El altar sólo con una cruz, la Biblia y los elementos para celebrar la Santa Cena,
y en una mesa al lado: velas, plantas, semillas, agua, flores y frutas. La propuesta justamente fue que quien pudiera llegara al culto con alguno de estos elementos.
El culto comenzó con estas palabras:
Espíritu Santo mándanos tu aliento
Espíritu – viento – soplo - tranquilos te escuchamos
Fuego, fuego que no se puede apagar.
Éste viento es viento de verdad y el fuego es el fuego del amor. Éste viento no dejará de soplar y éste fuego no dejará de arder.
Mientras que cantamos "Dios dador de vida", fuimos encendiendo las velas.Luego de una oración, compartimos esta lectura antifonal:
Espíritu de luz: que tu verdad nos ilumine.
Espíritu del silencio: haz que sintamos la presencia de Dios.
Espíritu del valor: expulsa el miedo de nuestros corazones.
Espíritu de fuego: enciéndenos con el amor de Cristo.
Espíritu de paz: haz que encontremos tranquilidad y escuchemos la palabra de Dios.
Espíritu de la alegría: llénanos con entusiasmo para anunciar la buena nueva.
Espíritu del amor: ayúdanos a abrirnos a las necesidades de los demás.
Espíritu que tiene todo el poder: Dános a todas y todos tu ayuda, y tu fuerza.
Espíritu de la verdad: dirígenos para que sigamos caminando por la huella que Cristo dejó. Amén.
"El reino de Dios se extiende para crecer en el mundo como una semilla que se convertirá en una gran planta. Desde que Dios creó el mundo, él es el gran maestro de todo crecimiento. La naturaleza sigue su misión obedeciendo las órdenes de Dios. Pero junto con lo bueno a la vez crece lo malo, por el pecado que lo origina. Sin embargo lo malo tiene sus limitaciones – de la misma manera que lo bueno puede crecer en abundancia. La fiesta de Pentecostés judía era la fiesta de los primeros frutos, la fiesta de la recolecta y la cosecha. En los primeros tiempos de Jesús, se celebraba como un día de acción de gracias, siete semanas después del Pessah, eso es: siete semanas después de Pascuas. Hoy queremos celebrar con éste culto los frutos del Espíritu. Lo cristiano a de plantarse y de crecer ininterrumpidamente hasta la nueva venida del Salvador".
Leímos el texto de 2 Corintios 9: 6 – 11
Luego, invitamos a la comunidad a plantar un gajo de lazos de amor en una maceta y a colocar todas las plantas en el altar.
También echamos las semillas sobre el altar, simbolizando la siembra.
"Queridas amigas, queridos amigos: cosechamos lo que hemos sembrado. Algunas – algunos siembran cosas no agradables a los ojos del Señor.
Pero nosotras y nosotros como Iglesia nos esforzarnos a sembrar solidaridad, justicia, honradez, paz y libertad. Hay muchas personas que siembran honradamente con las que deseamos colaborar.
Como miembros del cuerpo de Cristo queremos sembrar semillas de una Iglesia Evangélica consciente de su comunidad."
Luego leímos Deuteronomio 32: 1 – 4
Invitamos a la comunidad a regar el gajo plantado, y fueron los niños, entusiasmados con la propuesta.
"El flujo de la alegría y el afecto del Espíritu Santo es agua viva que enriquece la tierra, siempre y cuando nuestras condiciones básicas, nuestras decisiones y nuestros compromisos estén al servicio de un mundo más humano y justo.
Nuestra Iglesia, nuestra gente necesita hoy palabras que busquen la verdad, necesitan personas que se animen a testimoniar públicamente y distribuir y realizar eficazmente las tareas que a cada uno le corresponde."
Leímos este texto del evangelio de Juan 4: 34 – 38
Invitamos a la comunidad a colocar las flores y los frutos en el altar, y nuevamente los niños entusiasmados los colocan.
"Jesús relaciona en la parábola del sembrador el fruto con la siembre y no con la cosecha. En los frutos reconoceremos a nuestras hermanas y nuestros hermanos y somos reconocidos por Dios. Habrá que arrancar las ramas que no den fruto y recortar las que den fruto."
El mensaje sobre el evangelio de Juan 16:12-15 se focalizó en la comunicación y el diálogo como parte de haber sido creados a imagen y semejanza de Dios, que es el Dios de la Palabra. Jesús es la palabra hecha carne y el Espíritu Santo es quien nos inspira a hablar y transmitir el Evangelio.
"Espíritu Santo, acude en ayuda de nuestra debilidad.
Espíritu Santo, acude en ayuda de nuestra impaciencia.
Espíritu Santo, acude en ayuda de nuestra impotencia.
Espíritu Santo, acude en ayuda de nuestra incredulidad.
Espíritu Santo, acude en ayuda de nuestra infidelidad.
¡Ven, Espíritu Santo, ten piedad de nosotras y de nosotros, renuévanos y fortalécenos para ser tus testigos en el mundo ¡Amén."
Una vez celebrada la Santa Cena oramos con estas palabras:"Dios de amor, que te entregaste en tu Hijo por nuestra redención, pedimos la presencia de tu Santo Espíritu sobre nuestras vidas y el pan y el vino que hoy compartimos.
Por Su poder, haz que estos dones sean comida y bebida de salvación, tu cuerpo y tu sangre benditos.
Queremos renovar nuestro pacto contigo y te pedimos que lo confirmes con tu amor.
Danos tu Espíritu, para que sople como poder renovador en nuestra Iglesia, nos santifique y nos comprometa en el anuncio de Tu Palabra, en la acción solidaria y en la presencia profética, como señales de tu Reino. En Jesucristo nuestro Señor. Amén."
La oración de intercesión la hicimos con peticiones y letanías cantadas:
"Oremos: Dios todopoderoso, la vida y enseñanzas de tu Hijo nos mostraron que el camino hacia la reconciliación y la sanidad puede conducir también a la cruz y que la recompensa por la fidelidad puede ser una corona de espinas. Concédenos la gracia de aprender estas duras lecciones.
Oye nuestra oración y atiende nuestra súplica,
oye nuestra oración y atiende nuestra súplica.
De nuestra reticencia para aprender tu voluntad, por aferrarnos a nuestros propios planes y deseos, por nuestra falta de fe en el compromiso personal con tu amparo.
Oye nuestra oración y atiende nuestra súplica,
oye nuestra oración y atiende nuestra súplica.
De la artificialidad de la vida y de la alabanza y del ministerio de la avaricia, la lujuria, la ira y la envidia de los prejuicios, la enemistad, las calumnias del desaliento, el descontento y la desesperación.
Oye nuestra oración y atiende nuestra súplica,
oye nuestra oración y atiende nuestra súplica.
Por los que oprimen a sus empleados, por los que no encuentran trabajo, por los prisioneros y los excluidos por los abusadores y los crueles, incluso por los que ejercen la violencia contra algún miembro de su propia familia y por los que la padecen.
Oye nuestra oración y atiende nuestra súplica,
oye nuestra oración y atiende nuestra súplica.
Por todos los que trabajan para sanar a otros, por los que están comprometidos con la paz, la justicia y la libertad por los que trabajan con las víctimas de la violencia doméstica y por el ministerio de la salud.
Oye nuestra oración y atiende nuestra súplica,
oye nuestra oración y atiende nuestra súplica.
A todos los gobiernos del mundo y a todos los que están en puestos de autoridad, concédeles sabiduría y coraje. Impúlsalos a promover el bienestar de toda la humanidad.
Oye nuestra oración y atiende nuestra súplica,
oye nuestra oración y atiende nuestra súplica.
Bendice a la iglesia en esta tierra y en todo el mundo. Límpiala, purifícala y fortalécela para que pueda ser un instrumento evidente de tu propósito de sanar y reconciliar este mundo quebrantado.
Oye nuestra oración y atiende nuestra súplica,
oye nuestra oración y atiende nuestra súplica.
Apresura, Padre celestial, la llegada de tu Reino y concédenos estos pedidos que te hacemos en el nombre de tu Hijo, nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.Padre nuestro….
Y una bendición especial para la fecha:
"Dios de poder, Que la audacia de tu Espíritu nos transforme, Que la dulzura de tu Espíritu nos dirija, Que los dones de tu Espíritu nos capaciten para servirte y adorarte ahora y siempre Por medio de nuestro Señor Jesucristo. Amén."
¡Gracias a quienes a pesar del frío llegaron a compartir la alegría del Pentecostés!
Estela Andersen
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