Con las palabras de bienvenida de las coordinadoras comenzamos la noche,
cantando "Es por su amor".
El Pastor local, Aníbal Sicardi, compartió algunas palabras acerca de lo que nos convocaba en esa fecha: el aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, firmado en París, en 1948, y del triunfo de la Democracia en nuestro país, dando un giro definitivo en nuestra historia, con la asunción de Raúl Alfonsín como Presidente electo por el pueblo, en 1983, después de la más oscura de las dictaduras que hemos tenido. Ambas fechas reafirman esa luz que sólo puede venir de Dios y que celebramos, también, como cristianos y cristianas en el tiempo de Adviento.
Después de otro canto, fueron pasando diferentes grupos con palabras claves:
Que el amanecer nos encuentre sembrando: UNIDAD
Laura y Dora compartieron un mensaje de encuentro y unidad en las diferencias y un llamado también a no ser sectarios.
Maga compartió una experiencia de vida de un hermano que vivió desde la experiencia del amor cristiano la lucha por la justicia en tiempos muy difíciles, en donde no vivíamos la libertad como lo hacemos hoy, gracias Dios.
Que el amanecer nos encuentre sembrando PAZ
Darío y Graciela nos invitaron a reflexionar en la paz concreta bajo el símbolo bíblico: que las espadas se transformen en arados y las lanzas en hoces. La paz como un estado de bienestar general a la que somos llamados por Dios a través de Jesucristo.Que el amanecer nos encuentre sembrando ESPERANZA
Linda, Lidia y Estela propusieron reflexionar acerca de la esperanza desde la semilla y su potencial, igual que el Niño Jesús como nuestro Salvador. La esperanza es la fuerza especial que nos permite ver la vida desde una perspectiva diferente de aquellas personas que no tienen fe, que no creen en la fuerza que Dios nos da en los momentos difíciles. La esperanza es la capacidad de renacer una y otra vez, es la resurrección.
Compartimos las palabras del libro "La sal de la tierra" de Mamerto Menapace, monje benedictino:
"No tenemos en nuestras manos las soluciones
para los problemas del mundo. Pero frente a los problemas del mundo, tenemos
nuestras manos. Cuando el Dios de la historia venga, nos mirará las manos.
La
persona de la tierra no tiene el poder de suscitar la primavera. Pero tiene la oportunidad
de comprometer sus manos con la primavera. Y es así que la primavera lo
encuentra sembrando. Pero no sembrando la primavera; sino sembrando la tierra
para la primavera. Porque cada semilla, cada vida que en el tiempo de invierno
se entrega a la tierra, es un regalo que se hace a la primavera. Es un
comprometer las manos con la historia.
Sólo
la persona en quien el invierno no ha asesinado la esperanza, es una persona
con capacidad de sembrar. El contacto con la tierra engendra en la persona la
esperanza.
Porque
la tierra es fundamentalmente el ser que espera. Es profundamente intuitiva en su
espera de la primavera, porque en ella anida la experiencia de los ciclos de la
historia que ha ido haciendo avanzar la vida en sucesivas primaveras parciales.
El
o la sembradora sabe que ese puñado de trigo ha avanzado hasta sus manos de
primavera en primavera, de generación en generación, superando los yuyales,
dejándolos atrás. Una cadena ininterrumpida de manos comprometidas ha hecho
llegar hasta sus manos comprometidas, esa vida que ha de ser pan.
En
este momento de salida del invierno latinoamericano es fundamental el
compromiso de siembra. Lo que ahora se siembra, se hunde, se entrega, eso será
lo que verdeará en la primavera que viene. Si comprometemos nuestras manos con
el odio, el miedo, la violencia vengadora, el incendio de los pajonales, el
pueblo nuevo sólo tendrá cenizas para alimentarse. Será una primavera de
tierras arrasadas donde sólo sobrevivirán los yuyos más fuertes o las semillas
invasoras de afuera.
Tenemos
que comprometer nuestras manos en la siembra. Que la madrugada nos encuentre
sembrando. Crear pequeños tablones sembrados con cariño, con verdad, con desinterés,
jugándonos limpiamente por la luz en la penumbra del amanecer. Trabajo simple
que nadie verá y que no será noticia. Porque la única noticia auténtica de la siembra
la da sólo la tierra y la historia, y se llama cosecha. En las mesas se llama
pan.
Si
en cada tablón de nuestro pueblo cuatro hombres o mujeres se comprometen en esa
siembra humilde, para cuando amanezca tendremos pan para todos y todas. Porque
nuestra tierra es fértil. Tendremos paz y pan para regalar a todas las personas
del mundo que quieran habitar en nuestro suelo.
Si amamos nuestra
tierra, que la mañana nos encuentre sembrando..."Como una bendición y gesto final repartimos macetitas con tierra
cada persona elegía sus semillas y las plantaba, con el compromiso de cuidarlas, como una forma de unidad en la distancia, de comunión, cuidado y compromiso.
Los pequeños disfrutaron de la celebración y también de plantar la semilla. Pero también tuvieron la importante tarea de levantar la ofrenda, que fue destinado al trabajo de la Iglesia Metodista en Loma Paraguaya. Se recaudaron $870 más alimentos para la merienda para los niños y niñas que participan en esa comunidad.
Este es el equipo de músicos y de videos que nos acompañaron y trabajaron intenso durante toda la celebración ¡gracias, chicos!Que el Dios de Vida nos traiga en esta Navidad Unidad, Justicia, Paz y Esperanza en todos nuestros hogares y comunidades, y que el año entrante reboce de bendiciones sobre todos y todas.
¡Gracias por este año intenso! Y nos vemos en la actividad de cierre del Grupo Ecuménico y del Coral Ekumene, el jueves 18 de Diciembre, a las 21 hs., en Castelar 2257, en nuestro Concierto de Navidad.
Estela Andersen
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