¿Nos animábamos a bautizar a una persona por inmersión en las aguas del río en la Iglesia Evangélica del Río de la Plata? Algo que tradicionalmente no hacemos, pero que bíblica y dogmáticamente no es un problema. Según nuestra tradición este sacramento debe ser con agua bajo las palabras "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".
Consultamos con el Pastor Presidente, Carlos Duarte, y lo tratamos como Comisión Directiva y llegamos a la conclusión de que si para Lucho era importante también para nosotros lo era, y si para nosotros era lo mismo, podíamos cumplir su deseo. Así, como un acto de amor en Cristo, aceptamos el desafío de ir en contra de la tradición de la iglesia, dando testimonio de apertura, inclusión y sobre todo, de amor.
Y llegó el día.
El 22 de Febrero, a las 10 hs., en la costa sobre Viedma del río Negro, comenzó a bajar la gente.
Así nos reunimos, el primer domingo de Cuaresma, celebrando un día muy especial, a la vera del río.
Lucho, vestido totalmente de blanco, se preparaba para el acontecimiento más importante y esperado de su vida: su Bautismo.
La Mesa bien puesta lo esperaba para compartir en comunidad su primera Santa Cena.
Después de la lectura del Salmo 139, Lucho, con toda la comunidad confesaron su fe a través del Credo Apostólico.
Y llegó la pregunta: ¿Deseas ser bautizado? si es así, responde diciendo: sí, quiero.
Entramos en el río,
zambullida, "te bautizamos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo",
y la bendición "Porque creemos en las palabras de Jesús, te encomendamos la tarea de llevar la paz al mundo. Su buen espíritu te ayudará a desandar tu camino. Amén."
Al salir lo esperaba su hija Dianela, y toda la comunidad presente, compartiendo su gran alegría.
Luego llegó la hora de la Santa Cena con el pan
y el vino,
compartido en comunidad. Otro momento muy emotivo.
Antes de la oración de intercesión, después de la Comunión, Lucho eligió un canto bien tradicional: "Que mi vida entera esté", muy adecuado al momento que estábamos viviendo.
Al finalizar el culto compartimos un almuerzo a la canasta, hasta que nos corrió el río... literalmente.
¡Muchas gracias, Lucho, por proponernos este desafío de romper estructuras! ¡Muchas gracias a toda la comunidad que pudo aceptar y comprender la necesidad de un hermano en la fe!
Es un orgullo para mí acompañar pastoralmente a una comunidad como esta. ¡Que Dios nos bendiga a todos y todas!
Estela Andersen
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