El texto de este Viernes Santo se encuentra en el evangelio según Juan 18:1-19:42
Hoy es un día en que nuestros hermanos y hermanas católicas hacen el vía crucis o camino de la cruz, repasando cada momento desde que Jesús fue prendido hasta su muerte en cruz.
Nosotros, los evangélicos, no hacemos el vía crucis porque miramos la pasión de Cristo desde la perspectiva de la Resurrección, porque crucificados hubo mucho, y sólo uno resucitó.
Igualmente quiero invitarles a caminar un poco por este texto que hoy compartimos.
Caminemos con Jesús, nuestro Rey…
¿Qué es un rey y que implica reconocer a un rey? Un rey es el dueño de un territorio sobre el cual domina, incluso sobre las personas que lo habitan. Ellas le deben obediencia plena, al menos en los tiempos de Jesús.
Veamos su reinado:
- Ante Pilato confirma que es rey, pero “su reino no es de este mundo”
- Frente a la multitud, lo prefieren a Barrabás… no es muy popular…
- Los soldados lo reconocen, le ponen una capa púrpura y una corona… pero de espinas y se burlan y lo maltratan
- Pilato quiere devolverlo a su gente diciendo “ahí tienen al hombre”… pero se lo devuelven pidiendo su crucifixión
- Jesús se asume como rey y su reino es de la verdad, según sus propias palabras, y según su obediencia al Padre, por el dolor, por la cruz… un reino del fracaso…
- El cartel que le ponen en la cruz lo define como “Jesús, el nazareno, rey de los judíos”
Caminemos ahora con los judíos...
- Quieren deshacerse de Jesús, pero como no logran un consenso entre ellos, pretenden que otro les soluciones el problema: la ley romana. Cuando Pilato les dice “háganse cargo” ellos dicen “nosotros no podemos dar muerte a nadie”.
- Por el enojo que tienen con Jesús, prefieren a Barrabás, un temido delincuente al que la ley había logrado prender.
- Reconocen el poder de Roma, siendo que están sometidos bajo su imperio.
- Reconocen al César como su rey, siendo que esto significaba adorarlo como hijo de un Dios ajeno, incumpliendo así el segundo mandamiento.
- La acusación: Jesús se dice Hijo de Dios
- La realidad: Jesús, a través de su palabra o obra atenta con un templo corrupto, que ha construido un Dios a su medida, en donde los sacerdotes, escribas, fariseos y maestros de la Ley miden con diferentes varas según su conveniencia. Jesús pone en evidencia su hipocresía y corrupción.
- En 5 oportunidades dice claramente que no quiere condenar a Jesús, no encuentra una razón válida.
- Considera que Jesús es un problema de los judíos.
- Jesús lo hace pensar. Por un lado cuál es su reino, quién es y de dónde viene “todo el que es de la verdad escucha mi vos”; “no tendrías ningún poder contra mí si no se te lo hubiera dado de arriba”. Jesús lo atrae y lo inquieta.
- Los judíos lo presionan. Ante la negativa de Pilato de matar a Jesús, cosa que hacen 4 veces, 2 exigiendo su crucifixión, le dicen “si lo sueltas no eres amigo del César”, pero además, cuando les dice que Jesús es su rey, ellos responden que sólo el César es su rey.
- La presión puede más y se deja convencer. No quiere problemas.
- Seguir a Jesús, un camino difícil, exigente, muchas veces solitario
- Construirnos una fe a nuestra medida, nuestra conveniencia, a la carta
- Dejarnos llevar por la presión que ejerce una sociedad del “sálvese quien pueda”, que valoriza el consumo y la autosatisfacción
Es entonces en donde la perspectiva desde la Resurrección cobra sentido. Porque Jesús no termina en la cruz, sino que nos abre una nueva vida desde la tumba vacía, desde el vencer a la muerte y proponernos una vida diferente, una vida en abundancia a partir de la entrega, del amor, de la integridad y la coherencia.
La gran ventaja del camino junto a Jesús es que nos sostiene y nos da fuerza, nos da esperanza y nos permite creer que las cosas pueden cambiar, que es posible un mundo diferente, de que su reino sea aquí y ahora, ese reino de la verdad, en donde toda persona tiene un lugar.
Hoy recordamos la muerte de Jesús en la cruz. Y en esa cruz quedan colgadas junto a él todas aquellas cosas que nos alejan de Dios, que nos atan a nuestras mezquindades, que nos esclavizan y no nos permiten descubrir que la vida no es el modelo de muerte que hemos construido como humanidad, sino que por esa muerte, existe la capacidad de resucitar, de volver a la vida, de transformación, y que nosotros podemos ser parte de esta propuesta. Hoy no es un día de duelo, no es un día de sacrificio ni de llanto. Es un día para pensar qué camino queremos tomar, si estamos dispuestos a tomar nuestra cruz, nuestro compromiso, y amar de verdad y ayudar a que el reino de nuestro Rey Jesús crezca. Amén.
La paz de Dios que supera toda comprensión guarde sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús. Amén.
Estela Andersen
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