Como para preparación del Sínodo, en cada congregación debía preparar un escrito en donde contaba acerca de sus fortalezas, sus debilidades, sus miedos y sus sueños, se aprovechó todo este material para trabajarlo entre tod@s.
Así vimos cómo en toda la Iglesia repetimos frases como "somos pocos", "siempre somos los mismos", "nadie nos conoce", pero también pudimos ver todas las cosas que hacemos y cómo estamos presentes en las cosas que pasan en nuestra sociedad, de qué manera somos efectivamente testigos, aunque nos cueste darnos cuenta de ello.
En los estudios bíblicos pudimos trabajar en grupos más pequeños en donde nos pudimos escuchar, en donde descubrimos esa alegría de ser testigos de Cristo, de compartir nuestra fe con nuestros hermanos y hermanas, y así fortalecernos mutuamente.
Una de las cosas que considero muy importante es lo que salió cuando reflexionamos acerca del aporte sinodal, ese aporte que cada congregación hace no sólo para el funcionamiento de la estructura de la Iglesia, sino para ayudar a aquellas congregaciones que por su situación geográfica o por no lograr generar los recursos necesarios, reciben un subsidio.
Nuestra congregación es la más subsidiada de la IERP, y eso debe ser un motivo de agradecimiento de nuestra parte, pero a la vez una toma de conciencia para que también nosotros nos esforcemos por nuestro auto sostén. Así como nuestros hermanos y hermanas de la IERP nos ayudan económicamente funcionamiento, cada uno de nosotros debería asumir el compromiso de aportar con nuestros recursos a la congregación, no esperar que siempre nos resuelvan los problemas de afuera y a utilizar toda nuestra creatividad para encontrar la manera de necesitar cada vez menos dinero de afuera.
Un desafío que tenemos por delante, para cantar la alegría de ser testigos de Cristo.
Estela Andersen
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