Con la idea de revalorizar el rol materno y de la familia en torno al nacimiento y el cuidado del bebé recién nacido, como un símbolo decidimos desde las tres comunidades que quienes estuvieran a cargo de los mensajes y de la bendición fueran tres mujeres laicas. Revalorizando así también la comunidad por encima de las estructuras religiosas.
Junto a los mensajes cada comunidad presento un símbolo que identifique a cada una.
Así la Iglesia Católica-Romana presentó el agua bendita.
La Iglesia Evangélica del Río de la Plata, una cruz de vidrio azul y celeste, elaborado por las manos de niño/as en situación de riesgo en los Centros de Día de nuestras obras diacónicas en el cono urbano de Buenos Aires. Niños y niñas que viviendo en la oscuridad se les presenta una esperanza de vida en estos espacios de la Iglesia, al igual que los bebés de neo que también viven en situación de riesgo y tienen esperanza de vida. El vidrio por su transparencia remite a la inocencia del niñ@, la fortaleza y también la vocación se servicio de las personas que aman la vida y entregan la suya para salvar a los y las pequeñ@s. Pero a la vez la fragilidad del vidrio nos recuerda la vida, que está en las manos de Dios, la vulnerabilidad de toda persona y en especial de los pequeñ@s. El color azul y celeste nos representa la inmensidad, lo infinito (como el cielo o el mar), el Ser Supremo, que para nosotr@s es Dios.
La comunidad Mapuche presentó su bebida cúltica como el nexo entre lo humano y lo divino.
El acto religioso finalizó con una bendición realizada por una mujer de cada comunidad y tres niñ@s que gracias al servicio de neonatología están vivos y representaron el mensaje de esperanza que en todo momento se quiso compartir: "Descansar bajo sus alas", de Eduardo Robaina, Villa María, Córdoba, Argentina.
Puedo descansar tranquilo
Pues mi Padre con amor
Acompañará mi sueño
Bajo sus alas estoy
Pues mi Padre con amor
Acompañará mi sueño
Bajo sus alas estoy
por María Rosa, de la comunidad católica y pediatra del hospital.
Y quiera Dios que en su gracia
Pueda ver de nuevo el sol
Y aún cuando no suceda
Sé que de su mano voy
por Isabel, de la comunidad mapuche
No importa lo que me pase
De algo seguro estoy
Que nada podrá apartarme
De su inigualable amor
por Benjamín y Jonás, gemelos, nacidos prematuros hace 8 años, y atendidos en Neonatología en el Hospital San Roque, de Paraná, Entre Ríos, de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.
En noches de plena luna
De algo seguro estoy
Que nada podrá apartarme
De su inigualable amor
por Benjamín y Jonás, gemelos, nacidos prematuros hace 8 años, y atendidos en Neonatología en el Hospital San Roque, de Paraná, Entre Ríos, de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.
En noches de plena luna
O en la honda oscuridad
Mis ojos cierro tranquilo
Él me inunda con su paz
por Linda, de la comunidad de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.
Mis ojos cierro tranquilo
Él me inunda con su paz
por Linda, de la comunidad de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.
Que Dios los
abrace con amor de padre,
Los cuide con
cariño de madre,
Los haga sonreír
con ternura de niño
Y los guíe con sabiduría de abuelo. Amén.
por la hija de Isabel y Fernando, de 9 años, atendida en Neonatología del Hospital Penna, de la comunidad mapuche.
Compartimos con ustedes el mensaje de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata:
¿Dónde
está Dios?
Es
la pregunta recurrente de quienes
atraviesan por momentos de dolor, angustia e injusticia.
¿Por
qué Dios permite que esto suceda?
Es la
pregunta que se hacen muchos ante acontecimientos sufrimiento o situaciones
inexplicables que deben atravesar.
Y
podríamos repetir estas mismas preguntas antes el nacimiento de bebés
prematuros, que tienen problemas al nacer o congénitos.
La
respuesta clara sería: “Dios está aquí, en l hospital, en las personas que de
una u otra manera acompañan y ayudan a ese bebé internado y a sus familias”. Es
una experiencia diferente a la esperada, en donde fragilidad y fortaleza son
dos caras de la misma moneda.
Cuanto
menos hablamos de Dios, y “forzamos” su presencia en el mundo, más se
manifiesta en la experiencia del sufrimiento de las personas. Dice el Pastor y
mártir de la segunda Guerra Mundial contra el gobierno nazi, Dietrich
Bonhoeffer, “Dios, es el Dios ante el cual nos hallamos constantemente. Ante
Dios y con Dios vivimos sin Dios. Dios, clavado n la cruz, permite que lo echen
del mundo. Dios es impotente y débil en el mundo, y precisamente sólo así está
Dios con nosotros y nos ayuda. Mateo 8,17 indica claramente que Cristo no nos
ayuda por su omnipotencia, sino por su debilidad y por sus sufrimientos”.
La
experiencia del dolor y la impotencia permite que Dios se haga presente sin las
“legalidades” y “formulismos” que vivimos en nuestras comunidades de fe;
permite que el Espíritu de Dios brille en un lugar tan “frío” y secular como lo
es este hospital, en neonatología.
¿Dónde
está Dios? Aquí en este mismo momento y en todos los momentos.
¿Por
qué permite Dios que nazcan bebés prematuros o con problemas? Para que en ellos
se manifieste la gloria de Dios, para que brille la luz en medio de la
oscuridad, para que la fragilidad se manifieste en fortaleza.
Estela Andersen
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