viernes, 15 de octubre de 2010

MENSAJE DE LA XXXIX CONFERENCIA SINODAL Y DE LA XVI ASAMBLEA

Crespo, Entre Ríos, 10 de octubre de 2010

Estimados hermanos y estimadas hermanas,

Los delegados y las delegadas de las comunidades de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata y de las Iglesias Reformadas en Argentina junto a diferentes personas invitadas del mundo ecuménico nos hemos reunido los días 07 al 10 de octubre de 2010 en nuestro Sínodo en Crespo, Entre Ríos, para reflexionar sobre el tema de la misión urbana. Esta reflexión estuvo inspirada por el texto de Jeremías 29,7 que dice: “Trabajen en favor de la ciudad... porque del bienestar de ella depende el bienestar de ustedes”. El espíritu que reino en este Sínodo fue el de una verdadera fiesta. La Iglesia Evangélica del Río de la Plata y las Iglesias Reformadas en Argentina celebramos con enorme alegría que luego de un rico proceso de diálogo, encuentro y oración hemos concretado la integración de nuestras iglesias. En estte Síínodo, all iguall que en el anterior, hemos enfatizado la necesidad de profundizar el trabajo en las comunidades en términos de capacitación y apertura a la realidad de cada uno de nuestros contextos. En este mismo espíritu también es muy grato contarles que siguiendo con nuestra tradición democrática y participativa hemos renovado diferentes autoridades de la iglesia.

Creemos que Dios nos desafía en las ciudades llamándonos a compartir nuestro mensaje de vida en medio de nuestras diversas realidades, utilizando los más diversos medios que se nos presentan como oportunidad. En este mundo se maneja gran cantidad de información a gran velocidad y con escaso tiempo. Vivimos con la ilusión de estar conectados a “todos” pero no conocemos en profundidad a las personas. Por eso, promovemos el contacto y la necesidad de construir relaciones auténticas y solidarias en el contexto de los medios sociales. Ante la constatación de que los medios masivos de comunicación suelen buscar imponer formas de ver y entender las cosas conforme a sus propios intereses recordamos la advertencia del apóstol
Pablo que dijo: “No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto” (Romanos 12,2 – 3)

En nuestras sociedades capitalistas jamás hubo tanto para consumir, sin embargo, jamás hubo tanta insatisfación y carencias. Las familias se desintegran confundidas ante la falta de comunicación y la gran cantidad de información que reciben. Las personas son prescindibles y se las trata como si fueran una mercancía, pero nosotros queremos valorar los dones de cada una de ellas defendiendo la dignidad de cada ser humano. Existen cada vez más avances en la medicina pero la gente está cada vez más enferma y desprotegida. Como iglesia incentivamos a la gente para que se conozca y se encuentre cara a cara. Como cristianos promovemos que los ciudadanos se organicen para resolver juntos sus necesidades y fortalezcan juntos su fe compartiendo sus historias de vida.

Esta realidad nos desafía a celebrar la presencia del Dios de la vida en medio nuestro, a tomarnos tiempo para animarnos los unos a los otros, a darnos esperanza acompañándonos en nuestros dolores y tristezas, a alegrarnos en comunidad porque cada vez más vale la pena estar juntos y juntas en nombre de nuestro Señor Jesucristo. La iglesia se define como una iglesia abierta constituida por diversas culturas y distintas formas de trabajar al servicio de nuestro Señor. Creemos que evangelizar es encontrarnos los unos con los otros, aprender a aceptarnos mutuamente y, profundizar juntos nuestra comprensión del Evangelio en el contexto en el que estamos presentes.
Soñamos con una iglesia que recupere su historia, se haga cargo de su tarea, asuma su misión de colaborar en la construcción de otro mundo donde podamos reconocer la presencia de Dios en el encuentro con el otro. Necesitamos aceptar que todos construimos murallas para esconder nuestras propias debilidades y ocultar las desmotivaciones que entorpecen nuestro camino a la igualdad. Invitamos a derribar estas murallas para comenzar a construir puentes, recordando que si empezamos de ambos lados al mismo tiempo el encuentro será más próximo.

Nosotros creemos que no hay recetas para hacer misión, no obstante, nos anima la esperanza de que celebrando al Dios de la vida iremos encontrando los caminos adecuados para ello. Creemos que en la evangelización aprendemos a tomar en serio a la otra persona y a enriquecernos con ella en su forma de ser y de vivir. Esta es nuestra esperanza. Este es nuestro desafío.

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