La mañana del sábado amaneció lloviendo a cántaros, pero nada de eso amedrentó a las mujeres que se acercaron a nuestro templo, en Castelar 2257, Bahía Blanca. Y por supuesto fueron recibidas con un rico café un tortas caseras en el salón parroquial.
Luego fuimos al templo a trabajar. Comenzamos con un devocional en donde valoramos los dones que Dios nos ha dado y nuestros saberes.
Después elegimos una flor en donde pusimos nuestro nombre.
Claudia nos fue conduciendo hacia la conciencia de nuestras herencias, vimos cómo muchas de estas cosas nos han sido arrebatadas en nombre de la ciencia y el mundo del saber científico.
"Hemos sido obligadas a ocultar,
y reprimir y en el peor de los casos
olvidar nuestros dones más
preciados: la intuición, la sanación
natural, el respeto por nuestro
cuerpo y sus ciclos, nuestra
conexión con la naturaleza y con
el cosmos, los vínculos con
nuestros espacios sagrados,
nuestros ritos de pasaje y nuestras
diosas arquetípicas.
Felizmente, todo ello aún duerme
en nuestra psique y espera ser
despertado."
Claudia repartó unas bolsas de papel madera con la frase que leímos juntas.Había una vela, para invocar al espíritu de Dios, que podíamos prender o no, y ocho tarjetas de diferentes colores en donde teníamos que poner nuestras herencias y nuestros saberes heredados o construidos en: la fe, remedios caseros, consejos, enseñanzas, música y libros, recetas de cocina, aromas y sabores, lugares y nombres.
Las mujeres fueron pasando, contando sus historias y saberes.
Y después dejaban las tarjetas y la vela encendida en el camino, que representaba el ciclo de la vida y el devenir de los tiempos.
Mientras que las mujeres trabajábamos, Walter y Alejandro prepararon un rico arroz con verduras y carne, que disfrutamos con gusto.
De tarde las mujeres siguieron contando sus historias y saberes.Y el camino se fue llenando... hasta una sartén aterrizó en el medio.
Después trabajaron en grupo con la consigna: ¿qué espacios nos han arrebatados los conocimientos científicos a las mujeres?
Uno de los temas centrales fue la maternidad, el parto, el cuidado del cuerpo de la mujer. Este tema llevó un largo tiempo de intercambios y de reflexión.
Con la parábola de la semilla de mostaza Claudia nos propuso pensar en pequeños cambios de vida.
Vimos que de una semilla muy pequeña nace un árbol que puede acoger vida, porque los pájaros pueden hacer sus nidos en sus ramas: vida dando espacio a la vida, protegiendo la vida: todo un símbolo femenino.
Después compartimos las historias de los "tesoros" que las mujeres habían traído para compartir con las demás.
En el salón nos esperaba un té calentito y riquísimas tortas para la merienda, que disfrutamos mientras seguía la charla.
Claudia se tenía que volver a su casa en Jacinto Arauz, por eso la despedimos con la promesa de encontrarnos el año que viene para seguir profundizando el tema.
Este es el grupo de mujeres:
arriba: Estela, Sandra, Claudia, María Esther, Marcia y Ely
abajo: Riné, Ketty, Lidia (sentada) y Linda
En la mañana del domingo tuvimos un culto especial en donde seguimos reflexionando sobre la mujer y su espacio sagrado
Nos reunimos en nombre del Dios que nutre.
Se
nos llama a compartir nuestros dones de vida
Y
los símbolos de nuestros diferentes contextos y expresiones de espiritualidad.
Dios,
nuestro Sustento, alimenta nuestro cuerpo con energía y esperanza.
Estos
símbolos sirven para recordarnos la presencia de nuestro Dios relacional, que
cuida de la creación.
Reflexionemos
ahora en estos símbolos, al presentar las diversas experiencias, instrumentos e
implementos usados por mujeres.
Estas
mujeres cuidan de nuestro pueblo, alimentan a nuestros hijos y preservan la
vida en las comunidades, trayendo la sanación, la esperanza y el bienestar, aún
en medio de la desesperación.
Dios
de la sabiduría, te damos gracias por darnos aliento de vida.
Compartimos la oración para reconocer al Dios que nos nutre:
Te
agradecemos por la acción de nutrición cuando las mujeres toman 1 taza de
harina de maíz, ½ litro de caldo por taza de harina de maíz, y queso fresco,
pimienta, sal y salsa de tomate para hacer la comida para tres personas.
Ponen
el agua en una cazuela hasta que rompa el hervor y añaden un poco de sal y 1
cubo de caldo. Agregan la harina de maíz en forma de lluvia y revuelven
enérgicamente para evitar los grumos. Revolviendo la mezcla constantemente
dejan que cocine en llama mediana hasta que se espese.
Luego
se saca del fuego, se agrega dados de queso fresco y se coloca en un plato
hondo. Luego se echa la salsa de tomates y se come caliente.
Mientras
hacen esto te dan las gracias, Dios, por compartir estos secretos con ellas. Y
te agradecemos también por crear el maíz y otros productos que vienen de tu
prodigalidad.
Sin
embargo aquí estamos, con frecuencia, demasiado ocupadas en crear teologías y
en abrazar la espiritualidad que tiende a sobrevalorar el poder de Dios, como
si este estuviera vacío de amor y vulnerabilidad.
Y mientras se cocinaba la polenta, como en nuestras cocinas, compartimos nuestros vacíos por estar tan ocupad@s en las tareas diarias.
Después del mensaje, como la ofrenda era para el trabajo con mujeres en la Congregación, vimos qué cosas hemos estado haciendo este último año.Al igual que la viuda confió en el profeta y en sus vecinas, que compartieron sus tinajas para que pudiera llenarla con aceite perfumado y venderlo, en un acto simbólico:
Traemos
nuestros recipientes vacíos, jarras, tazas y los compartimos con otras
personas, diciéndoles palabras que llenen sus oídos, manos brazos –todo su
cuerpo– de buenos deseos, sabiduría, coraje y motivación.
Digan
palabras de estímulo, visión y esperanza de justicia. Este será un acto simbólico
de nuestro compromiso de trabajar por la justicia y por el derecho de todos y
todas a los alimentos y a la tierra.
"Te damos gracias Dios, fuente de amor y creatividad infinitos. Llénanos de tu amor y únenos.Quienes comen en compañía nunca tendrán hambre. Quienes que comparten, también recibirán."
Panadera
Dios, yo soy tu pan divino.
Fuerte
y moreno, Panadera Dios
Soy
tu pan, suave, con forma de ser humano.
Yo
soy tu pan que crece, bien amasado por un par de nudillos divinos y nudosos, por
tus manos-tierra tibias.
Soy
pan bien amasado ponme al fuego, Panadera Dios,
Ponme
en tu propio fuego brillante Soy tibio, tibio como tú.
Del
fuego salí blanco y dorado, suave y duro, moreno y redondo.
Salgo
tibio del horno, comparte el pan Panadera Dios estoy quebrado bajo tu Palabra de
amor.
Ponme
en pedazos en tu jugo especial, ponme en la sangre embriágame en la gran
corriente roja del cáliz generoso, bébeme.
Mi
piel reluce en el vino divino. La copa me cubre el rostro y me ahogo.
Caigo
en un lago rojo en un mundo de oro donde tu tibia mano dorada por el sol, me
espera para sacarme y sostenerme Panadera Dios, vuelve a hacerme.
Con estas palabras compartimos el pan y jugo de uva que es vida, que es amor, que es alimento divino.
Después de la oración y el Padrenuestro, bajo la bendición:
Nos
abrazamos con amor, alcanzándonos mutuamente con las manos; la izquierda con la
palma hacia arriba, con la mano abierta, recibiendo del prójimo; la mano
derecha con la palma hacia abajo expresando nuestra capacidad de dar a los
demás. Cuando nos tomemos de las manos nos conectamos en la red de la creación,
celebrando la diversidad, que nos da la belleza de Dios, la cual resalta mucho
más en la diversidad que en la uniformidad.
¡“Cantemos
y bailemos!
¡Que
todos vengan!
¡En
una fila, que vengan a bailar!
En
una fila que vengan sin sentir vergüenza
Bien
vestidos/as con las ropas que nos gustan y nos sentimos cómodo/as, y con todos
los adornos,
¡Que
bailen y canten!
¡Tomándonos
de las manos vengan a bailar!
¡Tomándonos
de las manos vengan a bailar!
Como
la golondrina que mece su cuerpo de adelante para atrás, como el halcón.
Abrazados bailamos con "Danza" de Marilina Ross.
¡Gracias a quienes hicieron posible este encuentro nutricio! ¡Gracias, Señor, porque nos provees siempre a su tiempo lo que necesitamos!
Estela Andersen
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