jueves, 29 de noviembre de 2012

Cultos de integración en la Congregación

Durante el mes de Noviembre, como parte del objetivo que nos propusimos como Congregación de formar comunidad, celebramos los cultos de integración en toda las comunidades.
 Como lo que buscamos es que la gente sea parte activa en el espacio celebrativo, todo estaba "a medio preparar": había telas de colores colgadas en los bancos,
 y la Biblia y los elementos de la Santa Cena en una silla, además de unas hojas y velas de colores.
 El altar, vacío, sólo una vela encendida nos indicaba que Dios a través de su Espíritu nos acompañaba...
Después la gente era invitada a formar un mantel con las telas entrelazadas
 en Suárez,
 en Bahía Blanca, en el Hogar de Estudiantes Universitarios "La Casa de Lidia",

 en Alpachiri, en el culto de niños y niñas,
en General San Martín,
 en Patagones y en Ströeder.
 "Donde quiera que las manos
se entrelacen,
dondequiera que el pan sea partido y repartido;
dondequiera que la vida
sea celebrada a través de un abrazo,
de un mirar cuidadoso,
tu amor, oh Dios,
es como perfume de primavera,
con aire de septiembre,
que anuncia el despertar de la vida,
coloreando nuestros sueños y nuestras esperanzas.
Renuevanos la vida
tíranos la tinta vieja,
píntanos con colores nuevos y brillantes
de modo que podamos ser tus colaboradores
y tus colaboradoras
en el espacio donde construimos
y reconstruimos nuestra vida. Amén."
(María Dirlane y Edson Ponick, Red de Liturgia del CLAI)
 HISTORIA DEL TRAJE DEL  ARLEQUIN

"Hubo en un tiempo lejano, un grupo de niños que nos han dejado una hermosa lección de amistad y solidaridad, tan fresca como sólo pueden hacerlo ellos.
El grupo de pequeños que durante el invierno compartía las horas de clases y los recreos, esperaba con ansiedad el verano, pues era el tiempo en que participaban de superespeciales aventuras.
Los niños se encontraban en las interminables siestas pueblerinas, y la cita diaria era en el arroyito que con su sereno andar los invitaba a refrescantes y alegres chapuzones.
Las tardes en la plaza eran los momentos de encuentro también con los abuelos que cada día jugaban en prolijas canchas de bochas.
Estando los pequeños en la orilla del arroyo, con los pies en el suave empedrado gastado por el paso sin prisa y constante del cristalino hilo, se pusieron de acuerdo en hacer una fiesta, con baile y todo. Y lo más importante: sería de disfraces.
Todos estuvieron de acuerdo, y prontamente se pusieron a trabajar realizando as guirnaldas de papeles de colores, mientras que en las casas, las madres cosían los trajes de una bailarina, de un bombero, de un caballero medieval, de una mariposa, de un astronauta y de un león. En una de las casitas más humildes, una mamá no cosía, sino que se entristecía al ver que su pequeño, no tendría traje que lucir en aquel evento."
 Se lo comento sollozando a una señora, a la salida del almacén…y vieron como es, en el, pueblo todo se sabe.
Tan pronto como se enteraron los amiguitos y amiguitas, atinaron a hacer todos lo mismo: Cortaron un trozo de su disfraz, y corriendo lo llevaron a la casa de su compañero, sabedores de la habilidad de la mama, le entregaron  cada uno su parte, que la señora miraba con emoción y desconcierto...
Y llego el gran día. La fiesta comenzó y todos los chicos llegaron con sus hermosas galas, a las que obviamente les faltaba un pedazo, y aun así todos brillaban por colorido y creatividad, pero el rey de la fiesta, fue aquel niño al que sus compañeros ayudaron, pues su madre había tomado cada porción de tela, y con suma prolijidad y esmero las unió y les dio forma, y entonces tuvo este traje los colores más hermosos que existen. Los de la amistad, los del amor."

Esta mesa, formada por todos los colores, armada con el trabajo en conjunto, nos representa a cada uno, con nuestro color, con nuestro matiz, pero unido en la mesa que nos iguala, la mesa del amor de Dios.

Lectura Bíblica: Efesios 4:1-6:
“Yo, que estoy preso por causa del Señor, les ruego que vivan como es digno del llamamiento que han recibido, y que sean humildes y mansos, y tolerantes y pacientes unos con otros, en amor. Procuren mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Así como ustedes fueron llamados a una sola esperanza, hay también un cuerpo y un Espíritu, un Señor, una fe, un bautismo, y un Dios y Padre de todos, el cual está por encima de todos, actúa por medio de todos, y está en todos.” Amén.
 Y entonces, los elementos para celebrar la Santa Cena eran colocados en el altar.
 En Suárez,
 en Bahía Blanca,
 en Alpachiri y General San Martín,
 en Patagones
 y en Ströeder.

Después de la confesión de fe y el anuncio de la gracia, compartimos un Credo diferente:

"Creo en el ser humano
Que cada día renueva su compromiso
Con la justicia y la verdad.
Y en Dios que nos aliente.
Creo en la fuerza poderosa de la suma, y en la diversidad,
Porque nos abre horizontes nuevos.
Y en Dios que nos sustenta.
Creo que en este mundo tal maltratado
Podemos ser destellos de la luz de un nuevo reino
Y creo en Dios, que nos envía
A llorar con quien llora
Y a compartir la risa,
A abrazar al que esta triste
Y a dejarnos abrazar,
A ser cuna de un mundo nuevo
Donde todos tengan espacio y aire
Y donde, libres de opresiones y ataduras
Hallemos la Paz. Amén."

 La ofrenda de todos los cultos estuvo destinada a nuestro Hogar de Estudiantes Universitarios "La Casa de Lidia", que se encuentra en Bahía Blanca, y en donde se hizo se culto de dicha comunidad.

Después celebramos la Santa Cena con este espíritu:

"Jesucristo nos invita a la cena en comunidad
tal y como somos:
las afligidas y los agobiados,
las felices y los dichosos,
las ancianas y los jóvenes,
las de la casa y los visitantes.
Todos y todas son bienvenidos,
nadie debe quedar fuera y nadie debe excluirse.
El pan que da vida es para todas las personas.
El vino es el signo de la fiesta a la cual se nos ha invitado
y en la cual ya estamos. Amén."

Así como estábamos después de compartir el pan y el vino, el cuerpo y la sangre de nuestro Señor, se invitó a la gente a tomar una de las velas de colores, a encenderla de la grande y a tomar también el papel.
"La Luz, necesaria para la Vida, para ver, para no errar el camino, para ver a todas y a todos, y ser vistos. Encendamos estas velas y al regresar compartamos esta luz con otras y otros".

 En Suárez,
 en Bahía Blanca,
 en Alpachiri,

 en General San Martín,
 en Patagones,

 en Ströeder, y leímos junt@s las "Bienaventuranzas":

"DICHOSO quien sabe mirar a los otros
con los ojos de un amigo,
y acoge a cada persona
sin prejuicios de cultura, religión o raza.

DICHOSO quien se empeña
en vivir en armonía con sus familiares,
vecinos, compañeros, extranjeros,
superando las inevitables dificultades
propias de las relaciones humanas.

DICHOSO quien no guarda rencor,
no da importancia a palabras y gestos desagradables,
y no obliga a otros a vivir
según sus criterios.

DICHOSO quien comunica con dulzura,
escucha las razones de los demás,
sobre todo, la de los más débiles.

DICHOSO quien es tolerante consigo mismo
y convive serenamente
con sus propias limitaciones 
y con las de los demás.

DICHOSO quien estimula al bien,
para construir un mundo
en el que cada uno 
pueda sentirse a gusto.

DICHOSO quien acoge el valor de las diferencias 
que caracterizan a cada hombre
y cada mujer de nuestro planeta,
porque esas diferencias
muestran el "Nombre"
con el que Dios llama a cada uno de nosotros.

DICHOSO quien cultiva en su corazón un sueño que, 
dejando salir los colores de nuestra diversidad,
verá aparecer en el cielo un gran arcoiris
en señal de fraternidad y de paz,
que vestirá de luz y de fiesta al mundo.

¡Shalom!"

Y nos fuimos tod@s con la Antigua Bendición Irlandesa:

"Que los caminos se abran a tu encuentro,
que el sol brille sobre tu rostro,
que la lluvia caiga suave sobre tus campos,
que el viento sople siempre a tu espalda.
Que guardes en tu corazón con gratitud
el recuerdo precioso
de las cosas buenas de la vida.
Que todo don de Dios crezca en ti
y te ayude a llevar la alegría
a los corazones de cuantos amas.
Que tus ojos reflejen un brillo de amistad,
gracioso y generoso como el sol,
que sale entre las nubes
y calienta el mar tranquilo.
Que la fuerza de Dios te mantenga firme,
que los ojos de Dios te miren,
que los oídos de Dios te oigan,
que la Palabra de Dios te hable,
que la mano de Dios te proteja,
y que, hasta que volvamos a encontrarnos,
otro te tenga, y nos tenga a todos,
en la palma de su mano. Amén"


La tarea de formar comunidad y que las comunidades se sientan también parte de un cuerpo aún mayor, que es la Congregación, es nuestro desafío, y sabemos que con la bendición de Dios y nuestro pequeño aporte, lentamente se irá logrando.

¡Que Dios no bendiga y nos acompañe ahora y siempre!


Estela Andersen

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