La casa estaba llena de amigos, no cabía un alfiler. A esa alegría se unió el hecho de que su yerno y sus dos nietos estaban también acompañándolos.
Ángel y Magdalena han sido puntales en nuestra congregación y por eso nos alegra tanto que todavía Dios los ha mantenido unidos y con salud. Amigos, los queremos mucho, son un ejemplo de fidelidad a Dios y un bálsamo para todos aquellos que acudimos a ustedes en las horas de preocupación. ¡Que Dios los bendiga!
Estela
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