Eso es lo que está pasando con nuestra Congregación: estamos sin una estructura que nos sostenga.
¿Por qué digo esto?
Porque en nuestra asamblea hubo un total de 9 personas, de las cuales 3 éramos: Paula, Walter y yo. La asamblea es la instancia en donde todos los miembros de la Congregación no sólo pueden expresar sus deseos e inquietudes, sino que es ahí en donde se deciden las cuestiones más importantes que competen al funcionamiento de la Congregación.
Gracias a que pertenecemos a una Iglesia con una sólida estructura, esto es, a la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, a que dentro de su estructura están contemplados los subsidios a las Congregaciones, como la nuestra, que no se autosustenta, gracias a la ayuda de otras Congregaciones, a través del aporte sinodal. Estas otras Congregaciones funcionan y tienen una solvencia, no sólo por la cantidad de miembros, sino porque defienden y sostienen su estructura, porque son conscientes de que la estructura sostiene el cuerpo.
Somos un cuerpo sin esqueleto, por eso nos cuesta andar, movernos, y si seguimos así, terminaremos parados definitivamente, como un gran pedazo de carne inerte.
¿Qué si estoy enojada?
No, no estoy enojada, estoy preocupada. Porque todavía, después de tantos años caminando en medio diversas inclemencias, después de haber sufrido el cierre de un cargo pastoral, todavía no reaccionan, no se dan cuenta de que la Congregación son c ada uno de los miembros, sos vos, que ahora estás leyendo este panfletito.
No estoy enojada, pero me entristece que no se sientan parte del cuerpo de Cristo, involucrados en su funcionamiento, comprometidos también en el sostenimiento de la estructura.
Un cuerpo sin esqueleto no camina, una Congregación sin Comisión Administrativa y sin una Asamblea que la dirija y la guíe, tampoco. ¡Que Dios te bendiga!
¿Qué si estoy enojada?
No, no estoy enojada, estoy preocupada. Porque todavía, después de tantos años caminando en medio diversas inclemencias, después de haber sufrido el cierre de un cargo pastoral, todavía no reaccionan, no se dan cuenta de que la Congregación son c ada uno de los miembros, sos vos, que ahora estás leyendo este panfletito.
No estoy enojada, pero me entristece que no se sientan parte del cuerpo de Cristo, involucrados en su funcionamiento, comprometidos también en el sostenimiento de la estructura.
Un cuerpo sin esqueleto no camina, una Congregación sin Comisión Administrativa y sin una Asamblea que la dirija y la guíe, tampoco. ¡Que Dios te bendiga!
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