miércoles, 20 de febrero de 2013

No sólo de pan vive el ser humano...

también de guisos, pizzas, tallarines, panchos y otras cosas ricas.
Al menos eso es lo que vivimos en nuestro Campamento: ¡No faltó la comida!
Si bien empezamos tímidamente con unos tallarines con tuco sin carne al mediodía y unos panchos pelados a la noche, después nos pusimos las pilas.
En el almuerzo del miércoles 6, Walter hico un guiso de arroz para chuparse los dedos.

 En la cena, entre todos amasamos unas pizzas
 que cocinamos en la parrilla.
 La cosa era encontrarle el punto a la masa, un poquito de un lado... y cuando estaba dorada, de daba vuelta y entonces se le ponía la salca, el queso y demás.
¡Riquísimo! La primera salió media accidentada pero las demás, excelente.
 A pesar del cansancio, todos comieron con ganas.

En el ventoso jueves, Walter preparó ensalada de papas con hamburguesas.
A pesar de la tierra que volaba y los pelos que se metían en los platos, le hicimos buena batalla a la comida.
 Al volver de la playa, vinieron Zulema, la mamá de Dianela con una ricas facturas, pero como ya habíamos merendado y en un rato cenábamos, los dejamos para el desayuno.
 El jueves de noche: "empapizzas", una mezcla de empanadas con pizza, algo muy sabroso y llenador.

 En la mañana del viernes, nos esperaban las facturas que trajo la mamá de Dianela el día anterior: ¡toda una fiesta!
¡Así vale la pena empezar el día!
Para el almuerzo, Walter preparó tallarines con tuco, esta vez, con pechugas de pollo. Estaban muy buenos.
 En la cena, como los chicos y las chicas se habían portado de 10 y habían trabajado todo el día, como premio, hicimos una panchada de lujo: con papas, chizitos, maníes, 3D, palitos, crostitas
 ¡y cebolla frita!!!
Miren la expresión de Joel jaja!!!
 
El sábado el almuerzo fue arroz a la brasileña con salsa y albóndigas. Se ve que estaban tan buenas que ni le sacamos foto. Jonás se comía las albóndigas de un bocado desde la olla.
 Ya el sábado de noche habían llegado algunos papis y mamis, que nos acompañaron a una nueva rueda de pizzas a la parrilla.
 Ya ahora con una experiencia y una cancha digna de Gourmet.
Fue la última noche juntos, por lo que el clima era una mezcla d alegría y ya un poquito de tristeza.
El espacio de la mesa, el compartir una comida, es a la vez compartir nuestras vidas, nuestra intimidad, lo más simple, cotidiano y profundo. Durante todos estos días disfrutamos de sobremesas muy interesantes, sobre todo en las noches, en donde surgían espontáneamente temas por demás importantes, lo que nos alimentó el espíritu, la relación entre nosotros y nuestras mentes. Eso fue muy bueno ¡Gracias chicos y chicas!

Estela Andersen

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