La iglesia estaba rebosante de gente a pesar de la gran helada que cayó esa mañana.
Martín se mantuvo alegré y dispuesto, tanto al momento del agua
como a la hora de la bendición.
Después le tocó el turno a padres y padrinos, que también recibieron una bendición especial.
Martín recibió un aplauso de bienvenida como nuevo miembro de la Iglesia.
Una vez que volvieron a sentarse, el pequeño fue invadido por el sueño y se echó una hermosa siestita.
Martín, que Dios te bendiga y mantenga en vos la pureza de espíritu y la integridad como persona.
Estela Andersen
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