Armaron una alfombra con telas de colores y ramas, al igual que lo hicieron para Jesús cuando entró a Jerusalén montado en un burro. A cada persona que llegaba la recibían con un abrazo y un ramito de plantas de sus jardines, algunas eran aromáticas como la lavanda y el romero, lo que le daba también una bienvenida perfumada.
Después estuvimos reflexionando acerca de donde somos bienvenidos y a quienes recibimos en nuestras casas y en nuestras comunidades, y por qué.
Las mujeres habían preparado puertas y ventanas para que allí los grupos escribieran estas reflexiones.
Se formaron tres grupos:
Norberto, Hilda y Herminda.
Nelly, María Esther e Inés.
Mabel, Walter, Liki y Valeria.
Todos los grupos consideraron importante el ser recibidos como recibir, pero también no desistir ante una puerta que se cierra, porque muchas veces detrás hay una persona necesitando de nuestra ayuda, de nuestro amor cristiano.Al finalizar salimos alabando y agradeciendo a Dios por todas las puertas abiertas y porque muchas más se abran al mensaje liberador y esperanzador de Cristo.
Estela
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