miércoles, 10 de junio de 2020

La caña de bambú

“…pido a Dios que tu participación en la misma fe te lleve a conocer todo el bien que podemos realizar por amor a Cristo.” Filemón 6


“Érase una vez un jardín en cuyo centro había un esbelto bambú que era el más bello y estimado de todos sus árboles. Un día, se aproximó pensativo el jardinero y, con sentimiento de profunda veneración el bambú inclinó su imponente cabeza. Entonces el jardinero le dijo: Querido bambú, necesito de ti. El bambú respondió: Señor, aquí estoy para hacer tu voluntad. El dueño entonces deshojó, arrancó, partió a trozos la caña de bambú y la vació por dentro. Hecho esto, unió unos trozos con otros y los extendió a lo largo de un árido campo desde una fuente cercana hasta el lugar donde tenía sus cultivos. El dueño acostó cuidadosamente en el suelo a su querido bambú; puso uno de los extremos de la caña en la fuente y el otro extremo en sus campos. Las aguas cristalinas se precipitaron alegres a través del cuerpo vaciado del bambú. Corrieron sobre los campos resecos que tanto habían suplicado por ellas. Allí se sembró trigo y maíz y también se cultivó una huerta. Los días pasaron y los sembrados brotaron; y todo el árido campo se convirtió en una maravillosa alfombra verde. El majestuoso bambú se transformó así en una gran bendición para toda aquella región. En su despojo, en su entrega, se volvió un canal del cual su Señor se sirvió para hacer fecundas muchas tierras. Y muchos hombres y mujeres encontraron, gracias al bambú, la vida; y fueron felices gracias a ese tallo podado, deshojado, cortado, arrancado, partido y vaciado de sí mismo.”

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