“Cuando lleguen los días malos, el Señor me dará abrigo en su templo; bajo su sombra me protegerá. ¡Me pondrá a salvo sobre una roca!” Salmo 27,5
Se cuenta que “después de un naufragio en una terrible tempestad, un marino pudo llegar a una pequeña roca y escalarla, y allí permaneció durante muchas horas. Cuando al fin pudo ser rescatado, un amigo suyo le preguntó: ¿No temblabas de espanto por estar tantas horas en tan precaria situación, amigo mío? Si, contestó el náufrago, la verdad es que temblaba mucho; pero... ¡la roca no...! Y esto fue lo que me salvó.” Vivimos tiempos difíciles, tiempos cargados de mucha angustia y mucha incertidumbre. Tiempos donde aquello que creíamos nuestro sustento y seguridad pareciera tambalear. Sin embargo, como hombres y mujeres de fe nos asimos fuertemente de aquel que es nuestra roca y fortaleza: Cristo Jesús, el Resucitado. Hay una canción muy bonita que han cantado por años los cristianos de Kenya y que el pastor Gerardo Oberman adapto y tradujo al castellano. Dice así: “Cristo es la luz de mí ser, roca firme para mi pie, roca firme para mi pie, Cristo es la luz de mí ser. No existe otro lugar donde pueda hoy descansar, en mi angustia, en mi soledad, él me guarda y me da su paz. Solo él me puede librar del pecado y del mal obrar, no hay otro en quien confiar, a Jesús quiero yo adorar. Cuando Dios anuncie el final, su justicia me abrazará y ante el trono de su verdad mi alma, plena, le cantará.” Que podamos seguir confiados en que nuestro Señor Jesucristo será esa roca firme donde se afirmen nuestros pies. Amén.
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