largo camino por delante, un camino que sólo podemos caminar de la mano de nuestro Dios amoroso y fiel.
¡Que Dios los y las bendiga con una fe firme y alegre!
Estela Andersen
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