Mientras muchos de nuestros compatriotas veían con un nudo en el estómago cómo se desvanecían las expectativas de nuestra selección, nosotros íbamos analizando cuántos de los cimientos de nuestra creencia estaban construidos firmemente y cuántos se asentaban en terreno arenoso. La confianza en Dios nos sostiene aún cuando vamos descubriendo lo imperfectas que son nuestras seguridades y lo endeble de la estructura en que pretendemos haberla fundamentado.
Con el análisis de dos elementos del círculo hermenéutico, los cuales son el Contexto y la Biblia, vimos que en ambos se aplican los criterios de formación, transmisión, difusión, explicación, etc. en una forma arbórea (estructurada, piramidal, jerarquizada) o bien en forma rizomática (dispersa, informal, vital y popular) o incluso en una combinación de ambas. Pudimos constatarlo en numerosos pasajes bíblicos y en las situaciones que los rodearon y que se produjeron a consecuencia de ellos. Esto generó variados comentarios sobre la realidad actual de nuestras iglesias y de por qué algunas de las estructuras mentales en que descansamos son tan difíciles de poner en tela de juicio.
El estudio de varios textos de los Hechos de los Apóstoles nos permitió percibir el pasaje de la actividad misional de los inicios del cristianismo hacia el ámbito urbano y algunas de las circunstancias que la acompañaron y condicionaron.
Habiendo comenzado el sábado a la mañana tras alguna demora de los que venían de lejos ocasionada por la densa neblina, nos extendimos hasta el domingo poco más del mediodía los que debían regresar antes que la neblina vuelva a hacer de las suyas, o hasta el culto vespertino en la Iglesia Metodista los que podían disfrutar del domingo completo. Todo ello intercalado con exquisitas comidas preparadas con cariño y disfrutadas en un clima de contagiosa alegría, además de los riquísimos budines, panes, té, café y mate con que nuestra anfitriona nos tiene malacostumbrados. Sin dejar de mencionar un encuentro coral en la Iglesia Metodista al que llegamos un poco tarde porque estábamos muy entusiasmados con nuestra conversación.
Un taller que nos ayudó a descubrir en cuántos mitos nos sostenemos y que el verdadero fundamento que nos ofrece Cristo es el llamado a amar a Dios y al prójimo. Así podremos construir congregaciones que sean no sólo prestadoras de servicios sino verdaderos ámbitos de conversión.
Ricardo Amelong
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