El clima que se vivió fue una mezcla de alegría y emoción, ya que algunas personas trajeron sus certificados de Bautismo y también algunas, su ropita.
Hubo dos momentos muy especiales: cuando nos ungíamos mutuamente con el aceite perfumado, y cuando, casi al final de la celebración, encendimos unas velitas chisporroteantes mientras cantábamos “Shalom javerim”, que en hebreo significa “paz, hermanos”.
Vamos a ver cómo sigue esta celebración tan importante en las comunidades que faltan todavía.
¡Es bueno recordar nuestro Bautismo! Nos permite sentirnos mucho más unidos. ¡Que Dios siga bendiciendo nuestro camino!
Estela Andersen
Estela Andersen
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