“…cuando ya se encontraba cerca de la ciudad de Damasco, una luz que venía del cielo brilló de repente a su alrededor. Saulo cayó al suelo, y oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Saulo preguntó: ¿Quién eres, Señor? La voz le contestó: Yo soy Jesús, el mismo a quien estás persiguiendo. Levántate y entra en la ciudad; allí te dirán lo que debes hacer. …he escogido a ese hombre para que hable de mí a la gente de otras naciones, y a sus reyes, y también a los israelitas” Hechos 9,3-6.15
“Un niño de siete años de edad quería saber para qué había nacido, y se lo preguntó a su papá. El papá le dijo que él y su mamá habían orado pidiendo a Dios un niño. El pequeño no quedó muy satisfecho e hizo otra pregunta: ¿Eso es todo? Entonces el padre explicó lo mejor que pudo a su hijito que Dios tiene un propósito para cada persona y por lo mismo le conserva la vida; y que tal vez Dios quería usarlo de alguna manera. No mucho tiempo después el niño trepó a un árbol y se cayó quedando herido de gravedad. Todas las personas que lo veían creían que no viviría; pero Dios hizo el milagro de conservarle la vida. Cuando el niño se recuperó plenamente, dijo: Papá tú me dijiste que tal vez Dios quería usarme, ¿te acuerdas? El papá contestó: Si, hijito. Y el niño agregó: Tal vez por esto Dios no quiso que yo muriera en este accidente. En seguida, con lágrimas en sus ojos, agregó: Espero poder hacer aquello para lo cual Dios me devolvió la vida.”
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