domingo, 31 de mayo de 2020

La fiesta del Espíritu

“Al llegar la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, los discípulos se habían reunido con las puertas cerradas por miedo a las autoridades judías. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo: ¡Paz a ustedes! Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. Luego Jesús les dijo otra vez: ¡Paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. Y sopló sobre ellos, y les dijo: Reciban el Espíritu Santo. A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.” Juan 20,19-23


Hoy celebramos Pentecostés, la fiesta del Espíritu Santo. Espíritu que hace presente al Cristo resucitado en medio de la comunidad de fe reunida. Comunidad de fe que recibe la paz y es librada del miedo y el encierro. Espíritu que es viento, como el viento que mandó Dios sobre el Mar Rojo para secarlo y hacer pasar a los israelitas por en medio del mar, liberándolos de la esclavitud del faraón y de Egipto; o como ese otro viento que el mismo Dios hizo soplar sobre un montón de huesos áridos para traerlos a la vida, según nos refiere el profeta Ezequiel. Espíritu que habita en medio nuestro por la fe y el amor, y, como viento impetuoso, moviliza a la comunidad adormecida en el camino fecundo del testimonio y compromiso. Testimonio a favor del Evangelio. Compromiso para con el Reino. Viento que es Espíritu. Espíritu que posibilita el perdón, por eso da vida, porque es vida y todo lo alienta y todo lo anima. 

sábado, 30 de mayo de 2020

Buscar con el corazón

“…busca la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con todos los que con un corazón limpio invocan al Señor.” 2 Timoteo 2,22


Escribe Antoine de Saint-Exupéry en ‘El Principito’: “No era un agujero excavado en la arena. Era un pozo rústico, como el de un poblado. ¿Qué hacía ahí, en medio del desierto? Los hombres se encierran en los trenes pero no saben lo que buscan. No merece la pena, dijo el principito. El niño intentó mover la cuerda para izar el cubo. La polea chirrió como una veleta oxidada. Escucha cómo canta el pozo. Le hemos despertado y canta. Trae, yo te ayudaré, dije mientras movía la cuerda y escuchaba cantar a la polea. Dame de beber, tengo sed de esta agua, dijo el principito. Entonces entendí lo que había buscado. No era el alimento en sí, sino el resultado de esa caminata bajo las estrellas y del esfuerzo de mis brazos por izar el cubo. Era el agua buena para el corazón, un regalo. En tu tierra los hombres cultivan cinco mil rosas juntas pero no encuentran la que buscan, dijo el principito. Y sin embargo, lo que buscan podría estar en una sola rosa o en un poco de agua de un pozo. Seguramente, dije. Pero no saben buscar porque buscan con los ojos que son ciegos y no con el corazón que sí ve.” Buscar con el corazón. Buscar la justicia, la fe, el amor y la paz. Buscar aquello invisible que Dios hace presente y visible en Cristo. Buscarlo en el camino. En lo cotidiano y simple. Buscarlo junto al otro, la otra; encaminando los pasos hacia nuestro Norte, camino al Reino. 

viernes, 29 de mayo de 2020

Entregar el corazón no duele

“Y tú, hijo mío, saca fuerzas de la bondad que Dios te ha mostrado por medio de Cristo Jesús.” 2 Timoteo 2,1


“Cierto joven proclamó que él poseía el corazón más hermoso de todos. La multitud se congregó a su alrededor y todos coincidieron en que era el más hermoso corazón, pues no se observaba en él ni un solo rasguño. El joven se sintió orgulloso. Un anciano salió de entre la gente y dijo: No mientas. Tu corazón no es tan hermoso como el mío. Sorprendidos, todos miraron el corazón del viejo y vieron que, aunque latía con mucha fuerza, estaba cubierto de cicatrices, en algunos sitios había trozos irregulares que no correspondían y en otros había incluso huecos sin rellenar. El joven se echó a reír y dijo: Estas bromeando. Comparar tu corazón con el mío no tiene sentido. ¡El mío es perfecto! Es cierto, contestó el anciano, el tuyo luce perfecto. Pero no lo es. Mira, cada cicatriz del mío es una persona a la cual entregué todo mi amor. A veces arranqué trozos para entregarlos y, muchos me regalaron un pedazo del suyo que coloqué como pude en el espacio que quedó vacío. De ahí su irregularidad. En ocasiones di trocitos de mi corazón y no me ofrecieron ninguno a cambio. Por eso, sus huecos. El joven permaneció en silencio, se arrancó un trozo de corazón y se lo entregó. El anciano lo colocó en su corazón como pudo. Después arrancó un trozo del suyo y con él tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección. Su corazón ya no era perfecto, pero era mucho más hermoso que antes.” 

jueves, 28 de mayo de 2020

Un plato lleno de leche

“…vive en la fe y el amor…” 2 Timoteo 1,13


Escribe Anthony de Mello: “Un hombre, que se pasaba el día leyendo la Biblia y rezando, pregunto a Dios si era el más santo. Dios le respondió que había alguien que era más santo que él. El hombre se decidió observar a este, que según Dios, era más santo. Era un pobre leñador que se pasó el día cortando leña, dando gracias a Dios por el trabajo y la comida, y que, en un momento, ayudo a otro a arreglar su carreta. De regreso a casa el hombre reclamó a Dios: ¿Cómo puede ser que ese sea más santo? Es un pobre ignorante que jamás leyó la Biblia. ¡Lo único que hizo es pasarse el día cortando leña! Dios le ordenó entonces que para probar su fidelidad, llenase un plato con leche, y recorriese las calles del pueblo sin derramar nada. Nuestro hombre obedeció al instante. Al terminar, esperó con satisfacción un reconocimiento, pero Dios sin decir nada le preguntó: ¿Cuántas veces te acordaste de mí mientras caminabas? ¿Cómo iba a tener tiempo de pensar?, respondió. Estuve concentrado en no derramar ni una gota de leche. ¿Así quieres ser el más santo? Ese pobre campesino trabajó todo el día, sin embargo tuvo tiempo para mí y para el otro. En cambio tú, no te acordaste ni una vez de mí, ni viste a ese niño que te pidió una moneda ni a la anciana que tropezó en la calle. Si quieres ser santo, debes aprender a cumplir con tus obligaciones diarias, sin dejarte absorber por ellas, dándote tiempo para mí y para los que te rodean y necesitan de ti.”

miércoles, 27 de mayo de 2020

La siembra de melones

“…te recomiendo que avives el fuego del don que Dios te dio…”
2 Timoteo 1,6


Comparto otro escrito de Mamerto Menapace: “Era un apasionado de los melones. Año tras año, con mucho esmero preparaba la tierra, para sembrar las más diversas variedades de melones. Un día, le trajeron un melón que, por fuera, no parecía diferente a los que ya había conocido. Pero al probarlo, su sabor lo cautivó. Era el melón más dulce que había probado en su vida. Una sola particularidad tenían estos melones: no tenían semillas. ¿Cómo sembrar estos deliciosos melones si no tenían semillas? Tras darle muchas vueltas al asunto, encontró la solución: ya que los melones no tenían semillas, bastaría con realizar todo el procedimiento de la siembra, pero sin semillas. Total, si las semillas no eran importantes a la hora de saborear el melón, tampoco habrían de serlo a la hora de sembrarlos. Como todos los años, con mucho esmero, preparó el terreno removiendo la tierra y trazando con geométrica disposición los surcos. Tomó una bolsa vacía, y metiendo la mano en ella, fue sacando puñados vacíos que esparció por los surcos, dispersándolos con precisión. Así recorrió uno a uno los surcos, realizando el gesto de arrojar las inexistentes semillas en todo el terreno. Cuando terminó, cubrió los surcos con delicadeza y los regó. Día tras día repitió la tarea del regado, cuidando de utilizar el agua más pura y en la medida exacta. Pero pasaron los días, y nada ocurrió. El terreno no produjo ni siquiera el más mínimo yuyito. Entonces comprendió, que no bastaba con realizar ritualmente todos los gestos y movimientos de la siembra, si faltaba lo más importante: las semillas.”

martes, 26 de mayo de 2020

Las riquezas inciertas

“A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas…” 1 Timoteo 6,17


Escribe Mamerto Menapace: “No habrá tenido mucho. Pero lo que tenía era muy suyo, porque de tanto llevarlo encima había terminado por sentir indispensables todas esas realidades. Al llegar a la orilla de ese río, la opción le resultó dura. Esa realidad del río que atravesaba como un tajo su camino, le exigía una decisión dolorosa. No es que no quisiera atravesarlo; ¡si para eso se había puesto en camino! Lo duro no estaba en vadearlo; sino en que para vadearlo debía tomar una actitud nueva frente a todas sus cosas; frente a todo lo que era suyo; frente a todo lo que se le había adherido. Despacio se quitó el poncho y lo tendió en el suelo. Se sacó las botas y las colocó en el centro. Luego el facón, el pañuelo, la faja y el chambergo. A cada pilcha que entregaba, el hombre se iba empobreciendo. Ató las cuatro puntas del poncho que contenía todo los suyo. Lo voleó tres veces como un lazo para darle impulso y lo tiró por encima de la correntada para que fuera a caer a la otra orilla. De este modo colocaba lo suyo allí donde él mismo debía llegar. Hacía que se le adelantara para esperarlo en la meta. Y allí quedó él, en la orilla de acá, liberado de todo para poder vadear mejor ese río y urgido a vadearlo para poder encontrarse con todo lo suyo, que lo había precedido. Porque nada se ha de perder de lo que el Padre nos ha dado.”

lunes, 25 de mayo de 2020

La buena batalla de la fe

“Pelea la buena batalla de la fe…” 1 Timoteo 6,12


“Un día caminaba por el campo, cuando vi a un anciano, que estaba cavando un pozo. Intrigado, me acerqué a él para preguntarle qué estaba haciendo. A mí siempre me gustaron las nueces, me contestó. Hoy llegaron a mis manos las nueces más exquisitas que probé en mi vida, así que decidí plantar una de ellas. Me entristecí al pensar que ese pobre hombre  jamás llegaría a probar una de esas nueces. Disculpe, amigo, le dije. Para que un nogal dé frutos deben pasar muchísimos años, y dada su edad, es muy probable que cuando este arbolito de sus primeras nueces, usted ya haya muerto hace mucho. ¿No ha pensado que tal vez sería más provechoso para usted sembrar tomates, o melones o sandías, que le darán frutos que usted sí podrá saborear? El hombre me miró un instante en silencio, durante el cual, no supe si sentirme muy sagaz por mi observación o muy estúpido. Tras unos segundos que me parecieron horas, finalmente me contestó: Toda mi vida me deleité saboreando nueces, cosechadas de árboles cuyos sembradores probablemente jamás llegaron a probar. Cuando de nueces se trata, no le corresponde a quien siembra ver los frutos. Por eso, como yo pude comer nueces gracias a personas generosas que pensaron en mí al plantarlas, yo también planto hoy mi nogal, sin preocuparme de si veré o no sus frutos. Sé que estas nueces no serán para mí, pero tal vez tus hijos o mis nietos las saborearán algún día. Y entonces me sentí muy pequeñito y egoísta por pensar sólo en mí. Desde ese día, me dediqué a plantar nogales.”  

domingo, 24 de mayo de 2020

Cuídalos con el poder de tu nombre

“A los que escogiste del mundo para dármelos, les he hecho saber quién eres. Eran tuyos, y tú me los diste, y han hecho caso de tu palabra.  Yo te ruego por ellos… Yo no voy a seguir en el mundo, pero ellos sí van a seguir en el mundo, mientras que yo me voy para estar contigo. Padre santo, cuídalos con el poder de tu nombre, el nombre que me has dado…” Juan 17,6.9.11


Jesús está próximo al martirio, antes de eso tiene un gesto de profunda misericordia para con sus discípulos: Intercede por aquellos a los cuales se dispone a dejar solos ante el mundo. A estos que les han sido dado, les reveló el amor que Dios tiene para con el mundo, amor que se manifiesta en su propio envío para procurarle la salvación.  Estos han recibido el mensaje y lo han guardado fielmente. Han llegado a reconocer que todo lo que Dios le ha dado proviene efectivamente de Él, y, este conocimiento, les ha venido por haber recibido con fe las palabras de Jesús. Ahora deberán testimoniar al mundo esta buena nueva, y lo harán de hacer solos. Por eso el ruego del maestro: Cuídalos con el poder de tu nombre. Jesús no pide para que los discípulos sean librados de este mundo sino todo lo contrario. Sabe que, quien cree, debe vivir su fe entre las dificultades y los tropiezos de la vida.  Por eso ruega, para que ese grupo de fieles testigos pueda estar preparado y ser fortalecido para manifestar plenamente su gloria como Señor y Salvador; visibilizando al mundo, en cada gesto, en cada palabra, el rostro misericordioso y amoroso de Dios. Amén. 

sábado, 23 de mayo de 2020

Un cofre muy preciado

“Y claro está que la religión es una fuente de gran riqueza, pero sólo para el que se contenta con lo que tiene.” 1 Timoteo 6,6


“Una mujer con poca suerte fue la última en enterarse que el poderoso mago iba a repartir sus tesoros.  Vaya, ya no tengo nada más que este cofre, dijo, pero como es muy valioso no pensaba dárselo a nadie. Sin embargo, tú pareces buena, si lo cuidas podrás quedártelo y usarlo como quieras. La joven se alegró de haber tenido suerte por primera vez, y comenzó a empujar el cofre hasta su casa. Como era un cofre muy pesado, pronto se cansó, así que lo abrió para sacar lo que hubiera dentro. Pero dentro no había nada. Furiosa, pensó que todo había sido una broma. Se lamentó por su mala suerte, pues había prometido cuidar un enorme cofre vacío y sin valor. Cansada y desanimada, no dudó en dejárselo a una pareja que se cruzó en su camino. Al ver que les ofrecía su gran cofre se llenaron de alegría. Comprendieron que la mujer no era capaz de admirar la belleza del cofre, y se lo quedaron encantados. El viaje fue duro y pesado, pero ellos sabían que no era un cofre vulgar y corriente, y no les importó hacer un gran esfuerzo. En su casa lo cuidaron y limpiaron. Tanto lo pulieron, que descubrieron lo que siempre les había dicho su corazón: El cofre era un gran tesoro, pues todo él estaba hecho de oro y piedras preciosas. Solo una persona fue incapaz de verlo: La pobre mujer, para quien aquel cofre nunca perdió el aspecto de una enorme y pesada caja vacía.”  

viernes, 22 de mayo de 2020

Somos figuras geométricas

“Te encargo delante de Dios… que sigas estas reglas sin hacer discriminaciones ni tener preferencias.” 1 Timoteo 5,21


“Erase un país de figuras geométricas llamado Figurlandia. Se llamaba así porque sus habitantes eran triángulos, cuadrados, rectángulos, rombos, y demás figuras geométricas. La mayoría eran círculos, pero estos no veían círculos en el mundo, sino figuras geométricas, cada una con su forma, su fortaleza, su debilidad, su forma de ser, pensar y sentir. No se consideraban normales ni perfectos. Y querían un mundo en el que todo el mundo estuviese unido. ¿Cómo hacemos para incluirles en nuestra sociedad?, preguntó uno. Es sencillo, respondió alguien: Tomaremos unas tijeras y les cortaremos los picos hasta que sean círculos. ¿Pero no les hará daño?, cuestionó otro. Eso debe doler. ¡No me parece bien obligarles a ser círculos a toda costa! Lo mejor sería aceptarles tal y como son. Que estén dentro de nuestra sociedad sin obligarles a cambiar. ¡Nadie es una figura perfecta en este mundo! Cada cual tiene sus puntos fuertes y sus puntos débiles, y en unión podemos aprender todos de todos. Nosotros podemos hacer uso de nuestra constitución para formar ruedas que sirven para llevar grandes cargas, los cuadrados pueden hacer pilares y paredes que sostengan y formen edificios, los triángulos y los rectángulos pueden ser  flechas que nos guíen el camino, con los pentágonos y hexágonos se construyen balones que sirven para jugar al fútbol, y ¡miren!, los balones son esferas, mucho más redondas y hermosas que los círculos. Así pues, dejaron de hablar de discapacidades y minusvalías, para dar paso a la diversidad funcional, pues cada cual, según como es, tiene sus capacidades y puede valer para diferentes cosas.” 

jueves, 21 de mayo de 2020

Esta luz ha iluminado nuestras vidas

“…ustedes deben dar testimonio de estas cosas.” Lucas 24,48


Comparto un escrito de José Luis Fernández de Valderrama: “Hace años, en una casita humilde de una gran ciudad, vivía una pareja de ancianos. Estaban recordando las cosas que habían hecho durante todos los años que fueron catequistas. ¿Te acuerdas del día que empezamos? ¿Y cuando aquel grupo nos dejó mudos sin saber que responder? Y así siguieron recordando a muchos papás y niños. ¿Te acuerdas de Carmen y Rafael? ¿De Pedro e Isabel? ¿Y de Juan y Maca? ¿Te acuerdas de lo que sufrió Josefa? ¿De Claudia con su enfermedad? ¿De lo mal que lo pasamos con todas las críticas de José y Juana? ¿Y de todo lo que tuvimos que hacer para que se pudiera operar Rosita? Y así, pasaron toda la tarde recordando y al final su rostro se fue llenando de silencio y de nostalgia. En el adentro se preguntaban: ¿qué habrá sido de la vida de tantos papás y niños? ¿Dónde estarán, qué harán, cómo será su vida? ¿Habrá servido de algo nuestra dedicación y entusiasmo, nuestro deseo de servir al Señor, de que conocieran su amor y fueran más felices? Se hizo noche y esta vez se fueron a la cama con una arruga más en la frente y en el corazón. A la mañana siguiente oyeron el timbre de la puerta. Era el cartero que depositó en sus manos un pequeño paquete. Los ancianos, después de mirarlo unos minutos con asombro, lo abrieron con cuidado. Dentro había un trocito de vela muy pequeña, amarillenta y consumida, y una tarjeta que decía: Gracias. Esta luz ha iluminado siempre nuestra vida. Un abrazo, José y Juana”.

miércoles, 20 de mayo de 2020

Perdonar será nuestra forma de amar

“…quien no se preocupa…de los de su propia familia, ha negado la fe y es peor que los que no creen.” 1 Timoteo 5,8


“Ya no los aguantaba más, siempre tan felices, entonces decidió incordiarlos. Lo primero fue utilizar la técnica de los platos rotos. Escondido bajo la mesa del comedor, esperó al momento en que papá e hija colocaban los platos recién lavados. Entonces, ¡doble zancadilla! ¡Nuevo récord de platos rotos! Comenzaron las discusiones y los gritos. Papá e hija aseguraban que alguien les había puesto la zancadilla y mamá les gritaba que eran igual de torpes. Lo segundo fue correr a la habitación del bebé y hacerlo llorar. ¡Han despertado al niño!, gritó mamá. Y terminaron gritándose entre ellos. Pensó que era fácil destruir la feliz familia, pero no. Los días siguientes utilizó todos sus trucos, pero por más jugarretas que les hizo, por más discusiones que provocó, no lo consiguió. No entendía, ¡nunca había fracasado!  Se quedó solo, sin casa y sin trabajo. No había podido con una simple familia del montón. Después de superar su enojo decidió investigarlos para saber cómo lo habían hecho. Tendrían que estar protegidos por alguna magia, amuleto o extraño secreto. Entonces, descubrió que, cada noche, antes de acostarse, sacaban un pequeño cofre, miraban su contenido, y después se daban un abrazo que les devolvía la sonrisa. Le costó llegar hasta aquel cofre. Cuando lo consiguió, a la luz de una vela, miró en su interior. No encontró piedras mágicas, ni hechizos, ni amuletos. Sólo una antigua servilleta de papel que habían escrito años atrás, justo después de su primera discusión. En ella se podía leer: Perdonar será nuestra forma de amar.” 

martes, 19 de mayo de 2020

Pagado con un vaso de leche

“…la piedad es útil para todo, porque tiene promesas de vida para el presente y para el futuro.” 1 Timoteo 4,8


“Un día, un muchacho pobre que vendía mercancías de puerta en puerta para pagar sus estudios, encontró que solo le quedaba una simple moneda de diez centavos, y tenía hambre. En la siguiente casa que visitó, la mujer que le atendió pensó que el joven parecía hambriento, así que le trajo un gran vaso de leche. Él lo bebió despacio, y entonces le preguntó: ¿Cuánto le debo? No me debes nada, contestó ella con una sonrisa, nunca acepto pago por una caridad. Él le dijo: ¡Entonces, te lo agradezco de todo corazón! Muchos años después esa mujer enfermó gravemente. El doctor que la atendió la reconoció enseguida. Era aquel joven del vaso de leche. El joven, en cuanto la reconoció, se dedicó a hacer lo mejor posible para salvar su vida. Cada día la atendía con gran esmero y especial cuidado. Después de un largo tiempo de lucha, ¡ella ganó la batalla! ¡Estaba totalmente recuperada! El joven doctor que la había tratado, pidió a la oficina de administración del hospital que le enviaran la factura total de los gastos para aprobarla. Él la revisó y firmó. Además escribió algo en el borde de la factura y la envió al cuarto de la paciente. La cuenta llego al cuarto de la paciente, pero ella temía abrirla, porque sabía que le tomaría el resto de su vida para poder pagar todos los gastos. Finalmente la abrió, y algo llamó su atención: En el borde de la factura leyó estas palabras: Pagado por completo hace muchos años con un vaso de leche.”  

lunes, 18 de mayo de 2020

Todo lo creado es bueno

“Pues todo lo que Dios ha creado es bueno…” 1 Timoteo 4,4


“Una calurosa tarde de verano, se cubrió el cielo repentinamente de negras nubes y pronto el vívido resplandor de los relámpagos anunciaba una tempestad que se aproximaba. Retumbó el trueno en las alturas y el relámpago en zigzag resplandecía con siniestro brillo. La joven madre estaba de pie al lado de la cama de su niñito de cinco años, que estaba observando cómo los relámpagos jugueteaban alrededor de su cama. Como los relámpagos se sucedían uno tras otro, la joven se puso temerosa; entonces su niñito se volvió a ella, y mirándola con sus grandes ojos azules, le dijo: ¿Verdad que es brillante, mamá? ¿Está Dios encendiendo sus lámparas? El corazón de la madre se enterneció con la pregunta del niño, y todo temor la abandonó; reconoció que era Dios en verdad el que permitía la tempestad, y que él podía proteger a sus hijos en medio de ella. La confianza de su niño había reprendido sus temores.” ¿Cuántas veces en nuestras vidas nos habremos encontrado en una situación parecida? ¿Cuántas veces en medio de una tormenta habremos tenido temor, por nuestros seres queridos, y, también, por nosotros mismos? El niño del relato nos ayuda a redescubrir que nuestra fe se funda en aquel que ha creado los cielos, la tierra y todo lo que hay en ellos. Por lo tanto, ¿cómo no ha de ser bueno? Quizás, las tempestades que sobrevienen a nuestras vidas sean una manera de poder entender cuanto mal hemos hecho a aquello maravilloso que Dios nos ha dado, y, que nuestra seguridad está puesta en un Dios que es toda bondad y misericordia. 

domingo, 17 de mayo de 2020

Él permanece con ustedes

“Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que les mande otro Defensor, el Espíritu de la verdad, para que esté siempre con ustedes. Los que son del mundo no lo pueden recibir, porque no lo ven ni lo conocen; pero ustedes lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes.” Juan 14,15-17


Dentro de dos semanas, como cristianos y cristianas, celebraremos la fiesta de Pentecostés, fiesta donde celebramos la venida del Espíritu de Dios.  Espíritu que hace visible en medio nuestro, la presencia invisible pero potente del resucitado. Espíritu Defensor y Espíritu de la verdad. Espíritu que fortalece a la comunidad de fe para dar testimonio de Jesús a pesar de las contrariedades y vicisitudes que el mundo ofrece.  Es Jesús mismo quien intercede con el Padre para que esto sea posible, para que podamos recibir y experimentar el Espíritu de Dios en medio de los conflictos y preocupaciones. Sin el Espíritu, nos domina el miedo y el desánimo. Es por esto, que en los momentos más difíciles y complejos de nuestras vidas, Dios nos consuela a través de su gracia, aquella que nos ofrece por medio del Espíritu.  Espíritu que no es sólo fuente de fe y de esperanza sino también poder y verdad.  Pues por el Espíritu somos hechos personas capaces de hacer la voluntad de Dios, compartir su Palabra y ser su pueblo.  Es el Espíritu, quien permite que nuestra fe y nuestra vida estén sujetas a la vida de Dios Padre, manifestada y presente en Jesucristo. Y la promesa es que este Espíritu permanece con ustedes y estará en ustedes, en todo momento y lugar, es decir, siempre. 

sábado, 16 de mayo de 2020

La iglesia del Dios viviente

“Espero ir pronto a verte; pero te escribo esto para que, si me retraso, sepas cómo debe portarse uno en la familia de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, la cual sostiene y defiende la verdad.”
1 Timoteo 3,14-15


“Un sábado por la noche el pastor de una iglesia estaba preparando su sermón para el domingo por la mañana. El cansancio lo rindió y se quedó dormido. Soñó que estaba ya ante su auditorio predicando en el templo. Cuando había leído la cita que le iba a servir de base para el sermón, notó que había entrado una persona nueva; su rostro revelaba cierta tristeza; sus ojos eran de una mirada dulce pero al mismo tiempo muy penetrante. El auditorio estaba lleno, y el desconocido no encontraba asiento y nadie se movió a ofrecerle un lugar; al fin encontró un rinconcito y se sentó a oír la predicación; el predicador no pudo separar su vista de aquel oyente. Cuando terminó el culto, se bajó prestamente del púlpito para ir a saludar al visitante; pero no lo alcanzó; preguntando si alguien lo conocía, le dijeron: Fue Cristo quien asistió a la iglesia. En esto despertó muy impresionado y se preguntó a sí mismo: Si Cristo viniera en persona a mi iglesia, ¿aprobaría lo que estoy haciendo y lo que hace mi congregación? Y desde ese momento se propuso ser más fiel obrero del Señor.” ¿Y nosotros? ¿Somos familia de Dios, iglesia del Dios viviente? El mundo solo podrá ver y creer en el resucitado cuando la experiencia de nuestras vidas y de nuestras comunidades de fe así lo testimonie y manifieste. Iglesia de Cristo, cuerpo del Señor, hoy, aquí. 

viernes, 15 de mayo de 2020

Llamados a ser irreprensibles

“Si alguien aspira al cargo de presidir la comunidad, a un buen trabajo aspira. Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible.” 1 Timoteo 3,1-2


“Se cuenta que cierto emperador chino, cuando le avisaron que en una de las provincias de su imperio había una insurrección, dijo a los ministros de su gobierno y a los jefes militares que lo rodeaban: Vamos. Seguidme. Pronto destruiré a mis enemigos. Cuando el emperador y sus tropas llegaron a donde estaban los rebeldes, él trató afablemente a éstos, quienes, por gratitud, se sometieron a él de nuevo. Todos los que formaban el séquito del emperador pensaron que él ordenaría la inmediata ejecución de todos aquellos que se habían sublevado contra él; pero se sorprendieron en gran manera al ver que el emperador trataba humanitariamente y hasta con cariño a quienes habían sido rebeldes. Entonces el primer ministro preguntó con enojo al emperador: ¿De esta manera cumple vuestra Excelencia su promesa? Dijisteis que veníamos a destruir a vuestros enemigos. Los habéis perdonado a todos, y a muchos hasta con cariño los habéis tratado. Entonces el emperador, con actitud generosa, dijo: Os prometí destruir a mis enemigos; y todos vosotros veis que ya nadie es enemigo mío: a todos los he hecho mis amigos.” La capacidad de liderazgo implica no solo una conducta irreprochable en aquél que lo ejerce, sino, también, una buena dosis de amabilidad. Un buen líder no solo debe tener la capacidad de conducir sino que debe involucrarse de lleno en la vida de sus dirigidos. Por ello, tanto la bondad como el amor y la misericordia tienen que estar presentes siempre en todo momento y en todo lugar.  

jueves, 14 de mayo de 2020

El poder de la oración

“Así pues, quiero que los hombres oren en todas partes, y que eleven sus manos a Dios con pureza de corazón y sin enojos ni discusiones.”
1 Timoteo 2,8


“Un escéptico proclamaba a viva voz y con mucho énfasis: No es posible poseer seguridad ninguna de la existencia de Cristo y que fuese quien fue como dicen sus historiadores, y que resucitase y subiese de nuevo al cielo. Y así continuamente. Cierto día, un hombre que le había estado escuchando, de pronto exclamó: ¡Sí es posible! ¿Cómo?, preguntó el otro. Muy sencillamente: Esta misma mañana, antes de ir hacia mi taller, he pasado una feliz media hora, en conversación con él. A lo cual su interlocutor volvió a preguntar: ¿Cómo? ¡No es posible!  ¿Cómo?, corearon quienes eran testigos de la conversación. Orando, concluyó el hombre de fe.” El testimonio a favor de Cristo nos viene a través de la Palabra, pero también, por medio del testimonio de otros y otras, y, en esa íntima relación que la oración abre camino al Padre. La oración es aquello que nos permite discernimiento por medio de la acción del Espíritu Santo, a la vez que, en ese discernimiento, genera acciones concretas de solidaridad y compromiso. Pues, sabemos, la oración es acción: Acción de humildad para postrarse ante nuestro buen Dios abriéndose a su voluntad, y, acción de generosidad para interceder por aquellas situaciones que generan dolor y pesar en tantos y tantas. Humildad también, de saber que el Señor hará aquello que sea lo mejor para nosotros y nosotras. Después de todo, la oración es un acto magnánimo de fe: Aceptar confiados aquella respuesta que Dios tenga para cada una de nuestras vidas.  

miércoles, 13 de mayo de 2020

Un billete de cien dólares

“…él se entregó a la muerte como rescate por la salvación de todos…” 
1 Timoteo 2,6


Se cuenta que cierta vez un conferencista muy reconocido, comenzó su charla teniendo muy en alto un billete de cien dólares.  Luego preguntó a la gente: ¿Quién quiere tener este billete? Todas las manos se alzaron, a lo cual agregó: Voy a darle este billete de cien dólares a alguno de ustedes, pero antes déjenme hacer algo con él. El conferencista arrugó el billete con fuerza y volvió a preguntar: ¿Aún quieren éste billete? Las manos continuaron levantadas. Bueno, de acuerdo, dijo, pero ¿qué pasaría si hago esto? El conferencista arrojó el billete arrugado al piso y saltó con los pies juntos encima, pisándolo lo más posible y cubriéndolo con el polvo del piso.  Volvió a preguntar: ¿Alguien quiere todavía éste billete? ¡Evidentemente todas las manos continuaron levantadas! Amigos míos, acaban de aprender una lección.  Poco importa lo que yo haga con este billete, siguen queriéndolo porque su valor no ha cambiado, todavía cuesta cien dólares. Piensen ahora en ustedes y en cada una de sus vidas. Muchas veces se sentirán arrugados, rechazados, ensuciados por la gente o por los acontecimientos.  Tendrán la impresión de no valer nada, pero en realidad, vuestro valor no habrá cambiado.  Porque vuestro valor como persona no depende de lo que hacen o tienen, si no por lo que son. Hijos de Dios, ganados por Cristo quien se entregó a la muerte como rescate por la salvación de todos. Él ha pagado el precio restituyendo nuestro valor como personas, criaturas del altísimo. Arrugados y sucios, sí, más no vencidos. El amor y la misericordia de Dios nos han redimido. 

martes, 12 de mayo de 2020

Totalmente pagado

“…derramó abundantemente su gracia sobre mí…” 1 Timoteo 1,14


¿Cuántas veces hemos rechazado las bendiciones de Dios porque, en apariencia, no son como las esperábamos? Se cuenta que “un joven estaba a punto de graduarse. Hacia meses que admiraba un hermoso auto, y, sabiendo que su padre podría comprárselo le dijo que era todo lo que quería. Finalmente, en la mañana del día de graduación, su padre le llamo. Le dijo lo orgulloso que estaba de tener un hijo tan bueno y lo mucho que lo amaba, y, le entrego una hermosa caja de regalo. Curioso y de algún modo decepcionado, el joven abrió la caja y encontró una hermosa Biblia. Enojado le grito a su padre diciendo: ¿Con todo el dinero que tienes, y lo único que me das es esta Biblia?, y salió de la casa. Nunca más volvieron a verse. Pasaron muchos años y el joven se convirtió en un exitoso hombre de negocios. Un día supo que su padre que ya era anciano estaba muy enfermo, pensó en visitarlo. Antes que pudiera partir para verlo, recibió un telegrama donde decía que su padre había muerto, y le había heredado todas sus posesiones. Cuando llego a la casa de su padre, una tristeza y arrepentimiento lleno su corazón. Empezó a ver todos los documentos importantes que su padre tenía y encontró la Biblia que en aquella ocasión su padre le había dado. Con lágrimas, la abrió y empezó a hojearla. Mientras lo hacía, unas llaves de auto cayeron de la Biblia. Tenían una tarjeta de la agencia de autos donde había visto aquel auto que había deseado tanto. En la tarjeta estaban escritas estas palabras: Totalmente pagado.”  

lunes, 11 de mayo de 2020

Un árbol de raíces profundas

“El propósito… es que nos amemos unos a otros con el amor que proviene de un corazón limpio, de una buena conciencia y de una fe sincera.” 1 Timoteo 1,5


“Cerca de un arroyo de aguas frescas, había un pequeño bosque. Los árboles eran muy variados. Todos gastaban las energías en ser más altos y grandes, con muchas flores y perfumes, pero quedaban débiles y tenían poca fuerza para echar raíz. En cambio un laurel dijo: Yo, mejor, voy a invertir mi savia en tener una buena raíz, así creceré y podré dar mis hojas a todos los que me necesiten. Los otros árboles estaban muy orgullosos de ser bellos; ¡en ningún lado había tantos colores y perfumes! Y no dejaban de admirarse y de hablar de los encantos de unos y otros todo el tiempo, riéndose de los demás. El laurel sufría a cada instante esas burlas. Se reían de él, señoreando sus flores y perfumes, meneando el abundante follaje. ¡Laurel!, le decían, ¿para qué quieres tanta raíz? Mira a nosotros todos nos alaban porque tenemos poca raíz y mucha belleza. ¡Deja de pensar en los demás! ¡Preocúpate sólo de ti! Un buen día, vino una gran tormenta, y sacudió, sopló y resopló sobre el bosque. Los árboles más grandes, que tenían un ramaje inmenso, se vieron tan fuertemente golpeados, que por más que gritaban no pudieron evitar que el viento los volteara. En cambio el pequeño laurel, como tenía pocas ramas y mucha raíz, apenas si perdió unas cuantas hojas. Entonces todos comprendieron que lo verdaderamente importante, no son las apariencias, sino lo que está oculto en las raíces, dentro de tu corazón... Y es ¡el amor!...” 

domingo, 10 de mayo de 2020

Camino, verdad y vida

“Jesús le contestó: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre.” Juan 14,6


Escribe Eseario Sosa: “Que nadie te desvíe del buen camino, ni lo bueno ni lo malo. Que ningún amor anule tu ser. Que puedas seguir: Sonriendo, amando, gozando y sirviéndole a Dios y a la humanidad que viene a ser lo mismo.” Yo soy el camino, afirma Jesús. Y nos invita a caminar junto con él. Andando y desandando el único camino posible. El que nos conduce al Padre, conduciéndonos a su vez al encuentro de nuestros hermanos y nuestras hermanas.  El que camina con Jesús seguramente no estará exento de problemas y dificultades, pero caminara seguro. Camino que es verdadero como la verdad plena manifestada en Cristo. Camino que nos conduce a la vida. Porque, creer en Jesús como el Cristo, es abrirse paso por este camino que es tránsito muerte a vida. Yo soy la vida, dice Jesús. Y se entrega en la cruz como manifestación de lo que esa vida significa. Vida que es fruto de esa entrega, fruto de esa cruz. Y es con él, y junto a él, que vamos encontrando la plenitud de esa vida en el servicio, que permite esa vida con sentido que el Padre nos da en su Hijo. Porque, conocer a Jesús es conocer a Dios mismo, experimentándolo cada día como enviado por el Padre para salvarnos. Vida, signo del amor y de la misericordia de Dios. Vida que es ofrecida en Jesús. Vida que es amasada cotidianamente y leudada con la levadura del reino. Quiera Dios que esta vida sea realidad en nuestras vidas, hoy y siempre. 

sábado, 9 de mayo de 2020

Las bendiciones de Dios

“… las bendiciones que han recibido son prueba verdadera del amor de Dios.” 1 Pedro 5,12


“Un hombre tomaba cada día el autobús para ir al trabajo. Una parada después, una anciana subía, y, se sentaba al lado de la ventana un asiento por delante de él. La anciana abría una bolsa y durante todo el trayecto, iba tirando semillas por la ventana. Un día, intrigado, el hombre le preguntó: ¿De qué son esas semillas? ¡Son semillas de flores!, le respondió la anciana. Es que miro afuera y está todo tan vacío. Me gustaría poder viajar viendo flores durante todo el camino. Pero, tardarán en crecer, necesitarán agua, dijo el hombre. Yo hago lo que puedo, contestó la mujer. ¡Ya vendrán los días de lluvia! Unos meses después, al echar de menos a la anciana que ya nunca iba en el autobús, preguntó al conductor: ¿Sabe usted algo de la anciana que venía antes todos los días en autobús y sembraba el campo de semillas? Sí. Murió hace un mes. La pobre vivía sola. Sus hijos se marcharon al extranjero hace años. En el funeral sólo estaban dos vecinos. El hombre, al mirar por la ventana del autobús, vio todo el camino lleno de flores. ¡Todo lo que veía era un colorido y florido paisaje! Las flores han brotado, se dijo, pero ¿de qué le ha servido su trabajo? No ha podido ver su obra. De repente, oyó la risa de una niña pequeña que hablaba con su mamá. La niña señalaba entusiasmada: ¡Mira, mamá! ¡Mira cuantas flores!” Así son las continuas bendiciones que en nuestras vidas nos ofrece Dios en su amor, como flores a la vera del camino. 

viernes, 8 de mayo de 2020

Verdadero acto de amor

“Todos deben someterse unos a otros con humildad… Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los enaltezca a su debido tiempo.” 1 Pedro 5,5-6


“Una calurosa tarde de verano entro en la heladería un niño que tendría alrededor de diez años. Por su apariencia, no daba la impresión de que le sobrara mucho el dinero. Se sentó en una esquina de la barra y le preguntó al heladero cuánto costaba una copa de helado. El heladero le respondió que unos sesenta pesos. El niño se metió la mano en el bolsillo y sacó un montón de billetes de cinco pesos. Los dejó encima del mostrador y comenzó a contarlos. Justo sesenta pesos, lo que necesitaba, pensó el chico. Entonces volvió a preguntar al heladero: ¿Y cuánto cuesta un helado simple? El heladero, que estaba atendiendo a otras personas, comenzó a ponerse molesto e impaciente, pensando que no valía la pena gastar tiempo en ese niño pues poco podría sacar de él. El simple cuesta cuarenta pesos, le respondió con rudeza. Así que el niño volvió a contar su dinero y pidió un helado simple. El heladero le sirvió el helado y le entregó la cuenta. El niño se lo comió con inmenso placer y luego se dirigió a la caja a pagar. Cuando el heladero estaba limpiando el mostrador, de repente se puso a llorar porque vio que en el rincón donde se había sentado el niño había veinte pesos, su propina.” Aceptar la voluntad de Dios, implica el humillarse bajo la poderosa mano de Dios en el servicio diario. Aún en lo aparentemente simple. Entonces, ya no es humillación, sino un verdadero acto de amor.  

jueves, 7 de mayo de 2020

El constructor de puentes

“…deben seguir haciendo el bien y poner sus almas en manos del Dios que los creó…” 1 Pedro 4,19


Comparto un cuento de Elena Fernández Bayo titulado ‘El constructor de puentes’. “Dos hermanos que vivían en fincas vecinas, separadas solamente por un pequeño arroyo, entraron en conflicto. Lo que había empezado con un pequeño mal entendido explotó en un intercambio de palabras ásperas, seguidas por semanas de total silencio. Una mañana, el hermano mayor oyó que golpeaban a su puerta. Al abrirse vio un hombre que llevaba una caja de herramientas de carpintero en la mano. Estoy buscando trabajo, le dijo, quizá usted tenga algo para hacer. ¡Sí!, dijo el campesino, claro que tengo trabajo para ti. Ves aquellos campos más allá del arroyo. Son de mi hermano menor. ¡Nos peleamos y no puedo soportarlo más! Quiero que construyas una cerca bien alta para que no tenga que verlo más. Con seguridad haré un trabajo que lo dejará satisfecho, dijo el carpintero. El hombre trabajó arduamente todo el día. Anochecía cuando terminó su obra. El campesino regresó y sus ojos no podían creer lo que estaba viendo. ¡No había ninguna cerca! En vez de la cerca había un puente que unía las dos orillas del arroyo. Al mirar hacia el puente, vio al hermano aproximándose de la otra orilla, corriendo con los brazos abiertos. Por un instante permaneció inmóvil. Pero, de repente, en un único impulso, corrió hacia su hermano y se abrazaron llorando en el medio del puente. El carpintero estaba marchándose cuando le pidieron emocionados: ¡Espera! Quédate con nosotros algunos días. Pero el carpintero le contestó: me gustaría mucho quedarme, pero, lamentablemente, tengo muchos otros puentes para construir.”

miércoles, 6 de mayo de 2020

Brindarse generosa y humildemente

“Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según lo que haya recibido.   Cuando alguien preste algún servicio, préstelo con las fuerzas que Dios le da. Todo lo que hagan, háganlo para que Dios sea alabado por medio de Jesucristo, a quien pertenece la gloria y el poder para siempre. Amén.” 1 Pedro 4,10-11


“Un padre fue a visitar a su hijo, quien era médico en una gran ciudad. Después de las salutaciones usuales, el padre dijo al hijo: Hijo, ¿cómo va tu negocio? No muy bien, papá, fue la respuesta. En esa misma tarde el padre acompañó a su hijo a una clínica donde el médico donaba sus servicios una tarde cada semana. Veinticinco personas desafortunadas, pobres, recibieron los servicios del médico uno por uno. Cuando el último había recibido un tratamiento y la puerta fue cerrada, el padre dijo: Hijo, ¿no me dijiste esta mañana que no anda bien tu negocio? Si yo pudiera ayudar a veinticinco personas en un mes consideraría que mi vida servía para algo. Pues sí, papá, estoy ayudando a otros; pero no estoy ganando mucho dinero. ¡Dinero!, exclamó el padre, ¿qué vale el dinero comparado con el privilegio de ayudar a nuestros prójimos?” Cada uno de nosotros y nosotras ha recibido un don el cual debemos administrar convenientemente. Y la mejor forma de hacerlo es poniéndolo al servicio de los demás, no con el afán de obtener una ganancia, sino para que Dios sea alabado por medio de Jesucristo. Así como Cristo se ha dado en servicio para con la humanidad toda, así, quien cree, debe brindarse generosa y humildemente a quien lo necesita. 

martes, 5 de mayo de 2020

Seguiré siendo agua

“…aquella agua representaba el agua del bautismo, por medio del cual somos ahora salvados.” 1 Pedro 3,21


“Ya estoy cansada de ser fría y de correr río abajo. Preferiría ser hermosa, encender entusiasmos, encender el corazón de los enamorados y ser roja y cálida. Dicen que yo purifico lo que toco, pero más fuerza purificadora tiene el fuego.” Así pensaba el agua de río de la montaña. Y, como quería ser fuego, decidió escribir una carta a Dios. “Querido Dios: Tú me hiciste agua, pero quiero decirte con todo respeto que me he cansado de ser transparente. Prefiero el color rojo para mí; desearía ser fuego. ¿Puede ser? No es un simple capricho. Yo necesito este cambio para mi realización personal”. El agua salía todas las mañanas a su orilla para ver si llegaba la respuesta de Dios. Una tarde pasó una lancha y dejó caer al agua un sobre rojo. El agua lo abrió y leyó: “Querida hija: me apresuro a contestar tu carta. Parece que te has cansado de ser agua. Yo lo siento mucho porque no eres un agua cualquiera. Tu abuela fue la que me bautizó en el Jordán, y yo te tenía destinada a caer sobre la cabeza de muchos niños. Tú preparas el camino del fuego. Mi Espíritu no baja a nadie que no haya sido lavado por ti. El agua siempre es primero que el fuego”. El agua se miró a sí misma y vio el rostro de Dios reflejado en ella. El agua comprendió que el privilegio de reflejar el rostro de Dios sólo lo tiene el agua limpia, entonces suspiró y dijo: “Sí, Señor, seguiré siendo agua. Seguiré siendo tu espejo.”

lunes, 4 de mayo de 2020

El águila y la mariposa

“Estén siempre preparados a responder a todo el que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen, pero háganlo con humildad y respeto. Pórtense de tal modo que tengan tranquila su conciencia, para que los que hablan mal de su buena conducta como creyentes en Cristo, se avergüencen de sus propias palabras.” 1 Pedro 3,15-16


Comparto con ustedes una fábula de Lorrin titulada ‘El águila y la mariposa’: “Un día el águila altiva descubrió a la mariposa y le habló de esta manera: Dime, ¿de qué te valen tus dobles alas, si apenas puedes remontar el vuelo? No veo que puedas elevarte mucho más allá del tomillo que acaricias. Yo también poseo dos alas, pero con ellas me alzo hasta las cumbres gloriosas y al mirarme en los vecinos cielos clavo en el sol mis ojos penetrantes. ¿No te admira mi grandeza?, ¿no alcanzas a ver tú pequeñez? ¡Ay!, respondió la mariposa, nací diminuta, débil y humilde, pero gracias a mi esfuerzo y mis fatigas, con estas alas mías, tenues quizás, puedo disfrutar de la pradera y el jardín y nutrirme del sabroso néctar que la aurora deposita en las flores. En cuanto a ti, nacida en las crestas de los Alpes, tú, que dominas las agrestes cimas, dime, ¿por qué desciendes de las nubes hasta el suelo para cazar la oscura sabandija? No puedo entenderlo. Tus luces son pocas, por lo que veo, respondió el águila con soberbia. Las suficientes, águila altiva, para que pueda preguntarme: ¿quién de los dos es más noble, la que busca el rocío celestial que la sublima, o el ave majestuosa que para su torpe festín, olvida su grandeza y mancha su esplendor?” 

domingo, 3 de mayo de 2020

Vida en abundancia

“…yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” Juan 10,10


Hoy quiero compartir con ustedes una buena y gran noticia.  Una noticia maravillosa.  Es la mejor noticia que puedan escuchar.  Noticia que es palabra.  Palabra que es alimento.  Alimento más nutritivo que el mejor de los manjares.  Más dulce que la miel.  Noticia que es tan fresca como el agua pura a pesar de ser quizás noticia vieja.  Estén atentos vuestros oídos y dispuestos vuestros corazones.  ¡Hay vida en Jesús! ¿Quién de nosotros no quisiera tener vida, plenitud de vida?  ¿Quién en medio del dolor más certero, tan certero como una puñalada en nuestra carne; del sufrimiento más espantoso, tanto espanto que nubla nuestra vista; de la enfermedad más cruenta, que cual golpe de puño destroza nuestro pecho; no desea más que una cosa?  Vida y vida en abundancia. Pues bien, Jesús viene al mundo trayendo la vida que Dios ofrece.  Por eso creemos: ¡Hay vida! ¿Qué es la vida sino lo contrario de la muerte?, ¿qué es la muerte sino esa fuerza oscura que trata de destruir en nosotros cuanto el amor de Dios ha construido?  La Palabra de Dios nos llama a vivir de otra manera y con otra perspectiva.  Que haya amor donde la muerte produce odio.  Solidaridad donde la muerte genera egoísmo.  Verdad donde se incentiva la mentira.  Que se construya la justicia ahí donde la muerte produzca la injusticia. Que venga tu reino, que se cumpla tu voluntad.  Y la voluntad del Padre celestial es que vivamos, y vivamos en plenitud. Despertemos a esta experiencia nueva a la que nos invita el Señor, Cristo Jesús, Señor de la Vida. 

sábado, 2 de mayo de 2020

Los dos amigos

“…unidos en un mismo sentir y amándose como hermanos…”
1 Pedro 3,8


Comparto con ustedes una fábula de La Fontaine titulada ‘Los dos amigos’: “En el mundo en que vivimos la verdadera amistad no es frecuente. Muchas personas egoístas olvidan que la felicidad está en el amor desinteresado que brindamos a los demás. Esta historia se refiere a dos amigos verdaderos. Todo lo que era de uno era también del otro. Una noche, uno de los amigos despertó sobresaltado. Saltó de la cama, se vistió apresuradamente y se dirigió a la casa del otro. Al llegar, golpeó ruidosamente y todos se despertaron. Los criados le abrieron la puerta, asustados, y él entró en la residencia. El dueño de la casa, que lo esperaba con una bolsa de dinero en una mano y su espada en la otra, le dijo: Amigo mío: Si viniste a mi casa es porque algo grave te sucede. Si perdiste dinero en el juego, aquí tienes, tómalo, y si tuviste un altercado y necesitas ayuda para enfrentar a los que te persiguen, juntos pelearemos. Sabes que puedes contar conmigo para todo. El visitante respondió: Mucho agradezco tus generosos ofrecimientos, pero no estoy aquí por ninguno de esos motivos. Estaba durmiendo tranquilamente cuando soñé que estabas intranquilo y triste, que la angustia te dominaba y que me necesitabas a tu lado. La pesadilla me preocupó y por eso vine a tu casa a estas horas. No podía estar seguro de que te encontrabas bien y tuve que comprobarlo por mí mismo. Así actúa un verdadero amigo. No espera que su compañero acuda a él sino que, cuando supone que algo le sucede, corre a ofrecerle su ayuda.”

viernes, 1 de mayo de 2020

Llamadas a compartir la vida

“En cuanto a ustedes, los esposos, sean comprensivos con sus esposas. Denles el honor que les corresponde, teniendo en cuenta que ellas son más delicadas y están llamadas a compartir con ustedes la vida que Dios les dará como herencia.” 1 Pedro 3,7


Según estadísticas, el 35% de las mujeres de todo el mundo han sufrido violencia física o sexual. El 43% de las mujeres han sufrido algún tipo de violencia psicológica, y, mujeres y niñas representan el 71% de las víctimas de trata. En este tiempo de pandemia y aislamiento, hay un promedio de un femicidio por día. Según estadísticas… pero las estadísticas son frías, aunque en apariencia proclamen una realidad a gritos. Detrás de ese número frío y silencioso, alguien que sufre. Una mujer que ha sabido muchas veces en su vida de ese silencio y esa frialdad con la cual esa estadística le habla. Lo tiene tan internalizado, tan metido en su vida, en su cuerpo, en su sangre, que se le escapa la comprensión del misterio de Jesucristo. Porque en medio de esa realidad que nos habla de tantas mujeres que sufren violencia y maltrato físico, sexual y psicológico, se levanta Cristo ¡el resucitado! Permítanme compartir un poema de María López Alonso titulado ‘A mis hermanas’:
Si mis dedos,
mis pies,
mis piernas,
si mi cuello,
mis ojos,
mi cabeza,
si mis manos,
mis brazos,
mi espalda,
si mis pechos,
mi ombligo,
mi alma
fuesen capaces de sentir
las heridas y cicatrices
que todas llevamos en los cuerpos,
despedazaría las cuerdas,
las cadenas,
las sogas,
ahogaría los gritos,
los golpes,
el quejido,
repararía los daños,
las lágrimas,
la locura,
cosería los cortes,
los quiebres,
la Historia.