
Sabíamos de antemano que varios chicos estarían llegando recién el sábado de mañana, pero todavía no teníamos una clara idea de cuántos seríamos la noche del viernes, sobre todo, después de que el temporal se desplegó con todo su fuerza.
Los chicos mientras tanto se distraían jugando a las cartas.
Al rato llegó el papá de Priscila y Mili para armar las camitas.
Luego llegó Bibi con la cena y demás elementos que necesitábamos para la logística del campamento. La cena eran una riquísimas pizzas caseras que comimos con ganas.
Nico, que venía de Santa Rosa, llegó bastante tarde, pero fue muy bienvenido y enseguida que acopló al grupo.
Era tarde y todos estábamos muy cansados. Después de ir todos en el auto al baño, nos dormimos en nuestras camitas con la ilusión de un día sin lluvia para mañana.
¡Y llegó la comida!
Tallarines con tuco de pollo.

Todos comieron con ganas. Tuvimos la alegría de que varios papis y mamis nos acompañaron en el almuerzo.
Pero después de una dura caminata había que reponer fuerzas, por eso, tomamos una buena merienda: chocolatada o jugo y torta...
Entonces a través de la historia de un niño que descubre lo lindo que es ayudar a otros en vez de divertirse con sus cosas, hablamos acerca de lo bien que se siente cuando uno ayuda a otros. Lo lindo que es ver la alegría que produce esa actitud. Eso es hacer la voluntad de Dios: hacer algo que es bueno para otros.
Y mientras repasábamos la historia y el mensaje armamos una masa para hacer inas masitas navideñas.



Las horneamos.
Les pasamos un glacé y granas.

La idea era dar esas masitas a alguien que queremos mucho. Por eso las pusimos en una bolsita con una cinta.
¡Y llegó la hora del fogón!

Las cañas listas, lo mismo que la masa... ¡y los chicos!
Este es uno de los momentos que más esperan los chicos. Este año contamos con una buena presencia de los padres, lo que estuvo muy bueno.
El agotamiento del día no tardó en hacerse sentir. Cuando dijimos ¡a dormir! todos se fueron a sus camitas con gusto y muuuucho olor a humo.
A la mañana siguiente, resultó un poco complicado sacarlos de las camas, parecía que las sábanas y las bolsas de dormir se los "chupaban".
Pero al fin todos se sentaron a la mesa del desayuno para comer y despertarse, porque teníamos que ir a la iglesia, al culto.

Como mayormente eran los niños y niñas junto a sus padres, aprovechamos a hacer algo diferente. Hablamos sobre la espiritualidad y lo que esto significa en nuestras vidas. Cómo logramos vivir esa espiritualidad. También hicimos un ejercicio como para fortalecer nuestra espiritualidad en nuestras casas y lograr hacer nuestros de devocionales diarios.
La Santa Cena estuvo especialmente dirigida a los niños, quienes participaron compartiendo el Pan.
Pero, siempre junto al alimento espiritual, va el material, y en este caso, fueron unos choripanes los que coronaron la fiesta.
Dicen que donde hay humo hay comida... ¡y en este caso es cierto!
El almuerzo se llevó adelante con mucha alegría y entusiasmo. El clima que reinó fue muy comunitario, y esperamos que esto haya sido una semilla que vaya creciendo y permita que las familias se sientan con deseos que encontrarse en la iglesia.


¡Muchas gracias a todos y todas que hicieron que esto sea posible! ¡Que Dios los y las bendiga! Y sobre todo ¡gracias a Dios que a través de su Espíritu permite que estas hermosas experiencias sean posible!
Estela Andersen
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