A partir de ahí, con lo chicos, hablamos acerca de cómo ayudar a la gente que por su discapacidad física no tiene acceso a escuchar la Palabra de Dios, esto es al templo.
Salimos y enseguida vimos la escalinata
entonces pusimos un sticker en el escalón de entrada.
Después entramos en el templo y además de algunos bancos (que son unos antiguos pupitres del tiempo en que la iglesia también era escuela), vimos que los escalones de adelante también son un obstáculo
lo mismo que el escalón que se encuentra del templo al salón parroquial.
Una cosa positiva: vimos que a pesar de que hay algunas dificultades para las personas con discapacidad para trasladarse, no hay ningún problema para las personas ciegas. Y eso nos alegró mucho.
Después jugamos a un juego para saber un poco más sobre cómo ayudar a las personas con alguna discapacidad.
Este es un material que ha elaborado el Area de Diaconía que trabaja con esta temática.
Una vez que terminamos el juego vimos un videíto en donde compartimos la alegría de la inclusión.
Y después de tanto trabajo, los chicos merecían una buena merienda con galletitas, torta y jugo: ¡toda una fiesta!
Como ese domingo era el día de la madre, la propuesta fue hacer unas hermosas flores de papel crepe de muchos colores.
"Esta flor es para vos, mami, feliz día", eso es lo que dice Tommy con su gesto.
Los niños y niñas siempre están dispuestos a trabajar las propuestas que les llevamos, y hace ya un tiempo que estamos trabajando el ser comunidad con los pequeños de Alpachiri. Es una forma de ir enseñando a los mayores que ser cristiano significa involucrarse en todos los aspectos de la vida, y la inclusión es una de las más importantes, porque nuestro Dios no hace acepción de personas.
Estela Andersen
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