Buenos Aires, 15 de diciembre de 2015
“Pero el ángel les dijo (a los pastores): “No tengan miedo, porque les traigo una buena noticia, que será motivo de gran alegría para todos: Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor.””
Lucas 2,10 – 11
“El ángel me mostró un río limpio, de agua de vida. Era claro como el cristal, y salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle principal de la ciudad y a cada lado del río, crecía el árbol de la vida, que da fruto cada mes, es decir, doce veces al año; y las hojas del árbol sirven para sanar a las naciones.”
Apocalipsis 22,1 – 2
¡Bendito 2016 y felices fiestas!
Queridos hermanos y hermanas:
Un ángel nos trae un mensaje de paz y redención. Lo hace en medio de la historia de una humanidad sumergida en la noche de los desgarros de la desigualdad, la miseria, la violencia y la guerra. Los pastores son los que sufren, los que no tienen lugar donde vivir, como tantos y tantas que hoy huyen de la guerra y buscan refugio en aquellos países que consideran más prósperos o más capaces de brindarles un futuro esperanzador. Los pastores tienen el cielo por techo y el campo por casa, igual que los miles de seres humanos que hoy huyen de la sequía y la miseria causada por los cambios climáticos.
En ese contexto el nacimiento de Jesús marca el inicio de un nuevo capítulo en la historia de la humanidad. Sus palabras, sus milagros, sus enseñanzas y ejemplo, su muerte y resurrección son la puerta por donde entra luz y esperanza en nuestras vidas y en la vida de la humanidad.
El año 2016 será bendito si escuchamos y creemos en la promesa del ángel anunciando que la salvación del mundo, de nuestra humanidad, está contenida en la pequeña vida del pesebre.
En los veinte siglos transcurridos desde el nacimiento de Jesús al presente, la humanidad no ha dado nunca muestras fehacientes de haber comprendido el mensaje del reino de Dios, proclamado por Jesús, el Mesías. Guerras entre naciones hermanas, odios invocados en nombre de Dios, destrucción y explotación de la creación de las más diferentes formas. Como iglesia de Jesucristo pretendemos anunciar su paz en medio de las divisiones, la codicia desmesurada de unos pocos, la violencia contra las mujeres y las niñas. ¡Bendito será el año 2016 si así lo hacemos!
Nuestro mensaje podrá ser como la promesa del ángel en el libro del Apocalipsis, un río que sana las enfermedades de nuestro mundo. Necesitamos proclamar el Evangelio de Jesucristo para que esa visión comience a tener sentido hoy sin esperar al fin del mundo.
Dos ángeles, en dos contextos, alfa y omega de la misericordia divina. Dios que entra en la historia como un bebé que ensucia pañales. Dios que cierra la historia con una ciudad donde es posible sanar todas las heridas de la historia. Por ello, queridos hermanos y hermanas, pongamos nuestra esperanza en ese Dios y el año 2016 será bendito.
Le deseo a toda la familia de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata ¡muy felices fiestas!
Carlos Duarte
Pastor Presidente
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