jueves, 22 de octubre de 2020

Las obras de caridad

“Pues ustedes, que sobresalen en todo: en fe, en facilidad de palabra, en conocimientos, en buena disposición para servir y en amor que aprendieron de nosotros, igualmente deben sobresalir en esta obra de caridad.” 2 Corintios 8,7

Dwight L. Moody fue un conocido evangelista y editor estadounidense. “En una ocasión Moody reunió a un grupo de industriales y comerciantes cristianos para hablarles de los problemas financieros de una campaña de evangelización. ‘Vamos a hacer una reunión de oración ahora mismo’, dijo uno de ellos piadosamente, ‘para pedir al Señor que mande los medios’. ‘No’, dijo Moody con energía; ‘lo que hay que hacer es levantar una ofrenda ahora mismo’.” Uno de los grandes inconvenientes que se suscita al momento de la atención y mantenimiento de la obra del Señor es el económico. Nos desvelamos pensando en una y otra manera de sostener la tarea, y, muchas veces, olvidamos que la solución está en nosotros mismos. “Se cuenta que una iglesia tenía serios problemas de filtraciones en su techo. La feligresía estaba muy preocupada por el tema. Cierto domingo, luego de la predica, el pastor anunció: tengo una buena y una mala noticia con respecto al techo de nuestro templo. Como es usual la gente quiso saber antes que nada acerca de la primera. Pues bien, respondió el pastor, ya tenemos la plata para el arreglo del techo. La feligresía prorrumpió en gritos de júbilo, luego de los cuales alguien pregunto: ¿y cuál es la mala? Que la plata esta en nuestros bolsillos, respondió el clérigo.” La exhortación del apóstol es clara, si sobresalimos en fe, en buena disposición para servir y en amor, igualmente debemos sobresalir en obras de caridad. 

martes, 20 de octubre de 2020

Cuida tu lengua

“…la lengua; es una parte muy pequeña del cuerpo,… capaz de grandes cosas. ¡Qué bosque tan grande puede quemarse por causa de un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego. Es un mundo de maldad…, que contamina a toda la persona. …hace arder todo el curso de la vida. El hombre es capaz de dominar toda clase de fieras, de aves, de serpientes y de animales del mar, y los ha dominado; pero nadie ha podido dominar la lengua. Es un mal que no se deja dominar y que está lleno de veneno mortal. Con la lengua, lo mismo bendecimos a nuestro Señor y Padre, que maldecimos a los hombres creados por Dios… De la misma boca salen bendiciones y maldiciones.” 

Santiago 3,5-10

Charles Spurgeon fue un pastor bautista reconocido por sus prédicas, tanto que es llamado ‘el príncipe de los predicadores’.  “En cierta ocasión lucía una larga y vistosa corbata de aquellas que estaban de moda en la época en que llenaba los templos y salones de espectáculos más grandes de Londres. Después de la predicación, se le acercó una señora que era conocida de él: de esas que son muy devotas; pero cuya mayor preocupación es descubrir los defectos del prójimo. Señor Spurgeon, le dijo, he traído mis tijeras; pues deseo acortarle esa corbata que es muy mundana y demasiado larga para un predicador del evangelio. Corte como quiera, señora, fue la respuesta. Pero antes permítame usar sus tijeras para cortar algo que usted lleva, una cosa que es demasiado larga, y que produce grave daño a su testimonio cristiano. La mujer sorprendida, no se opuso en absoluto. Entonces Spurgeon, sonriendo, le dijo: Saque la lengua, señora.” 

jueves, 15 de octubre de 2020

Poner en práctica el Evangelio

“Pero no basta con oír el mensaje; hay que ponerlo en práctica, pues de lo contrario se estarían engañando ustedes mismos. El que solamente oye el mensaje, y no lo practica, es como el hombre que se mira la cara en un espejo: se ve a sí mismo, pero en cuanto da la vuelta se olvida de cómo es. Pero el que no olvida lo que oye, sino que se fija atentamente en la ley perfecta de la libertad, y permanece firme cumpliendo lo que ella manda, será feliz en lo que hace.” Santiago 1,22-25

Cierta vez, “cuando una anciana salía de la iglesia, una amiga la encontró y le preguntó: ¿Ya terminó el sermón? No, respondió la anciana, ya lo predicaron, pero no se ha terminado. Ahora voy a hacer mi parte del sermón, a vivirlo. Cuando una congregación, por pequeña que sea reacciona de manera tal por causa del Evangelio de Jesucristo, el beneficio es incalculable.” Muchas veces ocurre que alabamos las bondades de una buena predicación. Ya sea por la expresividad y efusividad de quien predica, o, por su carisma, nos extasiamos en aquello que escuchamos olvidando que: 

1. A quien debemos oír es al Evangelio, y, 

2. Aquello que el Evangelio proclama debe ser puesto por obra. 

La escucha atenta de la Palabra debe llevarnos a la acción concreta como testimonio de aquello que hemos oído. El apóstol es sumamente claro en este sentido: “…no basta con oír el mensaje; hay que ponerlo en práctica…” Sabemos que, si realmente creemos en la Palabra de Dios, esta debe ser puesta por práctica una y otra vez todos los días de nuestras vidas. Dios bendiga nuestro testimonio. Amén. 

miércoles, 14 de octubre de 2020

Para un camino de santidad

“Oh Dios, examíname, reconoce mi corazón; ponme a prueba, reconoce mis pensamientos; mira si voy por el camino del mal, y guíame por el camino eterno.” Salmo 139,23-24

“Juan Wesley, iniciador del movimiento metodista, dijo que el hombre más santo lo era porque diariamente se examinaba para saber si su proceder estaba de acuerdo con los planes de Dios, para lo cual se hacía las siguientes preguntas: 

1. ¿Desperté espiritualmente y tuve cuidado de guardar mi mente de pensamientos errantes, cuando me levanté esta mañana? 

2. ¿Me he acercado a Dios en oración o he dado lugar a la pereza y a la desidia espiritual? 

3. ¿Se ha debilitado mi fe por no haber velado, o ha sido avivada por haberla puesto en actividad hoy? 

4. ¿He andado hoy por fe, y he procurado ver a Dios en todas las cosas? 

5. ¿Me he negado a mí mismo al usar palabras y al expresar pensamientos poco bondadosos? ¿Me he debilitado espiritualmente al ver que prefieren a otros en mi lugar? 

6. ¿He aprovechado mi tiempo precioso, mis fuerzas y mis oportunidades según la luz que Dios me ha dado? 

7. ¿He guardado mi corazón en un ambiente de gracia, de modo que haya sacado provecho? 

8. ¿Qué he hecho hoy por los cuerpos y por las almas de los santos? 

9. ¿He derrochado cualquier cosa por agradarme a mí mismo, cuando podía haber guardado el dinero para la casa de Dios? 

10. ¿He gobernado bien mi lengua, recordando que en la multitud de palabras no falta pecado? 

11. ¿En cuántas ocasiones me he negado a mí mismo hoy? 

12. ¿Mi vida y mis palabras han honrado el evangelio de Cristo?”

martes, 13 de octubre de 2020

viernes, 2 de octubre de 2020

Oración que es poder

“No dejen ustedes de orar: rueguen y pidan a Dios siempre, guiados por el Espíritu. Manténganse alerta, sin desanimarse, y oren por todo el pueblo santo. Oren también por mí, para que Dios me dé las palabras que debo decir, y para que pueda hablar con valor y dar así a conocer el designio secreto de Dios, contenido en el evangelio.” Efesios 6,18-19

Se cuenta que cierta vez “un pastor visitaba a una anciana que era miembro de su congregación. Dicha anciana había estado inválida durante mucho tiempo. Lamento mucho haber llegado a esta hora, le dijo; pero he tenido que recorrer todo el pueblo antes de venir. Yo también, señor pastor, acabo de recorrer todo el pueblo. ¿Cómo es posible? Usted no puede moverse de la cama. ¡Ah, contestó la viejecita; mi alma no está atada a la cama, y así todos los días recorro el pueblo con mis oraciones, sin moverme de aquí!” La oración es el diálogo fecundo que me abre no solo a Dios sino también a mis hermanos y hermanas. Oración que es acción puesto que nos pone en marcha hacia aquel que sufre. Oración que es poder, manifestación visible del invisible e invencible Espíritu del Señor. La oración es una de las acciones más productivas que un creyente puede tener, pues no hay límites para la oración. Por eso la exhortación del apóstol, no dejen ustedes de orar: rueguen y pidan a Dios siempre. Orar por todo el pueblo santo, y, también, por quien ha de ministrar la Palabra. Oración que es petición, pero también agradecimiento. Oración que es siempre presencia viva del Cristo resucitado en medio de la comunidad de fe reunida.