La comunidad la estaba esperando, ¡por fin les llegó el turno!
En medio de una celebración un poco accidentada (porque los mellis estaban a full) estuvimos disfrutando de esta hermosa propuesta: recordar y celebrar nuestro Bautismo.
Escribimos nuestros nombres en los cielos imaginarios...
Nos ungimos mutuamente con aceite...
Celebramos la Santa Cena.....
Y renovamos nuestro compromiso cristiano, pidiéndole a Dios que nos acompañe en este desafío con estas palabras:
“Dios, que nos ama, nos preceda para enseñarnos el buen camino.
Dios, que nos ama, nos siga, para ayudarnos, cuando perdamos el camino.
Dios, que nos ama, se ubique debajo de nosotros, para protegernos, cuando caigamos.
Dios, que nos ama, se encuentre alrededor nuestro, para abrazarnos cuando tengamos frío. Dios, que nos ama, nos bendiga y nos mantenga en la fe, firmes en toda circunstancia.
Nosotros, por nuestra parte, nos comprometemos a luchar cada día contra todo lo que nos aleja de Dios, a perdonar y buscar la reconciliación, vaciarnos de nosotros mismos para que el Espíritu Santo anide en nosotros por siempre y para siempre. Amén.”
En la comunidad de Ströeder:
Después de pasar por la tormenta de arena, Anselma y Adolfo Albrecht nos esperaban en su casa para celebrar el culto, como no teníamos donde colgar el "cielo imaginario", lo pusimos como mantel en la mesa que hacía de altar:
Cantamos animadamente al son del acordeón...
A la hora de encender las velas, las chicas estaban "como de cumpleaños", disfrutando el chisporroteo y la luz de sus velas coloridas. Después, en esa misma mesa disfrutamos de una rica merienda.
Vayan y celebren sus Bautismos,
que les dé alegría y esperanza,
también a lo largo del camino
en la vida de cada día.
Lleven la bendición de Dios con ustedes. Amén.
No se olviden nunca de que somos la comunidad de los bautizados, los hijos e hijas adoptivas de Dios que buscamos transformar el mundo por medio del amor, el perdón y la reconciliación.
Estela Andersen
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