
“Los exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que se ofrezcan a ustedes mismos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Tal debería ser su culto espiritual. Y no se acomoden a la forma de pensar del mundo presente; antes bien, transfórmense mediante la renovación de su mente, de forma que puedan distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto…
…Que su amor no sea fingido; detesten el mal y adhiéranse al bien; ámense cordialmente los unos a los otros, estimando en más cada uno a los otros. Sean diligentes y eviten la negligencia. Sirvan al Señor con espíritu fervoroso. Alégrense de la esperanza que comparten; no retrocedan ante los problemas y sean perseverantes en la oración. Compartan las necesidades de los santos y practiquen la hospitalidad.” Amén.
Con las manos derechas unidas recibieron la bendición de Dios con estas palabras: "El misericordioso Dios y Padre, que los ha ayudado hasta este momento, que con su gracia los ha mantenido y bendecido, les dé también de ahora en adelante su protección divina y su bendición. Que él permita que los corazones de ustedes sigan unidos en amor fiel hasta el fin. Paz sea con ustedes. Amén."

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